Director: Gail Mancuso
Intérpretes: Dennis Quaid, Marg Helgenberger, Betty Gilpin, Kathryn Prescott, Jake Manley, Henry Lau, Abby Ryder Fortson, Ian Chen, Daniela Barbosa, Kevin Claydon, Arlene Duncan, Angela Narth
Sinopsis: Narra la historia de Bailey, un perro leal que encuentra el significado de su propia existencia a través de la vida de los humanos a los que les enseña a reír y amar. (FILMAFFINITY)
Me pongo de madrugada –como siempre que entran nuevos estrenos los viernes- frente al portátil a escribir esta crítica y –deformación profesional- compruebo que casi me sale sin pretenderlo el comienzo casi exacto de la que escribiera de la antecesora de esta película, TU MEJOR AMIGO, de la cual constituye secuela. De ahí que recupere y les adjunte a continuación dicha reseña. Y ahora me pongo a la que ahora importa, a ésta, que presenta numerosos puntos en común con el original, y no solo por una mera cuestión argumental.
Sí voy a respetar, con algún oportuno retoque, el comienzo previsto justo antes del flash mencionado y reincidente. Dice… Vaya por delante que no soy de mascotas ni jamás lo he sido, aunque me puedan caer simpáticas, principalmente las caninas. Y no todas, claro, me pasa con ellas lo que con las personas… hay de todo. Pero apenas sé cuidar de mí, imagínense si tuviera que tener una de ellas a mi cargo… por muy autosuficiente que fuera (estoy pensando en los gatos). No le arrendaría las ganancias o, mejor dicho, su mera supervivencia si de mí dependiera.
Con idéntica franqueza y sinceridad he de reconocer que me han solido gustar bastante las películas en torno a ellas, las de chuchos principalmente (obvio las ingentes de animación desde las maravillosas 101 DÁLMATAS a LA DAMA Y EL VAGABUNDO), incluyendo la reciente y titulada con el mismo genérico, MASCOTAS, cuya secuela está a punto de caer por las salas). Llegado a este punto es donde ya sí me repito casi al ochenta por ciento respecto a lo escrito con motivo del estreno del original de este díptico… Eso de que supongo que en ello tuvo que ver mi descubrimiento infantil de Rin Tin Tin (y el cabo Rusty, de grato recuerdo y prolongación, pues en un entrañable programa de radio de Onda Cero me presentaba así) o la popularísima “collie” Lassie. Por no hablar de los posteriores Beethoven, el dogo Hooch (de SOCIOS Y SABUESOS), Jerry Lee (el perro policía de SUPERAGENTE K-9) o el emotivo akita de la preciosa HACHICKO, incluso el Rex de la serie televisiva. La lista doy fe que es amplia y numerosa.
Resumiendo, este subgénero es una de mis pasiones perfectamente confesables, de la que no reniego en modo alguno.
En esta continuación, el notabilísimo –en ocasiones sobresaliente, magistral- Lasse Hallström ha cedido los bártulos de la dirección a la “televisiva” Gail Mancuso. Y queda claro que ésta, inteligentemente, se ha ceñido a continuar patrones preestablecidos y seguros que ya dejara trillados su ahora mecenas en calidad de productor.
Lo resultante vuelve a ser otro ejemplo notable de cine “ternurista”, sentimentalón (por favor, pese a la retranca irónica, entiendan estos dos calificativos en su sentido más positivo), sencillo, emotivo sin necesidad de tirar demasiado de efectos melodramáticos, pero sin renunciar a ello (¿por qué debería hacerlo… o es que solo les es permitido a los cineastas alternativos o a los que antes se denominaban de arte y ensayo?).
Continúa estando presente la sonrisa seductora –una de las mejores del cine- del veterano Dennis Quaid. Y, además, la solvencia de Marg Helgenberg (sustituyendo a Peggy Lipton) y el encanto y la frescura de su joven pareja protagonista, Katryn Prescott y Henry Lau. Y, por supuesto, la adorable y entrañable presencia de Bailey en sus diversas reencarnaciones caninas.
Es francamente bonita, ágil, amena y rica en situaciones dramáticas expuestas con naturalidad y sin aspavientos y narradas con accesibilidad a todo tipo de públicos. Me gustan también mucho la luminosa fotografía de Rogier Stoffers, la ensalzadora y conmovedora banda sonora del gran Mark Isham (NELL, EL RÍO DE LA VIDA, CRASH) o ese brillante contraste, de bucólica tarjeta postal en ambos casos, entre el campo y la gran ciudad.
Se le ha achacado cierta realización "telefilmera", algo en lo que no estoy de acuerdo, pero que, aunque así fuera, no me parecería en absoluto peyorativo ¿O acaso olvidamos la ingente cantidad de grandes tv movies… por no hablar de series?
Una produccióln familiar francamente agradable, apreciable y que puede resultar a muchos –a mí, desde luego- de lo más relajante. Ni más ni menos, ni menos ni más.
Crítica de TU MEJOR AMIGO:
Una grata e “inesperada” sorpresa es la que me llevo con este estreno.
En general me caen bastante bien los perros (me refiero a esos animalitos de común amistosos, dóciles e “irracionales), a excepción de los malotes, tal como me sucede con cualquier otra especie viva extendida por el globo terráqueo, e incluyo entre las mismas a la nuestra de dos patas (la más extendida, la misma que maneja torpe y lamentablemente el destino del planeta). También he de indicar que no me gusta tenerlos, debido principalmente a mi inveterada alergia al compromiso de cualquier tipo. Lo cual no quiere decir que mañana no me acompañe alguno. En esta vida he aprendido a no afirmar nada tajante, pues puede llegar el tío Paco con las rebajas y pillarme en un renuncio (por tanto, tampoco sentenciaré que no me casaré jamás).
Hecha esta confesión, sí en cambio manifiesto rotundo que en general me gustan bastante las películas con chuchos, desde aquél Rin Tin Tin televisivo hasta la mítica y preciosa collie Lassie hasta el akita (no, no es que entienda del tema es que esto del Google facilita mucho las cosas… y eso que yo me reconozco como muy torpón para moverme por esos lugares) de HACHIKO. SIEMPRE A TU LADO.
Precisamente con esta estupenda película comparte algo muy importante TU MEJOR AMIGO (A DOG´S PURPOSE), idéntico director, el sueco Lasse Hallström, emigrado desde hace casi veinte años al cine norteamericano para mayor gloria del mismo, incluyendo su última etapa… digan lo que digan, que diría el genial Raphael, la mayoría de los colegas de mi gremio.
De hecho, bien se le podría considerar el cineasta por excelencia de los canes, pues la película que le dio a conocer mundialmente, realizada todavía en su país de origen y aunque no trate en puridad sobre los mismos, sería MI VIDA COMO UN PERRO, nominada a dos importantes Oscar (producción de habla no inglesa y guión). No se olvide tampoco que ha sido el firmante de verdaderas maravillas como ¿A QUIÉN AMA GILBERT GRAPE?, LAS NORMAS DE LA CASA DE LA SIDRA, QUERIDO INTRUSO, ATANDO CABOS o CHOCOLAT. Y de otras tan sumamente bonitas como UN VIAJE DE DIEZ METROS o LA PESCA DEL SALMÓN DE YEMEN.
Últimamente se le achaca a este valioso y casi del todo (ha tenido algún patinazo como CASANOVA o EL HIPNOTISTA) reivindicable profesional que se ha reblandecido y vuelto demasiado convencional. No acabo de entender bien estos términos asociados a su cine, pues hasta en esos trabajos cuestionados lo que ha hecho me parece como mínimo francamente bonito. Me refiero por ejemplo a recientes trabajos protagonizados por estos amigos del hombre o sus adaptaciones de las novelas de Nicholas Sparks, QUERIDO JOHN y UN LUGAR DONDE REFUGIARSE.
Por ceñirme a la propuesta que aquí me ocupa, todavía me resulta aún más discutible cuestionarlo. Pues lo que hace es barnizar formal y narrativamente de amabilidad asuntos espinosos. Fíjense si no, con lo que se van a encontrar si se deciden ir a verla: maridos borrachos y maltratadores domésticos, historias de amor naufragado por cabezonas decisiones, carreras deportivas truncadas antes de su inicio profesional, afroamericanas esquivas al contacto afectivo, agentes de policía devastados por la soledad… ¡Ya me dirán!
Lo que no hace Hallström, amparado en guiones que así lo determinan de origen en buena parte, es no cargar las tintas sobre estas situaciones tan melodramáticas sino conferirles afecto, positividad y mucha humanidad.
Y anda que la historia aquí expuesta no se prestaba a desafueros emocionales de todo tipo. Pero una vez más se contiene sin por ello dejar de ser sobriamente emotivo. La explosión final de aplausos, sobre todo de los más pequeños, tras finalizar su proyección es de lo más esclarecedora al respecto.
Tengo claro que un cine directo, sencillo, muy cuidado, bien contado, con el que no pretende ir de nada sino hacer pasar un rato lo más agradable posible al espectador manejando sentimientos primarios. Conmigo lo consigue, así de elemental soy.
Al igual que me pasó este verano con la subvalorada y excelente UN DON EXCEPCIONAL, bajando un escalón de calidad eso sí, consigue atraparme en su tela de araña legítimamente sentimental.
Ah… Y qué alegría volver a reencontrarme una vez más con la amplia y envolvente sonrisa de ese buen actor que forma parte de mi educación sentimental llamado Denis Quaid, ya en la mediana de los sesenta (parece mentira). No es que salga mucho, pero lo suficiente para constatar el paso del tiempo y los errores del pasado.
Por supuesto el que cumple con creces es el cuadrúpedo, de nombre Bailey en la ficción, aunque se presente con más nombres, porque esto como ya se ha desbrozado por parte de tantos va de reencarnaciones caninas.
Tengo la sensación que pasarán bastantes años y esta oda a las mascotas (de plena moda cinematográfica como constató el éxito de la animación de idéntico título) la podré/se podrá ver con sumo agrado. Avisados quedan esta vez… para bien. Si no se ponen muy propios –incluyo a los que detesten a los animalitos- y si la ven sin prejuicios creo que pueden pasar un buen rato unos cuantos de ustedes… Dirigirse a una masa informe no es nada fácil… de ahí que siempre hable en primera persona, así al menos nunca me decepcionaré a mí mismo, de otra manera correría el riesgo de no gustar a los demás ni a mí mismo.
José Luis Vázquez
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