Director: Chris Buck y Jennifer Lee
Intérpretes: Animación.
Sinopsis: ¿Por qué nació Elsa con poderes mágicos? La respuesta le está llamando y amenaza su reino. Junto con Anna, Kristoff, Olaf y Sven emprenderá un viaje peligroso e inolvidable. En 'Frozen', Elsa temía que sus poderes fueran demasiado para el mundo. En 'Frozen 2', deseará que sean suficientes. Secuela de "Frozen. El reino del hielo" (2013), el film de animación más taquillero de la historia del cine, ganador del Oscar a la mejor película animada. Reunirá al mismo equipo artístico y técnico de la original. (FILMAFFINITY)
Cuando me enteré de que Disney iba a emprender una lógica y entendible –supongo que en buena medida por una pura cuestión crematística-secuela del -en todos los sentidos- arrollador éxito de FROZEN mostré para mí mismo un rictus un tanto contrariado, pese a tener fe ciega en casi todo lo que emprende esta multinacional apabullante, avasalladora; de idéntica manera, cuando leí hace escasas fechas las múltiples reseñas laudatorias de la crítica americana, volvió a aflorar en mí una sonrisa digna de Olaf, uno de los irresistibles y simpatiquísimos personajes que pueblan el imaginario de esta ya franquicia, y que en su segunda entrega, FROZEN II, logra el más difícil todavía, amplificar ligeramente, potenciar algo más, los méritos y virtudes de su antecesora… que ya fueran considerables.
Entenderán por ello el que no me haya generado duda alguna seleccionarla como el título más destacado del fin de semana y, sin duda alguna, será uno de los tres principales de esa Navidad que se encuentra ya a la vuelta de la esquina… pues estoy convencido que se prolongará y consolidará su caja registradora hasta entonces, la que se suponía con tino la fecha más apropiada del año para que ello fuera así, aunque seguramente se estrenara en el momento que se estrenara, no creo que se hubiera resentido la respuesta popular.
La animación vuelve a ser asombrosa. El género está llegando a unos niveles de efectos verdaderamente siderales, dignos de estos tiempos de revolución tecnológica, sobre todo si estos vienen avalados por la factoría del ratón Mickey. Por centrarme en esta cabeza de lanza de la industria, es de justicia reconocer que la beneficiosa influencia de Pixar en sus “entretelares” le ha sentado muy bien a la industria en general, pues de nuevo se ha concedido prevalencia a los creadores sobre los ejecutivos. Supongo que lo ideal es una oportuna mezcla de ambas tendencias, pero otorgando siempre prioridad a los primeros, a la preminencia de los artistas.
Vuelven a repetir el mismo tándem de directores de la primera, Chris Buck y Jennifer Lee, que vuelven a hacer otra demostración de virtuosismo y filigrana con unos movimientos de grúa o travellings de vértigo; al igual que su productor más visible, Peter Del Vecho, vicepresidente a su vez de la productora. Precisamente este último ha llegado a definir a su criatura, a su deslumbrante manufactura como una montaña rusa emocional, que es su concepto sobre lo que debe ser una película. No es mal planteamiento, desde luego, lo suscribo sin pestañear, aunque pueda también mostrar otros registros o ser poliédrico.
Sin desvelar demasiado de la trama, informarles que en esta segunda entrega nos acercamos a los orígenes de los poderes de Elsa, una de las dos princesas/reinas y de ciertos fundamentales antecedentes sanguíneos.
Como el propio Del Veccho ha manifestado los componentes son esta vez más sombríos y la paleta otoñal para retratar a sus personajes está asociada a su proceso de maduración. Todo requiere su dolor y su color para mostrar los logros, contrariedades y vulnerabilidades que nos asaltan a los seres humanos, e incluso navegando por este reino de la ficción más desbordante, incluso a los renos y muñecos de nieve.
Cuestionar el amor a primera vista, encontrar el propio lugar en el mundo o descubrirse a uno mismo son asuntos nada baladíes que puede encubrir, mostrar en primer término o sugerir una propuesta eminentemente familiar como esta, pero a la que nunca se debe ningunear o rebajar por sus contornos, envoltorio o aspecto.
Y, desde luego, resulta un espectáculo permanentemente bullicioso, vibrante, fastuoso, revelador (ese marco glacial poblado por figuras de hielo), trufado por canciones –de nuevo con la firma del tándem Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez- de lo más resultonas, simpáticas (la de un Olaf que vuelve a erigirse en toda una relampagueante estrella nevada, por ejemplo) o simplemente pegadizas… aunque probablemente ninguna alcance el enorme alcance de la original LET IT GO, pero se le aproximan mucho la preciosa THE NEXT RIGHT THING o la rockera LOST IN THE WOODS.
La fantasía (el encantado bosque de Noltuldra resulta un elemento indispensable) y un humor –en todas sus acepciones- blanco vuelven a ser elementos principales de una secuela que añade también unas oportunas gotas de terror y hasta algo de shakesperianas podredumbres familiares del pasado. Y se cuenta como valor seguro, al igual que ocurría con su antecesora, con un buen y generoso caudal de peripecias que no conceden placentera tregua.
Estupendo resulta su flash-back inicial y estupendo es su conjunto en general. Por los pelos respecto a TOY STORY 4, es la mejor producción animada vista por este cronista en este 2019. Desde ya se postula como ligeramente favorita a los Oscar, salvo sorpresa de última hora –como sucediera el año pasado con la formidable y sorprendente SPIDER-MAN: UN NUEVO UNIVERSO- o algún que otro hallazgo que por la razón que sea no haya asomado por las múltiples pantallas ciudadrealeñas de Las Vías.
No creo que quepa fallo posible en un porcentaje mareante si se la proponen a los más menudos de la casa (y a ustedes mismos, los mayores) de aquí hasta la Epifanía, aún después… y en el futuro y más allá.
José Luis Vázquez
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