Llevo mucho tiempo señalando que la cinematografía de un país es fuerte, entre otros aspectos, por producir una buena cantidad de títulos de calidad media, aceptable. Es el caso de la de nuestro país vecino, la francesa.

AL AGUA GAMBAS se viene a sumar a esa corriente, tendencia o evidencia. Aunque no tenga precisamente nada que ver con la reciente EL GRAN BAÑO, más bien fallida y pesadita, ésta otra muestra personalidad –discreta- propia y efectividad en algunos de sus pasajes más que humorísticos más bien sonrientes (aunque no siempre funciona en este registro, a veces por burda, otras por no muy bien medido tono paródico). Ello sin perder de vista en momento alguno su focalización, su punto de vista dramático. Algún colega –Javier Ocaña- ha señalado considero que con certeza sus concomitancias con la espléndida CAMPEONES de Javier Fesser. No creo que sus autores la hayan tenido en cuenta (o sí, vayan a saber) en su confección, pero está claro que se establece una espontánea conexión empática entre ambas en detrimento de la que me ocupa. Y trasladándose, eso sí, del mundo de la discapacidad al de la LGTBI.

Curiosamente, dentro del territorio convencional en el que se mueve presenta algunas peculiaridades, al hablar de ciertas actitudes intolerantes y homófobas localizadas en el propio colectivo homosexual. Estos apuntes me parecen que denotan cierto atrevimiento y audacia en el panorama de unos argumentos adocenados y estandarizados adscritos a este tipo de temáticas en los últimos tiempos.

Es pues, eso mal llamado cine comercial –creo que el término más ajustado sería el de popular… que no populachero- asequible a todo tipo de espectadores adultos, que desprende un mensaje de bonhomía y tolerancia a tener en cuenta.