Las películas de mi vida

 

Al encuentro de Mr. Banks (2013)

Director: John Lee Hancock

Intérpretes: Emma Thompson, Tom Hanks, Colin Farrell, Paul Giamatti, Jason Schwartzman, Bradley Whitford, Ruth Wilson, B.J. Novak, Rachel Griffiths, Kathy Baker

Sinopsis: Durante catorce años, Walt Disney (Tom Hanks) intentó sin descanso que la escritora australiana P.L. Travers (Emma Thompson) le cediera los derechos cinematográficos de su primera y más popular novela, 'Mary Poppins', que finalmente fue llevada a la gran pantalla en 1964.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Niñeras mágicas, críos vivarachos y traviesos, animados pingüinos, tíos risueños, alegres deshollinadores, madres sufragistas, implacables banqueros y, sobre todo, padres infelices, más una palabra mágica, de las más populares de la historia, Supercalifragilisticoespialidoso, y canciones tan preciosas como Chim chim cheree… Así  se podría condensar, de una manera rápida y muy sui generis, uno de los clasicazos del cine familiar-infantil, MARY POPPINS, auspiciado, cómo no, por el inefable e inigualable fabricante de ilusiones Walt Disney, pues lo que fuera  o no fuera en la vida real, en este caso aquí no corresponde.

Lo que sí interesa es cómo fue la génesis, el origen de esta célebre película, que obtendría 13 candidaturas a los Oscar en 1964, cosechando finalmente cinco estatuillas, entre ellas la de mejor actriz para su protagonista femenina, Julie Andrews. Lo que importa es el arduo camino que hubo que emprender  hasta llegar a conseguir todo esto.

Fueron veinte años de desencuentros entre el mítico productor y cineasta y la autora del libro, la británica de origen australiano P. L. Travers, encarnada impecablemente por la maravillosa Emma Thompson. Toda una regia dama, gruñona, malhumorada y un tanto severa, sobre todo consigo misma.

Tom Hanks está adorable como el creador de Mickey. No nos muestra la imagen dicen que oscura del personaje, sino la más tenaz y amable. Ese diálogo casi al final entre ambos resulta conmovedor, eriza el cabello, puede provocar la lágrima con legítima y pasmosa facilidad.

Y luego está esa frase que condensa perfectamente el espíritu de esta película y el de todos aquellos,  que con mayor o menor acierto, se dedican al nobilísimo arte de contar a través del medio que sea: “Los narradores de historias buscamos siempre difundir la esperanza, una y otra vez”. No se puede ser más preciso desde la más absoluta de las vocacionales bellezas.

Hay también otra secuencia, más bien de carácter puramente festivo, sobre lo que es la parafernalia de los mundos mágicos que crea Hollywood, y en ello Disney siempre fue puntero, como es el estreno de esta mítica obra en Los Ángeles. También con esto es fácil que fluyan los lacrimales, sobre todo supongo para quienes vivimos este mundo con tanta intensidad, porque el Séptimo Arte después del amor en cualquiera de sus manifestaciones, es el mejor refugio para quienes nos consideramos soñadores impenitentes, para guarecernos de las inclemencias que hay tantas veces ahí afuera.

De nuevo por tanto, estamos ante un exponente de ese atractivo subgénero de “cine sobre cine”, de los entresijos, la trastienda de las películas que amamos… de nuevo, saldado con brillantez, exquisitez, fortuna y emotividad de la buena.

En cambio, son algunos los colegas que se quejan de sus “flash-backs” y de esas dos líneas temporales por las que se desenvuelve la historia. Pero a mí me parecen que se complementan perfectamente. Nos alertan sobre los fantasmas de la escritora, sobre sus pesadillas materializadas en las páginas de su obra. Y me da igual que en una de ellas, en la que habla de sus orígenes familiares, Colin Farrell no sea un dechado de exquisitez, no desmerece en modo alguno toda la delicadeza de lo expuesto.

Todo un acierto que en el nonagésimo aniversario del estudio de tantos héroes animados y de carne hueso, hayan parido esta obra de tan magníficos sentimientos, de comprensión hacia los sombreados de los otros, de gestaciones artísticas que nos hacen transportarnos a mundos impagables a través de una pantalla de cine.

Despliega calidez, cierto humor, ironía, tristeza, felicidad en unas imágenes sumamente cuidadas y engarzadas con enorme destreza, dentro de un muy apreciable tono cadencioso, por su buen director, John Lee Hancock, el que pusiera en bandeja el Oscar a Sandra Bullock por su papel en la notable THE BLIND SIDE (UN SUEÑO POSIBLE)

El resultado de la contienda dilucidada ya lo conocen todos ustedes, uno de los muchos títulos atemporales  e imperecederos que, seguramente, pasarán siglos y continuarán disfrutando espectadores de todas las edades. Un clásico que bajo sus festivas imágenes escondía el sufrimiento de una niña que allá en un lugar remoto del continente de los canguros, tuvo que apelar hace más de un siglo a la imaginación para exorcizar a los atormentados espectros de este mundo que podrían haber provocado su propio naufragio. Así es como se concibe muchas veces el arte y el entretenimiento, así es la vida. 

José Luis Vázquez

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