Director: Herbert Ross
Intérpretes: Vanessa Redgrave, Nicol Williamson, Alan Arkin, Robert Duvall, Laurence Olivier, Joel Grey, Samantha Eggar, Jeremy Kemp, Georgia Brown, Charles Gray
Sinopsis: En 1890, el famoso detective Sherlock Holmes malvive en Londres convertido en un cocainómano. Tras una larga ausencia, su inseparable compañero, el Doctor Watson, va a visitarlo. Al encontrarlo en semejante estado, decide llevarlo a Viena, a la consulta del joven psicólogo Sigmund Freud, con la esperanza de que éste le ayude a superar su adicción a las drogas. A través del psicoanálisis y la hipnosis, Freud consigue adentrarse en el subconsciente del detective. Durante su convalecencia, Holmes conoce a una paciente de Freud: Lola Devereaux, una actriz de teatro que sufre un gravísimo trauma que le impide articular palabra. Poco después, Freud y Holmes se ocupan de resolver un caso de secuestro en el que está involucrada la actriz
Como “extraordinaria comedia de aventuras” fue definida ELEMENTAL, DOCTOR FREUD (THE SEVEN-PER-CENT SOLUTION) en el momento de su estreno por el añorado colega y poeta Manolo Marinero. Una atinada, una perfecta descripción, encima, con el plus añadido de resultar actualmente un título no suficientemente divulgado o conocido, con lo cual su recuperación puede constituir todo un “bocatto di cardinale” para los amantes del género y de las historias felizmente pintorescas y originales en torno al personaje de Sherlock Holmes.
Aquí, el sabueso del 221 de Baker Street mantiene un divertido, cómplice, nostálgico, evocador y encantador encuentro con el mismísimo padre del psicoanálisis Sigmund Freud.
El ex bailarín y ex coreógrafo reciclado en gran cineasta Herbert Ross (PASO DECISIVO, NIJINSKI, el lujoso remake de ADIÓS MR. CHIPS, sobre todo la divina DINERO CAÍDO DEL CIELO) elaboraría una grácil y reconfortantemente liviana puesta en escena mediante la cual se ajustan colaboraciones y exhibiciones cerebrales y deductivas de ambas eminencias, ficticia la una, verdadera la otra pero aquí unidas por la magia del cine.
La misma que nos proporciona una impoluta creación que hace del detective Nicol Williamson, inolvidable Merlín en EXCALIBUR, casi emparentado con el prácticamente insuperable que creara Robert Stephens para Billy Wilder –recuerden: LA VIDA PRIVADA DE… ídem- en su ya consolidada afición por la cocaína (el título original, THE SEVEN-PER-CENT SOLUTION, hace alusión a la solución del 7 por ciento que se inyecta por vía intravenosa), leiv motiv o excusa de lo más oportuna para que acuda a la consulta del célebre psicólogo vienés y se produzca la reunión. También coincide en otros rasgos, como en esa inicial misoginia, en esta ocasión posiblemente curable. Y, fundamentalmente, acaba resultando una oda a la amistad, hasta a la perruna
Basada en un preciso guión de Nicholas Meyer (poco tiempo después reuniría, como cineasta también, al escritor H. G. Wells y al mismísimo Jack el Destripador, otro “icono” victoriano, en ese otro precioso e imaginativo pasatiempo titulado LOS PASAJEROS DEL TIEMPO) indaga mediante hipnosis en el origen del odio que siente el héroe hacia su ancestral enemigo Moriarty, anclado en traumas infantiles. Desmitificación y humanización se dan felizmente la mano en esta revisión.
Constituye una sorprendente vuelta de tuerca al mito, o a los mitos en este caso. Su primera parte es modélica al respecto, al introducirnos en la mente de tan inteligentes y esquinados individuos, utilizando para ello cierta sorna y una más que agradecible ironía. La segunda parte da más rienda suelta a los avatares físicos de los hechos, a la resolución de la pura intriga, pero se ajusta espléndidamente con la anterior.
Varias de sus secuencias poseen un enorme poder de sugestión o fascinación, como la de los caballos locos asesinos. Indistintamente de estos picachos emocionantes, logra en todo momento generar curiosidad y, al menos en mi caso, permanente atención.
Si además el capitulo interpretativo resulta irreprochable, poco más se puede pedir. Que Williamson se encuentre “secundado” por actores de la talla de Alan Arkin (ARGO) como Freud, Vanessa Redgrave (CAMELOT), Robert Duvall (un peculiarísimo Watson), Laurence Olivier (en una breve pero fundamental aparición), Samantha Eggar (algún año después de su sobrecogedora interpretación en EL COLECCIONISTA) o Joel Grey (el maestro de ceremonias de CABARET) es un soporte impagable.
Para su adorno musical, el compositor John Addison volvería a dar muestras de versatilidad, pues nada tiene que ver esta banda sonora melancólica y de motivos alegres con la juguetona de LA HUELLA, por ponerles un solo ejemplo de su brillante trayectoria.
Si se fían en un porcentaje respetable, pongamos que en un cuarenta por ciento que me parecería muy elevado, en cuanto a mis valoraciones, no permitan dejar pasar de largo esta brillantísima muestra del cine de época, detectivesco entremezclado con la más elegante y terrenal de las fantasías.
José Luis Vázquez
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