Director: José Luis Garci
Intérpretes: Carlos Santos, Miguel Ángel Muñoz, Luisa Gavasa, Patricia Vico, Pedro Casablanc, María Cantuel, Macarena Gómez, Belén López, Raúl Mérida, Cayetana Guillén Cuervo, Luis Varela, Ramón Langa, Andoni Ferreño, Alfonso Delgado, Jacobo Dicenta, Samuel Miró, Susana Paz, Jero García, Daniel Huarte
Sinopsis: Seis meses después del suicidio del afamado sastre Narciso Benavides, una misteriosa y atractiva mujer casada visita a Germán Areta, prestigioso ex policía de la Brigada Criminal y ahora detective privado, para que inicie una investigación exhaustiva sobre el "Caso Benavides". La mujer está convencida de que el sastre, que era su amante, fue asesinado. Aunque su instinto le dice a Areta que la gente sólo mata por amor o por dinero, irá descubriendo que hay más motivos, y más de un sospechoso, para quitar de en medio al sastre... Precuela de "El crack" (1981), que narra de nuevo las investigaciones del detective Areta en los convulsos años de la Transición Española. (FILMAFFINITY)
“Los libros abrigan” (Carlos Santos)
“No olvides que las buenas chicas están sobrevaloradas” (Patricia Vico)
"-Hace más de cincuenta años ya lo decía Valle-Inclán, en España solo se premia lo malo. Y es una costumbre muy arraigada -Y no va a cambiar nunca" (Pedro Casablanc y Carlos Santos)
"Cuando le preguntes a alguien por un muerto lo importante no es lo que diga sino lo que no diga" (Carlos Santos)
"La investigación es como la política, el que no está contigo está contra ti" (Andoni Ferreño)
"Los detectives debemos cultivar el olfato" (Andoni Ferreño)
No le sienta mal al cine de José Luis Garci el blanco y negro, aunque no de ello pueda deducirse que cambia su estilo, el concepto de su elaboración. Pero es cierto que mi título favorito suyo, YOU´ARE THE ONE (UNA HISTORIA DE ENTONCES), estaba así fotografiado. Se suele rodear de muy competentes profesionales para ello, Raúl Perez Cubero en aquella ocasión y Luis Ángel Pérez en esta.
Esta vez un blanco y negro que no solo supone un claro homenaje al cine negro norteamericano de los 40, sino a los estertores del franquismo recordados por tantos de nosotros en esos colores con abundancia de tonos grisáceos. Al respecto, pasa la prueba.
Al menos remonta vuelo si la comparo con sus últimos y fallidos trabajos llevados a cabo ya hace un tiempo respetable, SANGRE DE MAYO en 2008 o HOLMES & WATSON: MADRID DAYS en 2012 (el que muchos pensamos que podía ser su triste testamento). Y me fastidia sinceramente manifestar esto. Porque aparte de que Garci me cae francamente bien, que me parece un gran escritor/a veces guionista y que sea probablemente el mejor crítico de cine español, algunas de sus películas –la anteriormente citada, EL ABUELO o el primer CRACK- cuentan con un considerable aprecio por mí parte. Pero todas adolecen de varios defectos, que se han convertido en marca de fábrica de virtud para algunos y de lastre para otros, entre los que me posiciono.
Repaso la reseña del colega de Miguel Ángel Palomo, y pese a que yo tal vez me acabe mostrando ligeramente algo más magnánimo, la suscribo completamente. Extraigo algunos párrafos: “el olor a naftalina está presente en cada secuencia de este filme que se mueve a trompicones… Personajes que lanzan concienzudas sentencias y que disertan como sujetos literarios decimonónicos… Una inmovilidad visual que riega la película hasta anquilosar sus imágenes…”
En estos asertos se encuentra lo que más le suelo reprochar casi siempre. Me refiero a unas puestas en escena estáticas, apagadas; carentes de viveza, ritmo o fluidez; acompañadas de unos diálogos que lo que en el cine norteamericano clásico sonaba a autenticidad en su caso me zumban a impostados.
Y aunque EL CRACK CERO no se libra de ese sambenito muestra una serie de detalles que la rescatan del naufragio. Por ejemplo, algunas de las frases que espetan los personajes (las alusivas a la idiosincrasia española son muy afortunadas), que escuchadas aisladamente ofrecen ingenio. O la afortunada de elección de Carlos Santos para encarnar al introvertido Germán Areta, en la que supone –creo recordar- la primera precuela del cine español, tras aquellos dos CRACKS ochenteros que tanto hicieran por darle un nuevo giro a la carrera del gran Alfredo Landa. Creo que de vivir el pamplonica podría haberse sentido satisfecho de tan digno antecesor postrero.
Claro que lo que también pasa es que a veces no se vuelve a librar de sentirse afectada y damnificada por esas pausas y silencios con los que el cineasta madrileño suele rociar sus películas. En algunas ocasiones resultan agotadoras. Como también lo es su ampulosidad, esa autocomplacencia en parlamentos graves, lapidarios (no están insertados con naturalidad, me resultan forzados), autoconscientes de su importancia.
Pero bueno, no se puede negar que el reparto que de nuevo se da cita es de nivel, al menos su dicción es adecuada, se les entiende. Es de justicia destacar a Miguel Ángel Muñoz (su ayudante, el Moro), Luisa Gavasa (Molly), Pedro Casablanc (el Abuelo, el equivalente a José Bódalo de las otras dos entregas) o una prestante Patricia Vico.
No justifico, en cambio, la aparición argumental de alguno de ellos, supongo que con la excusa de mostrarnos una sociedad con individuos depravados. Tampoco me gusta la secuencia de boxeo, un tanto cutrecilla (me resulta chirriantemente desigual el contraste entre el elevado sonido de algarabía y el escaso número de asistentes). Entiendo que es una producción muy de serie B, pero lamento que una época como la que retrata –la desaparición de Franco- no cuente como mejor asidero ambiental que una serie de planos generales de estampas urbanitas machaconamente acompasadas al ritmo de los gratos acordes de Jesús Gluck.
Dicho lo dicho y aunque pueda parecer lo contrario, EL CRACK CERO se deja ver. Claro que a condición de que tengan en cuenta lo anteriormente expuesto, su por momentos exasperante parsimoniosa narrativa y ese tono mortuorio, anacrónico que remite a un cine ya extinto. Si cuentan con todo esto, tal vez pasen un rato distraído, especialmente los cinéfilos veteranos y afectos al mundo (Somerset Maugham, James M. Cain, Manuel Alcántara, las veladas pugilísticas, Cole Porter –esta vez suena su ´You´re the top´, Raymond Chandler, Chamartín, Gijón) de quien obtuviera el primer Oscar a la mejor película extranjera o de habla no inglesa para España y hablada en el idioma de Cervantes. No se olvide esto último, pues aunque VOLVER A EMPEZAR no fuera tampoco para tirar de cohetes, ofrecía una serie de claves –profesor exiliado en Berkeley, Cole Porter de nuevo y su Beguin the beguine, nuestra Transición, esa pátina sentimental—que tal vez fueran las razones por las que los académicos hollywoodienses la tuvieron finalmente en cuenta.
Aquí los tiempos de clemencia han pasado y no sé si el público actual, me temo que no, dará alguna chanza a este retorno al cuadrilátero cinematográfico de uno de los nombres referenciales en tiempos de democracia (sus apuntes sobre este tiempo son sustanciosos).
Pese a todo lo expuesto, no negaré que posee un raro y vetusto encanto. Transmite la sensación de que Garci hace el cine que le apetece, que disfruta con ello.
José Luis Vázquez
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