Es una sandez. Ni tan siquiera el prólogo me resulta gracioso, más bien es un presagio de lo que vendrá a continuación, una indiscriminada y absurda sartenada de efectos digitales. Las interpretaciones son dignas de los razzies. Lástima que por ahí pasee el tipo Michael Caine (82 años), no sé si su presencia en este espanto es debido a la necesidad de continuar pagando facturas o a su aireada y legendaria tacañería (no he podido contrastar el dato).

A Vin Diesel el único que logró sacarle cierto partido fue el Sidney Lumet postrer de DECLARADME CULPABLE (FIND ME GUILTY), lo cual tiene un indudable mérito, pues no resulta nada fácil mostrar expresividad ante tanto músculo inane.