Estreno en Royal City

 

Los intrusos (1944)

Director: Lewis Allen

Intérpretes: Ray Milland, Ruth Hussey, Donald Crisp, Cornelia Otis Skinner, Dorothy Stickney, Barbara Everest, Alan Napier, Gail Russell

Sinopsis: Roderick y Pamela Fitzgerald son dos hermanos que casualmente dan con una casa abandonada. Decididos a comprarla, entran en contacto con un tal Comandante Beech. Tras llegar a un acuerdo, los hermanos se instalan en la casa, pero no tardan en descubrir que la nieta del Comandante, Stella Meredith, se niega a ver la casa ocupada por extraños, y que extraños sucesos tienen lugar en el interior de la misma.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Mucho, demasiado tiempo estuvo oculta para los cinéfilos españoles esta joya del horror clásico con serias incrustaciones del mejor suspense, pues ni más ni menos que casi cincuenta años tardaría en ver la luz en nuestras pantallas. Debió parecer un tanto perturbadora en su momento esta historia de fenómenos paranormales, casas encantadas o fantasmas, como prefieran.  

Precisamente THE UNINVITED sería un título pionero en abordar estas cuestiones, el de los fenómenos parapsicológicos, haciéndolo por primera vez de una manera se podría decir, si vale la expresión, más madura y rigurosa, o si prefieren, sin astracán. Para las antologías, presenta la primera sesión de espiritismo vista en una pantalla. 

Es, probablemente, el tipo de terror que más me gusta, sugerente, atmosférico, y con unos efectos especiales absolutamente sobrios y que tal vez hoy en día provoquen cierta sonrisa –esa figura neblinosa- pero que resultan de lo más efectivos e inquietantes.

El inteligente guion de Dodie Smith y Frank Partos, basado en la novela de Dorothy Macardle, una escritora defensora de la causa irlandesa y amiga del mismísimo Eamon de Valera, otorga a la historia un toque muy atrevido y moderno para la época. Tendría que contrastarla con algún que otro título, pero creo que es la mejor película de fantasmas que he visto hasta la fecha, si obviamos dos obras maestras insuperables, dos fantasías románticas de exquisita y extrema delicadeza, JENNIE y EL FANTASMA Y LA SEÑORA MUIR.  

Al igual que estas, contiene algunas frases que no tienen desperdicio, como esa que dice “no es que haya aquí más fantasmas que en otros lugares. Es solo que los lugareños de esta zona son más conscientes de ellos”. La agradable y evocadora voz en off de Ray Milland (EL HOMBRE CON RAYOS X EN LOS OJOS) es la encargada de ponernos en situación.  

Y el aquí al que se refiere es un lugar de la costa inglesa, al lado de “las orillas encantadas”, en el que está ubicada la inquietante mansión protagonista, Windward House, en pleno acantilado, algo que confiere más bruma y misterio a este relato de inevitables tintes góticos. Les digo más, pueden fácilmente advertir en su envoltorio aires y ecos de REBECA.  

Les garantizo secuencias, sí, adorablemente vetustas, pero de un encanto y de una fuerza bellamente persuasiva y fascinante. Así como de pasada podría indicarles: esa habitación en la que de repente baja la temperatura, ese aroma que impregna la estancia, esas flores que se marchitan o los sollozos del espectro.  

Dicho mérito debe figurar, principalmente, en el haber de su director, el imaginativo Lewis Allen, uno de esos estupendos directores hollywoodienses de la época dorada, despachados simplemente como artesanos pero que eran mucho más que eso, eran creadores en toda regla, pero sin pedigrí, ellos mismos no lo buscaban, se conformaban con realizar su trabajo todo lo irreprochablemente que podían. Pero éste artesano, tras debutar con esta maravilla en 1944, firmaría otras dos más dentro del cine policiaco, MISTERIO EN LA NOCHE y EL MISTERIO DE UNA DESCONOCIDA. Y tiene varias más.  

Encabezando el reparto el citado y reputado Milland y dos mujeres de considerable magnetismo, Ruth Hussey en el papel de su hermana y la bellísima Gail Russell (ÁNGEL Y EL PISTOLERO) como su amada. Precisamente la parte sentimental aporta cierta ligereza a un conjunto en el que la fotografía e imágenes oscuras de Charles Lang, nominada al Oscar, es otro de sus bastiones.  

No me extraña que al maestro de la elipsis y la insinuación en el género, al gran Jacques Tourneur, avalara este inclasificable y modesto exponente de presupuesto de enorme creatividad, modelo y referente para montones de títulos posteriores.  

José Luis Vázquez

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