Director: Antonio Chavarrías
Intérpretes: Alfonso Herrera, Hannah Murray, Julian Sands, Elvira Mínguez, Frances Barber, Henry Goodman, Gustavo Sánchez Parra, Emilio Echevarría, Javier Godino, Luis Rosales, Brontis Jodorowsky, Alejandro Calva
Sinopsis: Ramón Mercader, un joven comunista español, es captado por los servicios secretos soviéticos para participar en un complot ordenado por Stalin. A inicios de 1940 viajará a México para encontrarse con su amante y cumplir una orden: asesinar a Trotsky.
Sin suponer ningún logro notable ojalá se produjeran en España más películas de este calado y solvencia.
Constituye un esforzado, minucioso, sobrio trabajo, también divulgativo. Una buena dramatización de un episodio histórico, del que por tanto conocemos ya su final, pero que no por ello en su correcta, apreciable acabado, valoración (también conocemos el final del TITANIC y eso no impide el disfrute… y así miles de ejemplos más). Más bien todo lo contrario, actúa como detonante curioso para ir conociendo los entresijos hasta llegar al desenlace.
Me estoy refiriendo al asesinato en 1940 del “disidente” soviético León Trotsky por parte del español Ramón Mercader, acontecido en la residencia mexicana del primero.
Antonio Chavarrías, el director, no echa mucha soflama al asunto. Como hicieran, de otra manera y registro, los documentalistas Javier Rioyo y Andrés López Linares en ASALTAR LOS CIELOS, lleva a cabo un concienzudo, un meticuloso trabajo informativo –aunque siempre hay un inevitable punto de vista- y cada espectador juzgue los hechos.
Lo que sí queda patente son los métodos estalinistas que abocaron a Europa a un espanto comparable, o hasta superior en estadísticas, al generado por el nazismo de Adolf Hitler. Es el horror en estado puro, asesinando, reprimiendo, lavando el cerebro, intrigando, espiando, persiguiendo o en toda aquella manifestación deleznable que hace más horrible al ser humano.
También no deja de tener su miga temas que no dejan de ser vigentes en la actualidad, como la división de las izquierdas en la Europa del siglo XX, las opuestas vertientes que se pueden encontrar en dicha familia ideológica. O el lavado de cerebro efectuado por esa madre, perfectamente encarnada por Elvira Mínguez, de lo más siniestra e implacable, que no repara en sus vínculos ante la prioridad que supone la causa, en este caso la comunista.
Dentro de esa solidez sugerida anteriormente, está expuesto con suficiente claridad el escalofrío que pueden generar los de nuestra especie y que no tiene nada que envidiar a la generada por algunos personajes de ficción de clásicos del género. Ya saben, “el hombre es un lobo para el hombre”.
Supongo que ese tono mortecino con el que se ha emprendido esta recreación, o la antipática y oscura fotografía de que ha sido revestida, es intencional para reflejar época tan sombría.
Buen reparto internacional, en el que destaca Alfonso Herrera, en el cometido principal de ese asesino ideologizado y despiadado. Pero están igualmente bien Julian Sands como ese tenebroso comisario político, muy de manual pero no por ello menos efectivo, o Hannah Murray (la Cassie Ainsworth de SKINS o la Gilly/Eli de JUEGO DE TRONOS), en un personaje de trazo delicado.
Lástima no haber contado con un presupuesto más holgado, algo que seguramente hubiera insuflado más fuste a las escenas de la Guerra civil, pero aún así, es una muestra a tener en cuenta de otra línea en la que debería ahondar más la cinematografía patria.
José Luis Vázquez
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