Las películas de mi vida

 

El honor de los Prizzi (1985)

Director: John Huston

Intérpretes: ack Nicholson, Kathleen Turner, Anjelica Huston, Robert Loggia, John Randolph, William Hickey, Lawrence Tierney, CCH Pounder, Lee Richardson

Sinopsis: Charley Partanna es un asesino a sueldo al servicio de los Prizzi, una de las familias más poderosas de la mafia. La nieta del Don está enamorada de él, aunque entre ellos va a interponerse una bella y enigmática rubia: Irene Walker.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Pertenece a la etapa crepuscular, terminal, de hecho fue su penúltimo trabajo, de un ya tambaleante pero del siempre formidable cineasta estadounidense John Huston. La rodó a punto de cumplir los 80 años.

Y qué manera de clausurarla, qué vigor senil y humor cáustico se gastaba el maestro hasta el último aliento, nunca mejor dicho. DUBLINESES, o LOS MUERTOS en su verdadero título original, su definitiva clausura un año después, ya la rodaría íntegramente acompañado de la botella de oxígeno y con unas ganas y lucidez realmente increíbles, extracorpóreas.

Pero antes, esta es toda una demostración de cinismo reconstituyente, mordacidad sin silenciador y sentido del humor incendiario.

EL HONOR DE LOS PRIZZI es una explosiva y feliz mezcla de géneros. Desde el thriller a la comedia más negruzca, desde el drama al romanticismo más desesperadamente salvaje o al más atrabiliario exponente gangsteril. Todo ello activado mediante un perfecto y abrillantado mecanismo de relojería, una espoleta de alta precisión.

Un aria in crescendo de violencia, humor y pasiones encontradas, envuelto en una jacarandosa tonalidad operística y en la que la obertura de EL BARBERO DE SEVILLA adquiere una dimensión gratamente bufonesca, “polichinelesca”.

No está exenta tampoco la originalidad tanto en el trazo de personajes y situaciones. Y aunque va de lo mismo, no esperen nada comparable a otras cimas de este tipo de asuntos, como EL PADRINO, UNO DE LOS NUESTROS, ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA o EL PRECIO DEL PODER. Tiene personalidad propia, un tono más íntimo, menos grandilocuente y refleja un microcosmos de lo mas particular sin evadir ciertos  tópicos “familiares”.

Interpretada por unos verdaderamente divertidos e irónicos Jack Nicholson como el matón enamoradizo Charlie Partanna y Kathleen Turner como una asesina de rompe y rasga, toda una mujer fatal, y utilizando a su picassiana hija en la vida real Anjelica como cebo argumental constituye un impecable ejercicio mafioso de caligrafía luminosa, dinámica y festiva.

La demostración de que hasta los mercenarios más cínicos y recalcitrantes también tienen su corazoncito… inflamado en sangre, percutores y desconfianza, eso sí.

Una magnífica casi despedida. La profunda melancólica se produciría al año siguiente con la citada y testamentaria DUBLINESES, o sea LOS MUERTOS.

José Luis Vázquez

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