Director: Lenny Abrahamson
Intérpretes: Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen, William H. Macy, Megan Park, Amanda Brugel, Sean Bridgers, Joe Pingue, Chantelle Chung, Randal Edwards, Jack Fulton, Kate Drummond
Sinopsis:
Para Jack, un niño de cinco años, la habitación es el mundo entero, el lugar donde nació, donde come, juega y aprende con su madre. Por la noche, mamá lo pone a dormir en el armario, por si viene el viejo Nick. La habitación es el hogar de Jack, mientras que para su madre es el cubículo donde lleva siete años encerrada, secuestrada desde los diecinueve años. Con gran tesón e ingenio, la joven ha creado en ese reducido espacio una vida para su hijo, y su amor por él es lo único que le permite soportar lo insoportable. Sin embargo, la curiosidad de Jack va en aumento, a la par que la desesperación de su madre, que sabe que la habitación no podrá contener ambas cosas por mucho más tiempo.
Un ejercicio de cine subyugante, pleno de intensidad y emoción contenida, de perturbación y claridad, de espontaneidad y precisión.
Extrae luz de las sombras… ese bien podría ser su titular. Parte de una premisa argumental generadora del mayor de los espantos y desgraciadamente muy conectada a la realidad, no precisamente una excepción, pues hechos acontecidos recientemente así lo atestiguan.
Del secuestro durante siete años de una mujer joven y su encierro en un pequeño habitáculo junto a su hijo de corta edad, 5 años, fruto también de la barbaridad y los despreciables excesos de su captor y desconocedor por tanto del espacio exterior.
Pero hasta del mayor de los horrores puede surgir la mayor de las esperanzas, y en esta ocasión lo personifica ese achuchable, querible crío que está despertando a la vida… y al mundo también. El hecho de que lo narrado, que esa voz en off expresando la percepción de las cosas sea la suya, su perspectiva, es un elemento que contribuye fundamentalmente al inevitable enganchón con lo narrado.
El actor encargado de darle recorrido pese a limitaciones espaciales o físicas, es un prodigio. Se llama Jacob Tremblay y es incomprensible que no haya sido nominado al Oscar, debido a esa regla discutible y relativamente reciente de que no puedan competir los menores.
Le da perfecta réplica, otra sorpresa descomunal, la cantante y actriz californiana de tan solo 26 años Brie Larson. Está inmensa, en los matices, en las miradas, en su fuerza interior, en su belleza física pese a la degradación y vejación ficticia.
Ambos establecen una relación forjada en el mejor de los sentimientos que pueda establecer una madre con su hijo y viceversa. De hecho, también, entre sus múltiples interpretaciones, se puede contemplar como una oda a las relaciones materno-filiales. Pero olviden cualquier atisbo de ñoñería, empalago o falso candor. No podría ser de otra manera. Sí, en cambio, han sido vertidas toneladas de sensibilidad y minuciosa observación.
Lenny Abrahamson mueve admirablemente la alquimista cámara en un habitáculo de 3 x 3 metros. La destreza técnica y el embellecedor recuerdo del chaval la convierten en algo mucho más amplio (una magnífica secuencia hacia el final confronta ejemplarmente esos dos puntos de vista con los que es percibida la susodicha habitación), fruto de esa idealización propia de la niñez… que se va haciendo añicos según uno va teniendo más consciencia del mundo real. A Jack le sucede más bruscamente que a otros, debido a ese episodio tan traumático que le toca vivir.
Son muchos los que dicen que la primera parte es superior a la segunda. Yo creo que no, que las dos están imbricadas, ensambladas con criterio, otorgándole la una a la otra definitivo sentido a lo expuesto. No ahorrando consecuencias tremendas para la estabilidad mental, pero a la vez resultando un inmejorable manual de aferramiento a la vida, a la supervivencia, a lo mejor de nosotros mismos.
Asisto a todos estos procesos expuestos, completamente asombrado desde los primeros compases hasta el final, me siento hipnotizado, sacudido en la butaca. Y ya ven, no hacen falta elementos distorsionadores, ni grandiosos efectos digitales, ni barullo a granel, ni exhibicionismo o grandilocuencia estériles.
Igual tendría que replantearme mi favorita para los Oscar, pero eso me suele pasar casi todos los años, según van haciendo su aparición los diferentes títulos que suelen conformar, en general, unas ternas verdaderamente… de Oscar.
De varios de ellos tendría que ser rociada esta elegante y estremecedora fábula alejada de cualquier exceso o convulsión, exquisitamente dirigida, que se erige desde ya mismo, estoy convencido, en una de las grandes películas de la temporada.
José Luis Vázquez
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