Director: Patrice Leconte
Intérpretes: Christian Clavier, Carole Bouquet, Valérie Bonneton, Rossy de Palma, Stéphane De Groodt, Sébastien Castro, Christian Charmetant, Arnaud Henriet, Ricardo Arciaga, Elisha Camacho, Martine Borg, Brigitte Lucas
Sinopsis: A Michel, un entusiasta del jazz, le basta encontrar un album raro para ponerse a escucharlo tranquilamente sentado en su salón. Pero el mundo entero parece tener otros planes para él: su esposa quiere hablarle, su hijo aparece de improviso, su vecino llama a la puerta, incluso su amante requiere su atención. Manipulador y mentiroso, Michel está desesperado por obtener algo de paz, pero hará falta mucha energía para que esa dulce mañana no se transforme en una verdadera pesadilla.
Más simpática que divertida, aunque ofrece algún momento hilarante, NO MOLESTAR es la enésima vuelta de tuerca a las tribulaciones de un ciudadano-tipo de mediana edad, burgués (o aburguesado, a veces es lo mismo) y galo. Algo así como una variante del gracioso personaje de DIOS MÍO, ¿PERO QUÉ TE HEMOS HECHO? No en vano, su actor protagonista es el mismo de esta, Christian Clavier, popular por otros papeles, sobre todo el de LOS VISITANTES ¡NO NACIERON AYER!, co-protagonizado en su juventud.
El parisino se erige en digno émulo o continuador de casi una tradición, particularizándolo en la comicidad gestual de su popular compatriota Louis de Funés, eso sí, rebajando considerablemente el permanente histrionismo bufo de este en favor de un también permanente “cabreo”.
El detonante motivo del malestar es en esta ocasión es la imposibilidad de que pueda escuchar tranquilamente, en el salón de su casa, su última adquisición melómana, una impagable y mítica grabación –ME, MYSELF AND I- de uno de sus ídolos jazzísticos.
Todo un desembarco de personajes, alguno de ellos existentes en su vida como consecuencia de esa propia condición (como el de esa sirvienta española encarnada con racial convicción por Rossy de Palma), que no harán honor precisamente al título de la película, no molestar. El original, UNA HORA DE TRANQUILIDAD, retrata aún más certeramente la premisa argumental de la que se parte.
La intención es destacar de manera sencilla y discretamente eficaz, el egoísmo del ser humano, de ahí su final como contraste o “redención”. Para ello, la obra teatral de Florien Zellier en la que está inspirada, ha sido igualmente revestida de ese tono ligero propio del vodevil resultón y con cierta clase.
O lo que es casi lo mismo, nos encontramos ante una sitcom, una comedia de situación… estirada, puesta al servicio de un reparto más que solvente, donde aparte de Clavier pueden disfrutar con la distinguida y guapa Carole Bouquet (la esposa), Valérie Benneton (la amante, salía en PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA) o Stephane De Groodt (el vecino polaco)
A que llegue a un moderado buen puerto, contribuye decisivamente el oficio del veterano cineasta –otro parisino- Patrice Leconte. Cuando está a punto de cumplir 40 años tras las cámaras y 30 títulos en su mochila, vuelve a hacer gala de amenidad y elegancia en una puesta en escena que casi lo fía todo a un espacio único, el piso del protagonista. También muestra sus credenciales dirigiendo a los actores.
Laconte es uno de mis profesionales favoritos de la industria del país vecino, dado su eclecticismo tanto temático como narrativo. Para el recuerdo títulos como su gran hito EL MARIDO DE LA PELUQUERA, MONSIEUR HIRE, EL PERFUME DE YVONNE, LA CHICA DEL PUENTE, EL HOMBRE DEL PUENTE, LA MATÉ PORQUE ERA MÍA (dentro de este mismo género de comedia) o RIDICULE.
Algunos colegas han vuelto a achacarle el espíritu burgués que destila esta nueva muestra del género allende los Pirineos, algo que por otra parte genera fácil identificación con una respetable porción de espectadores. Porque me da en la nariz que el común en estas sociedades occidentales en las que estamos instalados –reconózcase o no-, encuentra bastantes señas identificativas con lo aquí o en otras ocasiones reflejado, de hábitos y pautas de conducta acomodaticias, de esas de las que hace gala el protagonista.
Consigue el objetivo de hacerme pasar el rato. Y es de corta duración, apenas llega a los 80 minutos.
José Luis Vázquez
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