Es el turno de una de acción que exuda adrenalina y vértigo mareante, sofocante. Se presenta como un “remake” libre de LE LLAMAN BODHI, uno de los títulos de culto del cine noventero. Ni por lo más remoto alcanza al enérgico y brillante trabajo de la gran Kathryn Bigelow. Ni por dirección ni por carisma de sus intérpretes, ni por ritmo, ni por ningún otro motivo pese al lavado de cara y la espectacularidad de algunas de sus imágenes.

Sus carencias tratan de taparse con espectaculares secuencias de deportes extremos que acaban resultando repetitivas y exhaustivas, amén de inverosímiles tal y como están insertadas en la trama.

Esa estrella de más otorgada, que impide que alcance las cotas más bajas es debida al curre de especialistas y de técnicos digitales, porque lo que es en sí la historia, resulta un estomagante cruce entre pseudomisticismo y manual errático de inmersión psicológica.

Los actores resultan todos ellos átonos, a excepción de Teresa Palmer, en un cometido a idéntica altura intragable del resto de compañeros, pero que ella supera a base de belleza y saber estar ante la cámara.

Dirige Ericson core, fotógrafo de A TODO GAS, algo cuya huella se puede advertir en todo momento. Me temo que la saga de Vin Diesel y del malogrado Paul Walker está influenciando negativamente a decenas de productos que se quedan en la cáscara y que no hurgan en lo que importa, en la historia, las entrañas, el trazo de los personajes.

Un tipo de cine que acaba resultando inane, alejado de toda verosimilitud, fallero y de un ruidoso estéril.

Tan solo las piruetas y volatineras a base de todo tipo de deportes extremos, desde el surf al skate board, etcétera, y eso tan solo ocasionalmente, me generan algún mínimo interés.