Director: Todd Haynes
Intérpretes: Julianne Moore, Xander Berkeley, Dean Norris, Julie Burgess, Peter Friedman, Susan Norman, James Legros, Jessica Harper, Janel Moloney, Jodie Markell
Sinopsis: Carol (Julianne Moore), un ama de casa que lleva una vida idílica, empieza a mostrar los síntomas de una misteriosa enfermedad que padeció un conocido suyo y que le causó la muerte. (FILMAFFINITY)
SAFE (pronúnciese seif) no es una película fácil, ni complaciente, ni demasiado obvia, ni de usar y tirar. Es más bien compleja, de ambigüedad buscada, reflexiva, elaborada formalmente en su aparente sencillez, arriesgada pero sutilmente cauta… o no explícita del todo aunque lo sea… lo es de manera elegante y más que suficientemente expresiva.
Es el típico ejemplo de cine que puede originar confusiones generalizadas o prestarse a debates enriquecedores… incluso estériles. No ofrece demasiadas respuestas, aunque señala inequívocos síntomas de muchas cosas.
Muestra una clara vocación e intencionalidad en su estilo formal. Filma el miedo que aqueja a tantas personas en esta sociedad de manera rigurosa y paciente, ese vacío y angustia existencial que atenaza a tantísima gente. Ese no tener emocionalmente el control de las cosas, de nuestra vida. Lo hace utilizando una adecuada medida tanto en su planificación como en el empleo del espacio. Y a través de algo tan difícil como la interiorización de un personaje, que en esta ocasión lleva a cabo magistralmente Julianne Moore.
Una Moore que con este obtendría su primer papel protagonista, rol que volvería a repetir con idéntico director en LEJOS DEL CIELO.
Al respecto, supone el segundo trabajo en la atípica, inclasificable y fascinante filmografía de su director, el norteamericano Todd Haynes, firmante de esas maravillas que son –mencionada en el anterior párrafo- LEJOS DEL CIELO y CAROL, estas sí ancladas en un género tradicional, el melodrama, que él reposiciona convenientemente al tiempo actual y aunque para su localización recurra a tiempos pretéritos.
Este descollante fruto de su incipiente talento necesito volver a verlo con calma pues, hace tiempo que lo visioné, casi un cuarto de siglo. La aspereza (“áspera en su forma, conmovedora en su fondo” he llegado a leer sobre ella tiempo después), inquietud, incomodidad que me dejó, valoradas convenientemente en su momento, deseo saber si continúan golpeándome.
Vista en 2019 cobra enorme actualidad por la carga medio ambiental que late en ese retrato femenino en primer término (padece Hipersensibilidad MCS, lo que provoca diferentes malestares en el organismo por el contacto directo o indirecto con sustancias químicas) y en la sociedad que refleja. Pero es valiosa por otras muchas cosas más.
Y, evidentemente, su autor entiendo que se posiciona claramente en algunos asuntos, como en cuestionar esa cultura de autoayuda y gurús que suelen responsabilizar exclusivamente al individuo de su situación. Ya saben, la insatisfacción en sí misma deviene en mercancía. Y a partir de aquí que cada uno se haga su propia versión del asunto o composición de lugar.
Lo que sí me parece una constante en su obra es la insatisfacción y la búsqueda de su lugar en sol por parte de sus criaturas, esas mujeres que no se sienten a gusto en su rol predeterminado. Y lo que resulta evidente es que rompe con las reglas tradicionales que Hollywood suele aplicar a sus heroínas.
No creo que sea demasiado errático afirmar que en el fondo y en primer plano trata sobre los terrores, cotidianos o no, del nuevo milenio, sobre esos miedos que probablemente nos hayan invadido siempre y que campan a sus anchas en la sociedad actual, con las peculiaridades propias de este tiempo, como el de una soledad cada vez más presente en cualquier lugar o cualquiera de nosotros. O en esa venta tan desaforada y engañosa de la búsqueda de la felicidad a través de medios materiales.
También incide en algunas de las enfermedades que más han requerido en este siglo de consultas médicas: ansiedad, depresión, incluso SIDA, tema latente en la obra de su director.
Está muy bien anclada ambientalmente, al situar la historia y la vida de la protagonista en un próspero y elevado socialmente Valle de San Fernando de la América reaganiana de los 80, en el que la tal Carol White lleva una vida desahogada, aparentemente despreocupada y segura, predecible y monótona. En quienes como ella son fruto de un capitalismo salvaje, lacerante, por poner un ejemplo entre varios, que se pueden manifestar por su desdén medio ambiental (lo cual actualiza considerablemente su “discurso”). Y por un entorno rígido, controlado.
Todo ello sirve para mostrar un sugerente fuera de campo emocional, de lo más perturbador a la vez.
El resultado del maridaje principalmente entre Haynes y Moore es esta obra insólita y fascinante en varios aspectos, algunos recogidos en lo que han leído anteriormente y otros que les toca descubrir y explorar a ustedes. Y que tras una primera hora progresiva y sutilmente tensa, brillantísima, da paso a otra algo ligeramente menos relevante, más “prescindible”.
Veré una segunda vez con indudable interés este viaje, este buceo a algunos de los padecimientos que nos aquejan, que nos herrumbran el alma en estos tiempos de vacío existencial (me he puesto muy antonionininiano –de Michelangelo Antonioni, vaya-, disculpen, esta regresión a los tiempos del cine de Arte y Ensayo me preocupa).
Pero para expresarme más en plata, informarles que esta es lo que el común de los espectadores suele denominar como película lenta. Las películas no son lentas ni rápidas, cada una tiene su propio ritmo; tal vez podrían ser definidas mejor como plomizas o aburridas y aceleradas o atropelladas. Y ahí lo dejo.
José Luis Vázquez
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