Las películas de mi vida

 

La niña de luto (1964)

Director: Manuel Summers

Intérpretes: María José Alfonso, Alfredo Landa, Pilar Gómez Ferrer, Vicente Llosa, José Vicente Cerrudo, Carmen Santonja

Sinopsis: Rocío, hija de una humilde familia andaluza, está muy contenta porque llega el final del luto que ha de guardar por la muerte de su abuela. Por fin podrá casarse con Rafael, su novio, ya que tuvo que aplazar la boda por el fallecimiento. Pero al día siguiente, su abuelo come demasiado en un bautizo, y muere de una indigestión. De nuevo, Rocío tiene que guardar luto y aplazar la boda, pero entonces Rafael, cansado de la situación, le propone huir y casarse lejos de allí. Rocío no se atreve a alejarse de los suyos porque es una mujer tradicional.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Hora es ya, aunque sea de manera modesta, desde este humilde periódico y por parte de este camuflado crítico, de reparar una injusticia casi ancestral que se ha cometido que dentro del cine español –algo muy habitual por prejuicios ideológicos y de otro tipo, por anteojeras vamos- se ha cometido con uno de sus más grandes y menos pretenciosos creadores.

Me refiero al cineasta y ocasionalmente actor Manuel Summers, miembro de una aburguesada familia andaluza de origen irlandés. Tristemente o no, según se mire, ya casi solo conocido, y tan solo por parte de unos pocos, por haber sido el padre de David Summers, líder y vocalista de los populares Hombres-G. Además, fallecido en 1993 a la prematura edad de 58 años.

Tengo en mi recuerdo varios trabajos suyos verdaderamente apreciables y hasta muy destacables, como EL JUEGO DE LA OCA, JUGUETES ROTOS, ADIÓS CIGÜEÑA ADIÓS, ME HACE FALTA UN BIGOTE, ÁNGELES GORDOS y las que considero sus dos obras maestras, la tierna DEL ROSA AL AMARILLO, Concha de Plata en el Festival de San Sebastián, y ésta que me ocupa.

Fechada en 1963 fue una pequeña conmoción en aquella España que comenzaba a ver un poquito de claridad después de una larga y oscura noche temporal, afortunadamente no precisamente advertida por prebostes, mandamases, censores y otra fauna de la época. Gira en torno a aquélla tenebrosa –dicho con todos el respeto posible para lo decidido por cada cual siempre que no se ejerciera la “imposición” en los de su entorno- tradición de guardar luto.

Sobre ello, el sevillano elaboró un retrato incisivo, malévolo (en el buen y denunciador sentido del término) y sarcástico sobre algunos de nuestros rasgos más carpetovetónicos en aquél momento, rurales y beatones. Elaboró un formidable retrato costumbrista en el que resultan fundamentales un buen número de detalles y descripciones con los que salpicó la trama, desde esas películas censuradas a ese canario también obligado a guardar la ausencia del finado. En su guión intervinieron, nada más y nada menos, cinco profesionales, entre ellos el propio director, el popular comunicador Tico Medina o la mismísima Pilar Miró.

Puede que desde esta tribuna no tenga apenas repercusión mi defensa, pero no por ello rebajo ardor guerrero en reivindicar tanto esta película como una parte importante de la obra de este genio, a la altura de Berlanga, Fernán-Gómez, Ferreri (de tan solo los tres primeros títulos de de su filmografía… que dados los posteriores que realizó se puede pensar que los ejecutó otro) o Bardem (sobre el del período democrático mejor correr un tupido velo).

Desde luego aquí se lució como nunca, consiguiendo una obra entrañable, sensible, irónica, socarrona, dotada de un considerable humor negro y de un poderoso sentido de la observación. En la que un principiante Alfredo Landa y una adorable María José Alfonso (fue su debut en la gran pantalla) conmueven en todo momento como esa imposible pareja de Rocío y Rafael, siempre a expensas de los vaivenes de la parca y de mentalidades arcaicas.

Ambientada en la localidad sureña de La Palma del Condado, de donde era originario su padre, cuenta como leiv motiv musical un célebre bolero de Angelillo que contrapuntea los hechos. Es aquél que dice “Están clavadas dos cruces en el Monte del Olvido por dos amores que han muerto sin haberse comprendido…”. De lo más revelador.

Probablemente  los más veteranos les traiga recuerdos parece que sucedidos hace mil años… y no ha pasado tanto. 

 

José Luis Vázquez

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