Estreno en Royal City

 

La vida de Adèle (2013)

Director: Abdellatif Kechiche

Intérpretes: Adèle Exarchopoulos, Léa Seydoux, Salim Kechiouche, Mona Walravens, Jeremie Laheurte, Alma Jodorowsky, Aurélien Recoing, Catherine Salée, Fanny Maurin, Benjamin Siksou, Sandor Funtek, Karim Saidi

Sinopsis: A sus 15 años, Adele (Adèle Exarchopoulos) no tiene dudas en que una chica debe salir con chicos. Así que cuando una noche conoce y se enamora sin esperarlo de Emma (Léa Seydoux), una joven de pelo azul, sus sentimientos y su identidad se volverán confusos, y su atracción por una mujer, que comienza a descubrirla el deseo y el camino a la madurez, someterá a Adele a una serie de juicios por parte de familiares y amigos...

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 3 estrellas

No hay en mí, ánimo alguno de epatar o ir contracorriente con lo que voy a comentarles a continuación. Y es la de no compartir la euforia por LA VIDA DE ADÈLE mostrada por la casi totalidad de mis colegas, de innumerables cinéfilos y del jurado del Festival de Cannes que le otorgó el premio gordo, la Palma de Oro. Si dijera lo contrario, me traicionaría… y a eso no estoy dispuesto.

Destacan muchos de ellos la descarnada sinceridad y verdad que transpira y con la que ha sido contada esta historia de amor lésbico. No las pongo en duda, pero me fatiga y me resulta plomiza a ratos. Sus tres horas cinco minutos me parecen excesivas a todas luces, innecesariamente alargadas.

Sobre el tema podría señalar a bocajarro, sin pensarlo mucho, varios títulos que me gustan más o bastante más, como EL ASESINATO DE LA HERMANA GEORGE, LA ZORRA o LA CALUMNIA. Claro, ninguna de ellas muestra un sexo tan carnal y crudo como el aquí expuesto.

Llegado a este punto, me hago otra reflexión ¿por qué tiene qué ser un valor en sí mismo recrear cualquier situación segundo a segundo a su condensación o sugerencia? Es como si cada vez que haya escenas de comidas, tengan que tener la duración de lo que se tarda en dar cuenta de los alimentos, o si muestran a los personajes yendo en coche a cien kilómetros, hubiera que detallar cada uno de los tramos recorridos.

Lo dijo con gran ironía Gene Hackman en LA NOCHE SE MUEVE de Arthur Penn, refiriéndose a las películas de Rohmer y a cierto cine francés, “es como ver crecer una planta”. No es que esté precisamente de acuerdo, pues soy defensor de cierto cine francés, pero por otro lado, razón no le falta.

Este metraje está muy dilatado para contar una historia que se podría haber expuesto en hora y media ¿Qué esa era precisamente la intención de su director? Perfecto, también la mía en proclamar el cansancio que me acaba provocando.

Y además, si achacaba hace escasas fechas a la española LA HERIDA esa “manía” de escrutar con la cámara rostros y cogotes hasta el agobio, sería injusto no achacarle lo mismo a esta. ¿Que para varios eso es captar la verdad de los sentimientos? Vale, admito entonces mi embrutecimento y deformación hollywoodienses sin complejo alguno.

Dicho lo cual, evidentemente no es un trabajo a despreciar. Esa cámara exhaustiva y detallista en emociones muy interiorizadas, extrae momentos de gran intensidad. No tanto esa secuencia de diez minutos en la que las protagonistas hacen el amor de una manera absolutamente explícita, que bien podría rayar o figurar en un porno de lujo, y no expongo esto desde actitudes moralistas, faltaría más, sino a esa otra más destacable secuencia del diálogo de ambas en un bar, previa al definitivo final. O esos primeros encuentros entre ambas, o el descubrimiento de Adèle ante una compañera de clase de su verdadera condición.

Sin duda, Adele Exarchopoulos es todo un descubrimiento, un hallazgo de primera. A punto de alcanzar los 19 años –los cumple este próximo 22 de noviembre- esta guapa actriz gala de padre griego, es querida por el objetivo, desprende una gran capacidad seductora, fascinante. No es nada arriesgado augurarle un gran porvenir en el campo de la interpretación. Esa autenticidad que se achaca a sus escenas de sexo y que, ya digo, no cuestiono pero que me fatigan, se la adjudico sobre todo a esta joven actriz.

Es tal la intensidad de aquélla, que no es fácil advertir la estupenda interpretación que lleva a cabo una Léa Seydoux dulce, transparente, bella.

Me resultaría muy fácil ir a favor de unánimes reconocimientos y alabar sin reservas esta arriesgada producción del franco-argelino Bellatif Kechiche. Tampoco quieran ver caprichosas ganas de llevar la contraria porque sí. Es más, tal vez el comentario aquí vertido bien puede parecer más duro que la calificación real que le otorgo, un tres, aprobada.

Reitero, este tipo de hacer cine, a través de un objetivo sofocante, permanentemente pegado al rostro, no es precisamente mi favorito. Fíjense, en cambio, ese de grandes angulares y vistosos planos generales que achacaron algunos a LOS MISERABLES, me chifla. Cuestión de gustos.

Ah, y no todo lo que es explícito tiene por qué ser mejor. Me parece infinitamente más turbador un toque de cabellera de EL MARIDO DE LA PELUQUERA o el guante de Rita Hayworth en GILDA a la sexualidad aquí desplegada, aunque sea perfectamente consciente de que la verdadera intención de su autor, es la de mostrar una historia de amor desgarrada, triste, cruel, tierna, frontal, sin contemplaciones. 

José Luis Vázquez

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