Director: Rob Marshall
Intérpretes: Meryl Streep, Emily Blunt, James Corden, Anna Kendrick, Chris Pine, Johnny Depp, Lucy Punch, Christine Baranski, Tammy Blanchard, Daniel Huttlestone, Tracey Ullman, Mackenzie Mauzy, Billy Magnussen, Lilla Crawford, Richard Glover, Simon Russell Beale, Joanna Riding, Annette Crosbie
Sinopsis: El musical entremezcla los argumentos de distintos cuentos de los Hermanos Grimm -como Cenicienta, Caperucita Roja o Rapunzel-, al tiempo que explora las consecuencias de los actos y deseos de sus protagonistas.
“Mi casa era una pesadilla, la tuya es un sueño perpetuo”… le espeta irónicamente una Cenicienta desengañada a un promiscuo príncipe azul, divertidamente encarnado por Chris Pine. Definitivamente, las historias Disney de última generación –añadan la reciente y espléndida MALÉFICA- han cogido un sesgo de lo más sombrío y hasta siniestro, a tono con este tiempo de confusión y cambio de ciclo que vivimos. Al respecto, el color del logotipo o cabecera de la factoría resulta suficientemente esclarecedor.
Vamos, que los cuentos de hadas de toda la vida, otrora todo azúcar y relativa bondad, pues los malos de la siempre se las traían, están siendo reescritos para contarnos que esos reinos de eterna felicidad ni muchísimo menos eran o han sido nunca tales. Como la vida misma.
El experimento de INTO THE WOODS de ofrecernos una visión de los mismos desde una óptica inusual no deja de ser un tanto arriesgado, puede inclusive que aburra a los niños, pero el empeño se salda con buena nota por diversos motivos. Porque los actores se muestran de lo más simpáticos y desenvueltos, porque los efectos especiales a la vieja usanza resultan eficaces y porque el mullido y lóbrego diseño artístico me parece muy atractivo.
Conviene, eso sí, que vayan perfectamente informados de lo que van a ver para que no les pille de sorpresa nada que no sea el propio argumento. Claro que hoy en día, con la exhaustiva información previamente facilitada sobre cualquier estreno, no creo que resulte un problema. Tan solo hace falta que consigan participar de la señalada reescritura y el extraño cruce de este tipo de narraciones en las que también se acaban comiendo perdices, pero llegando a ellas de otra manera y con comensales inesperados.
No seré yo, devoto de cualquier género, mixtura o registro, quien proteste ante el nuevo cariz de estas propuestas, a condición por supuesto, que me sigan ofreciendo talento, imaginación y entretenimiento en respetables dosis, como es aquí el caso.
Puede que no menos cierto sea que esta inclasificable producción seguramente disgustará a muchos por diversos motivos. Comenzando porque estamos ante un musical preferentemente cantable antes que coreográfico, por ciderto con letra y música del referencial en los años setenta Stephen Sondheim (FOLLIES, A LITTLE NIGHT MUSIC, SWEENY TODD). Y continuando porque ofrece de sopetón un “pack” de cuatro por uno. Es decir, convergen CAPERUCITA ROJA, LA CENICIENTA, JACK Y LAS HABICHUELAS MÁGICAS y RAPUNZEL (del cual hemos visto hace no mucho una notable versión blanca y animada). Tal vez la compota pueda resultarles excesiva.
Y es que, juntos y hasta revueltos, se puede asistir a una reunión de familias disfuncionales, hijos abandonados, repelentes niñas con caperuza, príncipes ligeros de cascos, galanes de pacotilla o heroínas desencantadas, inclusive brujas de enorme atractivo. Son algunos de los personajes que conforman este renovado catálogo de protagonistas de tantas y tantas generaciones infantiles.
Especialista en el género, el estadounidense Rob Marshall, ha llevado a cabo un aseado trabajo puesto preferentemente al servicio de un libreto de gorgoritos y literario francamente vistoso.
Tan solo baja ligeramente su ritmo en la parte final, pero aún así, lo resultante de esta adaptación de Broadway es más que estimulante.
Pese a lo expuesto, me temo que resulte antipática para el gran público.
José Luis Vázquez
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