Estreno en Royal City

 

La bruja (2015)

Director: Robert Eggers

Intérpretes: Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw, Lucas Dawson, Ellie Grainger, Julian Richings, Bathsheba Garnett, Sarah Stephens, Jeff Smith

Sinopsis: Nueva Inglaterra en el año 1630. Una familia de colonos cristiana, formada por un matrimonio y sus cinco hijos, vive cerca de un bosque que, según las creencias populares, está controlado por un mal sobrenatural. Cuando su hijo recién nacido desaparece y los cultivos no crecen, los miembros de la familia se rebelan los unos contra los otros. Más allá de sus peores temores, un mal sobrenatural les acecha en el bosque cercano.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Me temo que LA BRUJA/THE WITCH no va a ser apta para todos los paladares, sino para reductos más bien minoritarios. Y no es que pretenda, ni mucho menos, ir de moderno, elitista o alternativo, es simplemente una percepción.

Sin haberla visto todavía, leía un comentario sobre esta película y alguien, no recuerdo ahora bien quién, matizaba que no era de miedo sino sobre el miedo, a lo que añadiría que no es de terror sino sobre el terror (terror de arte y ensayo si se me permite la expresión), ese surgido de nuestros fanatismos, represiones y temores más ocultos. De todas formas, no busquen aquí demasiadas respuestas narrativas, sino más bien percepciones, sensaciones (malsanas) y estados climáticos de los que se pueden extraer múltiples interpretaciones.

Seguramente a los seguidores más convencionales del género, en sus manifestaciones más groseramente explícitas, tal vez les repela, pero creo que lo conseguido por el guionista y director estadounidense Robert Eggers, en el que supone su sorprendente debut tras las cámaras (hasta el momento se había desenvuelto como diseñador de producción y de vestuario, aspectos que aquí relucen especialmente, junto a otros muchos) es francamente singular, alejado de cualquier moda o estandarización, pero capaz de conseguir taladrar el subconsciente de cualquiera.

Creo que en el comienzo ya indica la verdadera intención de su obra, al señalar que esta es una leyenda de la Nueva Inglaterra del siglo XVII, del germen de la América puritana. Ya saben, la época retratada de manera feroz en su fanatismo religioso por el Arthur Miller de LAS BRUJAS DE SALEM o el Nathaniel Hawthorne de LA LETRA ESCARLATA. Si a ello le suman influencias cinematográficas ambientadas en ese mismo tiempo, como EL BOSQUE de M. Night Shyamalan, o en otros más cercanos, como la Alemania pre nazi de LA CINTA BLANCA de Michael Haneke, ésta también caracterizada por filmar el origen, las raíces del mal, pueden tener una buena idea de parte de por dónde van los tiros. Pero, ni muchísimo menos, tendrán la verdadera medida de lo expuesto. Una aproximación tan solo.

Deben tener en cuenta que lo que van a ver está alejado de cualquier atisbo de casquería, gore u otros derivados que han acabado resultando tan perniciosos para el género. Hablaba antes de terror y cuestionaba tal definición, la puedo puntualizar más, lo es pero de arte y ensayo en su mejor acepción, minimalista, pictórico, alejado de cualquiera de esos abundantes ejemplos decididos a provocar sustos sin ton ni son. Más bien perturbador, de atmósfera envolvente, succionador, que te posee sin casi ser conscientes.

Cine penetrante, hipnótico, poderosamente visual, desasosegante, perturbador. Y sí, aterrador, escalofriante, aunque en todo momento alejado del efectismo barato, apelante siempre a la sugerencia. Y hasta si me apuran, de vocación antropológica. “Una pesadilla desde el pasado” como ha sido definida por el propio Eggers.

Modélica resulta la pasmosa sencillez con que es utilizado el plano contra plano o el fuera de campo, provocando el pavor no del grito vociferante sino del mucho más quedo instalado en el subconsciente. Como la conversión ante ese supuestamente poseído macho cabrío, del que tan solo se escucha la voz, pero que genera escalofrío.

El ascetismo, la austeridad, el ensimismamiento estético son algunas de las cualidades esgrimidas por su director, las cuales pueden ser susceptibles de provocar la fatiga en muchos. Debo reconocer que esas maneras me fascinan, me atrapan. Son capaces de que ese espacio abierto junto al bosque,  me acabe generando asfixia, opresión, tanto como las mentalidades extremamente religiosas de las criaturas que moran allí.

Una fotografía propia de la pintura tenebrista de la época (Caravaggio, el barroco holandés), un sonido especialmente cuidado (hasta en sus fundamentales silencios) o una banda sonora (de Mark Harven) de registros espeluznantes, ponen adecuado marco y altavoz a esta historia fantasmagórica de inevitables ecos prestigiosos, el ascético, el austero, el atormentado espíritu Dreyer por ejemplo, y de resonancias atemporales.

Y por supuesto, el clímax final, pese haber sido cuestionado por unos cuantos, me encanta.

 

José Luis Vázquez

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