"Encontrar a alguien es encontrar a alguien que tenga sentido para ti" (Camille Cottin)

Una producción francesa interesante que refleja las soledades sentimentales, emocionales, en las grandes y no tan grandes ciudades de las sociedades occidentales.

No es que tengan nada que ver en cuanto a su estilo, aunque tampoco difieren tanto, pero inevitablemente durante su visionado me ha venido a la memoria UN SOL INTERIOR (con la siempre espléndida Juliette Binoche), inspirada en el ensayo de Roland Barthes FRAGMENTOS DE UN DISCURSO AMOROSO. Ambas coinciden en hacer un retrato femenino –y en la que aquí me ocupa también masculina- de la dificultad de encontrar el verdadero amor en entornos urbanitas, ni tan siquiera en tantas ocasiones a alguien mínimamente adecuado o en el que nos complementemos.

La decepción suele ser la conclusión habitual, aunque TAN CERCA, TAN LEJOS no resulta tan rotunda en dicha conclusión, deja resquicios y posibilidades para rayos de esperanza a ritmo de música de baile. El título es muy acertado y está perfectamente elegido. Al poco de que transcurran unos minutos de metraje entenderán perfectamente el por qué.

Mediante montaje paralelo se centra en dos personajes treintañeros, Rémy y Mélanie, que viven en París. Los dos vienen de varias citas fallidas en el terreno sentimental; no así, o no tantas al menos en el profesional o laboral, algo también que se repite bastante frecuentemente en este tiempo de vidas aceleradas.

El cineasta Cédric Klapisch firmante de la exitosa COMO EN LAS MEJORES FAMILIAS o de esa estupenda trilogía Erasmus encabezada por UNA CASA DE LOCOS (L´AUBERGUE ESPAGNOLE) y completada con LAS MUÑECAS RUSAS y NUEVA VIDA EN NUEVA YORK (las tres protagonizadas con sus correspondientes intervalos por el eficaz y cotidianamente seductor Romain Duris) es el encargado de llevar a buen puerto, sin demasiados aspavientos y sin demasiado cabotaje esta historia pulcra, higiénica, que no hace gala de excesiva originalidad, pero que tampoco resulta del todo acomodaticio.

La emergente y estupenda -qué mirada más atractiva tiene- Ana Girardot (nieta de los pintores Antonio Otero y Clotilde Vautier, nada que ver con Annie Girardot,) y François Civil encarnan con convicción a estos dos desnortados sentimentales que pasean sus soledades por calles, locales y habitáculos, acumulando tropezones en eso hoy en día tan habitual como son los encuentros de parejas. Llevándolo a lo anecdótico Klapisch no hace sino acabar siendo generalista, al menos en una considerable porción de la sociedad que transita con el corazón un tanto oxidado, damnificado, decepcionado o rápidamente erosionado.

En esta exposición los desequilibrios provocados por esta era tecnológica no resultan ajenos a su autor y al co guionista Santiago Amigorena.

Se ve bien, con agrado y, según a qué tipo de espectadores, le puede tocar teclas identificativas.