Director: Ridley Scott
Intérpretes: Christian Bale, Joel Edgerton, Aaron Paul, Sigourney Weaver, Ben Kingsley, Emun Elliott, John Turturro, María Valverde, Anton Alexander, Indira Varma, Ben Mendelsohn, Golshifteh Farahani, Hiam Abbass, Kevork Malikyan, Andrew Tarbet, Aaron Neil, Anna Savva, Barrie Martin, Gerard Monaco, Ghassan Massoud
Sinopsis: Biografía sobre Moisés, uno de los más importantes personajes bíblicos, y que lideró el éxodo de los judíos por Egipto.
Vuelvo a disfrutar con esta revisión del éxodo de Moisés y el pueblo hebreo, cincuenta ocho y años después de ser filmada la mejor versión hasta el momento del asunto, la de Cecil B. De Mille de 1956, constituyendo a su vez la misma un remake de la magnífica que el propio y megalómano director realizara en pleno esplendor del cine mudo.
De megalómano también se le ha acusado en varias ocasiones al director de ésta, el verdaderamente grande Ridley Scott que, emotivamente, dedica este trabajo a su hermano, también cineasta y bueno, Tony, fallecido hace dos años.
Qué bien se desenvuelve en terrenos de este tipo, en epopeyas, en épicas históricas. Y qué curioso, que desde hace años se le viene cuestionando por tantos colegas y aficionados por no ofrecer títulos tan rompedores como con los que iniciara su carrera, LOS DUELISTAS, ALIEN EL OCTAVO PASAJERO y BLADE RUNNER. Como si narrar impecablemente historias de cualquier tipo, pese a algún ocasional traspié (TORMENTA BLANCA, HANNIBAL), no fuera mérito idéntico. Pues miren, desde LA SOMBRA DEL TESTIGO y BLACK RAIN, hasta esta, o la imprescindible GLADIATOR, THELMA Y LOUISE, AMERICAN GANGSTER, BLACK HAWK DERRIBADO, RED DE MENTIRAS o las subvaloradas EL REINO DE LOS CIELOS y ROBIN HOOD, su currículum resulta uno de los mejores que se puedan exhibir en la actualidad, aparte del de los grandes maestros.
EXODUS… se desmarca de su ilustre antecesora y se apega a la más colosal realidad y a estos tiempos digitales. Pero lo hace sin por ello renunciar a cuestiones con miga y enjundia. A establecer paralelismos con lo que sucede en esa geografía tan caliente del planeta donde se desarrollan los acontecimientos. O a presentarnos una visión del Dios del Antiguo Testamento atrevida y nada complaciente, representado por la figura de un niño caprichoso, arcaico, vengativo. Además, no es tan “proselitista” y hasta podría parecer algo belicosa en su planteamiento.
Como siempre, en la que es una de la que es una de sus más celebradas virtudes, su contundente imaginería visual, vuelve a apabullar. Crea mundos, atmósferas con la cámara como pocos o casi nadie en la actualidad. Y utiliza los efectos especiales con sentido y fulgor. Puede apreciarse en cómo están expuestas las plagas, veinte minutos de puro virtuosismo. O en la apertura de las aguas de Mar Rojo, amparándose casi en explicaciones científicas, un terremoto submarino las aparta y un tsunami las vuelve a restituir ante el paso del ejército egipcio.
También su visión del héroe central de la historia no tiene que ver con la más firme y menos dubitativa del legendario Charlton Heston. Aquí, un como está siendo norma, extraordinario Christian Bale, confiere al personaje dudas, incertidumbres, titubeos más propios de esta era de confusión. En cualquier caso, ambas igualmente apasionantes y legítimas.
Continúa acentuándose su rivalidad con el faraón Ramsés, en aquella un calvo vocacional Yul Brynner, aquí el ocasional Joel Edgerton, que basa su interpretación en una presencia imponente y en un predominio de gestualidad facial y corporal.
Del resto de secundarios fugaces, con papeles de poca chicha, tal vez uno de los “defectillos” de esta puesta al día, sobresale una española, María Valverde, una más que digna sucesora de Yvonne De Carlo como Séfora, la esposa de Moisés. Las escenas de intimidad entre ambos desprenden muy buena sintonía y calidez.
Los escenarios naturales españoles escogidos para sus rodaje, desde Almería, el desierto de Tabernas, hasta Fuerteventura, pasando por los estudios alicantinos de la Ciudad de la Luz, son todo un hallazgo.
Otro motivo para estar contentos con lo aportado desde la piel de toro, es la excelente banda sonora de registros diversos. Debida a Alberto Iglesias, compositor habitual de Almodóvar y consolidado en la industria hollywoodiense desde hace años, acumulando hasta la fecha tres nominaciones a los Oscar y diez Goyas.
Por ponerle algún pero, aparte de la ya mencionada escasa relevancia del resto de personajes que palidecen ante los dos protagónicos, tal vez habría que buscarlo en que la primera media hora está narrada con cierta precipitación, de ahí algunas bruscas elipsis señaladas por alguno de mis colegas. Por ejemplo, como es despachada la desaparición del faraón Seti. No me extrañaría nada que, al igual que sucediera con EL REINO DE LOS CIELOS, nos encontremos dentro de poco con un remontaje de Scott, con hora u hora y media de material desechado.
Lo importante es que pese a algunos de estos reparos, antepongo algo que para mí es fundamental cuando me siento en la butaca ante una producción de estas características, como es la de asistir a un espectáculo en toda regla, pura imagen en movimiento. Absorbente, deslumbrante, adictivo.
José Luis Vázquez
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