El lado sentimental de Wilder aflora en esta ocasión con mayor y más disimulada evidencia que nunca cuando tras someter a su bostoniano protagonista a los tambaleantes envites de la extroversión mediterránea, toma partido enredándole en una impensada historia de amor que pulveriza sus corsés puritanos y engreídos. Sol, hedonismo e ingeniosos y, como siempre, punzantes diálogos de la sabia y veterana mano del autor de EL APARTAMENTO y de su inseparable co guionista I. A. L. Diamond. 

Y, además, SENZA FINE. Y la inefable familia Trotta. Y ese eficiente, solícito y discreto gerente de hotel encarnado gloriosamente por Clive Revill. Y un diplomático estadounidense diríase que primo hermano de Henry Kissinger. Y un top less cómo para no olvidar. Y una encantadora gordita feliz zampándose varios helados ante unos cariacontecidos rapazuelos que ya se veían con ellos en sus bocas. Y esa luz tan especial de verano que baña una preciosa, peculiar y, al fin y al cabo, romántica Ischia.

Sin duda, es una de las obras maestras indiscutibles del genial cineasta norteamericano, repleta de vitalidad, causticidad, profundidad para retratar la condición humana, sentido del humor y un hermosísimo canto a las buenas costumbres alejadas de latosas y superables moralidades.