Director: Saul Dibb
Intérpretes: Michelle Williams, Matthias Schoenaerts, Kristin Scott Thomas, Sam Riley, Margot Robbie, Ruth Wilson, Alexandra Maria Lara, Tom Schilling, Eileen Atkins, Lambert Wilson
Sinopsis: Historia ambientada en los años 40, durante la ocupación alemana del ejército nazi en Francia. Gira en torno a un romance que surge entre Lucille Angellier, una campesina francesa que tiene a su marido prisionero de guerra, y un soldado oficial alemán.
Si muchos de mis colegas y aficionados al cine, reprochan a las adaptaciones de best sellers de Nicholas Sparks algo que en parte comparto, su “academicismo” y carácter de cine-fórmula, creo que de la misma manera, no se debería obviar tales calificativos a una producción por el hecho de ser europea -británico-francesa para más precisión- y de qualité.
Esta acaba constituyendo la virtud y el mayor inconveniente de esta sobria, contenida y finalmente aséptica historia de amores contrariados en tiempos de guerra. Concretamente, la acción está situada en plena Segunda Conflagración Mundial, durante la invasión nazi de un pueblo francés.
Basada en una novela descubierta, o para ser preciso el manuscrito incompleto, de la escritora de origen ucraniano Irène Némirowsky, fallecida de tifus en el campo de concentración de Auschwitz, es una lástima que se quede en lo decorativo y en lo superficialmente sentimental, no apurando más las interesantes aristas que presenta. Me refiero, principalmente, a esos comportamientos ruines de los que son tus compatriotas ante situaciones adversas.
Y es que como bien indica al inicio una frase, “si quieres saber de verdad cómo es la gente, empieza una guerra”. Pues sin tener afortunadamente, que haberlos vivido, los conflictos bélicos extraen amplificados la parte más noble y la más abyecta de nuestros congéneres. Esto la película lo narra por encima, pero hubiera sido de desear una mayor indagación al respecto. Las sí desplegadas por el clasicazo norteamericano de Jean Renoir ESTA TIERRA ES MÍA o la setentera producción de Louis Malle LACOMBE LUCIEN.
Ello no es óbice para que vuelva a quedar expuesta con suficiente claridad esa intrahistoria que es la que explica tantas veces mejor los hechos o los acontecimientos que mueven el mundo antes que los grandes o pomposos momentos.
Pero lo que definitivamente me acaba dejando relativamente tibio es la manera un tanto fría y gris marengo con la que es abordada la historia principal de pasión. Y es que en cine o en cualquier otra manifestación artística, a veces no cuenta tanto el qué sino el cómo… y éste resulta aquí un tanto plano y epidérmico, sin verdadera incandescencia.
No será achacable a que los actores proporcionados a su director, el inglés Saul Dibb (LA DUQUESA) no sean de altos vuelos pese a la todavía juventud de algunas de sus actrices, como la más que estimulante Michelle Williams, estadounidense de considerable belleza y cuya actuación se sitúa por delante del perfil con el que traza la cámara a esa paulatinamente arrobada Lucille Angelier.
También me sorprende el cambiazo físico de la emergente y explosiva Margot Robbie, una de las muchas gratas sorpresas de EL LOBO DE WALL STREET. Respecto al belga Matthias Schoenaerts (DE ÓXIDO O HUESO) o Kristin-Scott Thomas (EL PACIENTE INGLÉS), ya hace tiempo que están dando buena muestra de sus anchas tablas.
Me quedo por tanto, con la profesionalidad de este cuadro de actores y con una cierta factura clásica dominada por una corrección que impiden que alce el vuelo definitivamente hacia resultados más redondos.
José Luis Vázquez
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