Director: Adrian Grunberg
Intérpretes: Sylvester Stallone, Paz Vega, Marco de la O, Sergio Peris-Mencheta, Óscar Jaenada, Yvette Monreal, Adriana Barraza, Rick Zingale, Louis Mandylor, Jessica Madsen, Nick Wittman, Sheila Shah, Díana Bermudez, Atanas Srebrev, Aaron Cohen, Manuel Uriza, Owen Davis, Dimitri Thivaios, Genie Kim, Ricky del Castillo
Sinopsis: John Rambo (Sylvester Stallone) está en horas bajas y viviendo en un rancho en Arizona, pero cuando recibe la noticia de que su nieta ha desaparecido, tras haber cruzado la frontera a México para ir a una fiesta, Rambo decide ir en su búsqueda.
Hace treinta y siete años, en 1982, se estrenó uno de los títulos más populares del cine de acción de aquella década y tal vez de la historia en general, ACORRALADO en España, FIRST BLOOD en el original, o lo que es lo mismo, PRIMERA SANGRE, título de la novela de David Morrell en la que se basó. Una notabilísima propuesta dentro del género.
Es entendible entonces, que si su protagonista, guionista y posteriormente ocasionalmente director y productor (esta supone la quinta entrega de la saga, recuerden: ACORRALADO, RAMBO, RAMBO III, la más reciente JOHN RAMBO y ésta) ha decidido darle carpetazo al personaje la haya subtitulado LAST BLOOD… ÚLTIMA SANGRE.
Nada novedoso se van a encontrar aquí, siempre que no se considere como ello el nuevo cambio de escenario, el México violento de los carteles. Supongo que su creador ha pensado, seguramente con acierto, que sus seguidores esperaban un postrer capítulo con más de lo mismo: acción y violencia a granel, ajustes de cuentas, explosiones, hemoglobina y mucha caña. Vamos, lo solicitado a una producción palomitera de estas características, previsible pero eficaz.
Al igual que el Liam Neeson de 67 años de la excelente VENGANZA BAJO CERO (que en principio parece una más de su ciclo también vengador, pero que en realidad no lo es), Sylvester Stallone demuestra estar en una magnífica, envidiable forma a sus 72, pero creo que se impone una jubilación del personaje. Salvo una inesperada sorpresa, que nunca hay que descartarla en la vida en ningún aspecto, creo que Juanito Rambo –no me lo invento, se lo espeta uno de los malos, spanish para más concreción- ha llegado a su estación termini. Le deseo, como al héroe –aunque este según algunas informaciones no sea digno de ello- en el que se ha inspirado, que tenga un merecido descanso en algún apartado rancho… de Arizona o de donde sea menester.
A propósito de dicho individuo, informarles –y conste que les hago al tanto a muchos de ustedes, gente muy bien informada y muy cinéfila en cualquier registro- que su nombre es el de Bo Gritz. Un miembro de las fuerzas especiales norteamericanas, boina verde para más señas, veterano de Vietnam, que parece ser que en la vida real acabó con la vida de 400 personas en combate (quiero creer que sus límites se ciñen a ello, con ser por sí misma esa cifra una barbaridad), tan solo 104 menos que con los que ha acabado el ficticio Rambo en la gran pantalla. Una macabra anécdota que incorporo para darles a conocer los orígenes del individuo en cuestión. Parece ser que el angelito es un patriota redomado (algo perfectamente deducible de partida), lo cual es perfectamente respetable, pero no así en su perfil de racista cuidado, algo de lo que al menos su alter ego ficticio no hizo gala, salvo que en sus primeras entregas atacara con saña a los que habían sido enemigos asiáticos. La saña desde luego no la ha abandonado en ningún momento, y este postrer capítulo es una nueva demostración de ello.
Al menos Stallone (un tipo por el que siento sincero respeto, ahora sería muy prolijo explicarlo, ya habrá ocasión en otro momento… lástima que no puedan escuchar muchos su voz original, aunque hoy en día con las nuevas tecnologías caseras eso está subsanado completamente) se ha ceñido a hacer un retrato a tono con unos perfiles aunque igual de violentos, más tamizados en cuanto a lo sentimental.
Se rodea de un nutrido grupo de actores muy competentes, una buena parte de ellos españoles (no se olvide que la mayor parte del rodaje se llevó a cabo en las Islas Canarias), Paz Vega (una periodista independiente con un pasado familiar doloroso) y Sergio Peris-Mencheta y Óscar Jaenada como los sanguinarios hermanos Martínez (Hugo y Víctor). Dentro de la aportación hispana sumen la de la joven y muy guapetona Yvette Monreal y la veterana –ambas mejicanas- Adriana Barraza, que los más perspicaces la podrán recordar por su niñera Amelia Hernández de BABEL, papel que le valdría una nominación al Oscar como mejor actriz de reparto.
La imagen salvadora de cowboy en su inicio y estas dos últimas alivian algo tanto ruido y metralla de todo signo… hasta el punto de parecer el último tramo un slasher en toda regla. Un pequeño remanso en cualquier caso dentro de una producción que no creo que vaya a engañar a nadie mínimamente informado.
Si son afectos a este –se pongan como se pongan- icono de la cultura popular, convendría que esperasen a los créditos finales para disfrutar de algunas instantáneas de todos los títulos que conforman la serie.
José Luis Vázquez
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