Evidentemente la comedia italiana hace tiempo que no vive un período de esplendor como el que gozara en la década de los 50, 60 e incluso primeros 70. Pero no es menos cierto que, aun con cuentagotas, continúa mostrando de vez en cuando su buena forma. Por recordar algún título reciente visto en Ciudad Real, ahí están SI DIOS QUIERE, AMOR A LA SICILIANA o LOCAS DE ALEGRÍA del excelente Paolo Virzi, firmante igualmente de una de las mejores disecciones (junto con BLUE JASMINE de Woody Allen) sobre la última crisis económica padecida en Occidente, EL CAPITAL HUMANO.

Es el turno del cineasta y guionista Riccardo Milani, que comenzara en el oficio como asistente de dirección de los grandísimos Mario Monicelli y Nani Moretti. Su debut tras las cámaras se produjo en 1979 con la por mí desconocida AUGURI PROFESSORE (algo así como SALUDOS PROFESOR). Desde entonces ha alumbrado otros seis trabajos contando el que me ocupa, cuyo título original viene a ser algo así… COMO UN GATO EN UNA CARRETERA DE CIRCUNVALACIÓN, protagonizado por una pareja de cómicos televisivos (es un medio que Milani conoce muy bien), Paola Cortellesi (su esposa desde 2011 en la vida real, tras nueve años de compromiso) y Antonio Albanese, la misma que interpretara su anterior película fechada dos años antes –en 2015, ésta es de 2017, nos ha llegado con retraso- no estrenado en España, MAMMA OR PAPÀ (“remake” de una cinta francesa de 2015 sobre una pareja divorciada que lucha por la “no custodia” de sus tres hijos). Todavía pendiente de estreno por estos pagos aguarda MA COSA CI DICE IL CERVELLO fechada en este 2019, la que sería hasta la fecha su novena obra.

Parte de una premisa sencilla, pero que se revela de lo más eficaz, como es la del político que predica una cosa que no acompaña con el ejemplo. El encarnado graciosamente por Albanese es uno muy bien instalado –vía Parlamento Europeo-, acomodado, que teoriza sobre la gente de los suburbios, pero que no acaba de practicar precisamente con el ejemplo. Hasta que en su camino se cruza una cajera de esa geografía urbana y su propia hija de 13 años, que se enamora del vástago de aquella. Y hasta aquí puedo contar pues este es prácticamente el inicio, aunque el resto se lo pueden imaginar.

Pero en este como en otros muchos casos, lo que importa no es precisamente el “qué” sino el “cómo”. Esa rica pintura de ambientes y variada de personajes que aparecen en las vidas de estos dos maduritos antagonistas. Por ejemplo, no tienen desperdicio ese mecánico contrariado ante lo que oye o esas gemelas llamadas como las protagonistas de la mítica DALLAS, Pamela y Sue Ellen (Victoria Principal y Linda Gray, no mucho que ver con las rebautizadas), tías del chaval. Por cierto, las encargadas de interpretarlas, Alessandra y Valentina Giudicessa, fueron arrestadas en julio de 2018 por robo de perfumes en una tienda romana y en febrero de 2019 por hurtar ropa de diseñador por un valor aproximado de cinco mil euros. Si ven la película, entenderán la explicación del dato del que les acabo de informar. Y no deja de ser, por otra parte, un ejemplo casi de coherencia respecto a lo visto en pantalla.

La diversión, la sonrisa, está garantizada durante una buena parte de su metraje. Algunos de sus apuntes satíricos cumplen con creces su objetivo. Desprende además una simpatía y bonhomía que no resultan cursilonas. Y su buen ritmo no decae en ningún momento.

Lástima, eso sí, que si la escuchan en la versión doblada no puedan disfrutar del marcado acento romano de sus protagonistas (me lo ha chivado una muy buena y querida amiga, Valeria Riva), acentuado por el contraste urbano de sus intérpretes. Algo así, como escuchar a alguien de Serrano o de Vallecas.

Altamente satisfactoria, estimulante y francamente distraída. El histrionismo de sus intérpretes está justificado por el propio carácter de los personajes, sobre todo en su vertiente transalpina.