Las películas de mi vida

 

Cadena perpetua (1994)

Director: Frank Darabont

Intérpretes: Tim Robbins, Morgan Freeman, Bob Gunton, James Whitmore, Gil Bellows, William Sadler, Mark Rolston, Clancy Brown, David Proval, Jeffrey DeMunn, Jude Ciccolella, Don McManus, Alfonso Freeman

Sinopsis: Acusado del asesinato de su mujer, Andrew Dufresne (Tim Robbins), tras ser condenado a cadena perpetua, es enviado a la cárcel de Shawshank. Con el paso de los años conseguirá ganarse la confianza del director del centro y el respeto de sus compañeros de prisión, especialmente de Red (Morgan Freeman), el jefe de la mafia de los sobornos.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Fue el mejor estreno que vi en 1995, junto con el épico y sensacional BRAVEHEART de Mel Gibson. Me descubrió a un novato director y guionista, Frank Darabont, que veinte años y tres trabajos después (los igualmente dignos de todo elogio y consideración LA MILLA VERDE, THE MAJESTIC y LA NIEBLA, cuyo final jamás olvidaré), se ha consolidado como uno de los más apasionantes –el listado es amplio- profesionales del panorama actual, reciente aún el estreno de su impactante serie para televisión MOB CITY.

Este “modesto” debut surgió como un geiser en la edición de los Oscar de aquel año, con siete inesperadas pero más que justificadas nominaciones.

Basada en un sorprendente –uno de tantos- relatos de Stephen King, su título original, THE SWASHANK REDEMPTION, una vez más nada tiene que ver con el aquí rebautizado. Para ser aún más preciso, ese relato llevaba incorporado antes del título RITA HAYWORTH AND… y a continuacón THE SWASHANK REDEMPTION.

Recuerdo con enorme ilusión haberla visto cuatro veces en dos semanas, tal fue el impacto y la conmoción causadas. Igualmente recuerdo haber estado dando la tabarra recomendándola a todas horas en aquél divertido programa de cine que tenía por entonces en Onda Cero Ciudad Real con la estupenda locutora radiofónica Lola Bravo.

Desde luego, si el cine norteamericano borda casi siempre el género penitenciario, este rutilante exponente fue insuflado de una emoción y sensibilidad muy especiales.

El duelo interpretativo de Tim Robbins y el siempre majestuoso Morgan Freeman ayudó poderosamente a apuntalar su solidez, su grandeza. El primero como condenado a lo que el título indica, debido a haber sido acusado del asesinato de su mujer; el segundo, amistoso y entrañable, como compañero de celda y jefe de sobornos de los presos. El veterano secundario James Whitmore (LA JUNGLA DE ASFALTO, WEST SIDE STORY) también roba el corazón de cualquier alma dispuesta.

Posee uno de los finales más bellos y “encogedores” de corazón de la historia. El ritmo imprimido, además, no hace sino ir preparándonos y progresando hasta ese desenlace.

Un elaborado, mimado, cuidado al milímetro guión del propio Darabont y una puesta en escena inesperadamente sabia, virtuosa, de un clasicismo reparador e intachable, acaban por redondear un conjunto pleno de momentos gozosos y emotivos.

 

José Luis Vázquez

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