Estreno en Royal City

 

La bailarina (2016)

Director: Stéphanie Di Giusto

Intérpretes: Soko, Lily-Rose Melody Depp, Mélanie Thierry, Gaspard Ulliel, François Damiens, William Houston, David Bowles, Louis-Do de Lencquesaing, James Flynn, Petra Buckova, Frans Boyer, Charlie Morgan

Sinopsis: Nada destinaba a Loïe Fuller, oriunda del oeste de Estados Unidos, a convertirse en un icono de la Belle Époque y mucho menos en bailarina del teatro de la Ópera de París. A pesar de sufrir dolores de espalda y de tener los ojos dañados por las luces del teatro, no dejará de perfeccionar su danza. Sin embargo, la llegada de Isadora Duncan, joven prodigiosa sedienta de éxito, precipitará su caída.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 2 estrellas

No alcanza la calidad de otras producciones francesas vistas recientemente, resulta insuficiente pero no es del todo desechable, más que por sus méritos artísticos por el personaje retratado, Loïe Fuller, una mujer originaria de la América profunda y toda una revolucionaria del ballet, que viviría su época de esplendor en el bullicioso, aquí más bien mortecino, París de finales del siglo XIX.

La homenajeada en cuestión fue pionera en utilizar grandes telas de seda y crear unos  efectos de luz para sus movimientos que causaron el asombro de la sociedad de la época. Lamentablemente el trazo se queda en lo epidérmico y apenas se acaba conociendo su interior.

Es un “biopic” más bien átono, insustancial, insípido, amorfo, nada que ver con lo que supuso su protagonista, creadora del baile serpentina y una escenógrafa que mostró gran atrevimiento con sus insólitas coreografías.

Parece ser que en el país vecino lo que ha molestado es que se haya faltado a la realidad al inventársele un amante en detrimento de la verdadera historia de amor que vivió con su colaboradora, Gabrielle Bloch, aquí apenas esbozada, diluida en su trazo y de escasa relevancia.

Mejor siempre ceñirse a hechos reales, pero esta alteración de la historia la hubiera dado por bien empleada si a cambio la pasión artística puesta sobre el tapete hubiera traspasado la pantalla. No es el caso y no consigo en momento alguno implicarme con ninguno de los personajes puestos en juego, ni con la protagonista ni con unos difuminados secundarios. Si acaso destacar a la hija de Johnny Depp, la monísima Lily-Rose Melanie Depp, que encarna a una Isadora Duncan tan activa y sensual como cuentan las crónicas. También vivió un amago de romance, apenas insinuado, con la estadounidense.

Tampoco los ambientes decadentes de una Francia de pleno auge de la Belle Epoque presentan un interés especial. Si acaso no deja de ser curioso ese Nueva York en expansión de todavía escaso alumbrado.

Y eso que en principio partía de buenos mimbres para que este último aspecto destacara, pues constituye el debut tras las cámaras de la fotógrafa gala Stéphanie Di Giusto, que no muestra ningún detalle apreciable en esa faceta y que desaprovecha un reparto respetable, en el que Soko otorgando presencia a la susodicha muestra una feminidad masculinizada que me deja indiferente. Su esfuerzo de 6 horas al día a lo largo de un mes queda patente a la hora de recreare esos pasos movimientos rupturistas alejados del tutú, pero poco más.

Ni Mélanie Therry (la amante aquí no notificada, reciente aún su trabajo a las órdenes de León de Aranoa en UN DÍA PERFECTO), Gaspard Ulliel (el amante desperdiciado e innecesario dramáticamente) ni un desapercibido Francçois Damiens (brillante sin embargo en la muy agradable LA FAMILIA BÉLIER) otorgan realce alguno al conjunto.

Innecesaria, olvidable.

 

José Luis Vázquez

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