Estreno en Royal City

 

El Gordo y el Flaco (Stan & Ollie) (2018)

Director: Jon S. Baird

Intérpretes: John C. Reilly, Steve Coogan, Bentley Kalu, Nina Arianda, Danny Huston, Shirley Henderson, Rufus Jones, Susy Kane, Stephanie Hyam, Charles Walters, Ella Kenion, Joseph Balderrama, Sophie Wardlow, Michael Haydon, Roger Ringrose, Julie Eagleton, Stewart Alexander, Andy Mihalache

Sinopsis: Stan (Steve Coogan) y Ollie (John C. Reilly), conocidos en castellano como "El gordo y el flaco", se embarcan en su gira de despedida ahora que su época dorada parece haber quedado anclada en el pasado. Con la ayuda de sus respectivas mujeres, Lucille (Shirley Henderson) e Ida (Nina Arianda), ambos logran conquistar al público de las salas de Reino Unido gracias a su peculiar manera de interpretar y de entender el mundo. Este biopic ahonda en la personalidad de ambos personajes y en las circunstanci

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Esto de no poder ver los estrenos en premieres como sí lo hacen en cambio los colegas madrileños y catalanes provoca que los críticos de provincias vayamos casi siempre al rebufo de lo que escriben o comentan nuestros hermanos mayores. A veces ejerce influencias lo leído, otras no. Respecto a las primeras lo importante es tomar nota de lo que se considere oportuno o adecuado sin tratar de que afecte al criterio propio, ni tener que copiar sistemáticamente.

Leo de Carlos Boyero un titular de su crítica, no solo acertado, sino que remite a un maravilloso documental de 1961 dirigido por Robert Youngson que abordaba de manera nostálgica los orígenes y a algunas de las estrellas del cine silente. Su título, RISAS Y SENSACIONES DE ANTAÑO. Casi no puede ser más evocador y nostálgico. Estupenda elección la suya al recuperarlo.

Por supuesto, en el mismo no podía –hubiera sido un pecado de lesa humanidad artística- dejar de incluir algunos pasajes de dos de los más grandes comediantes de aquélla época y de la historia del cine en general, Oliver Hardy –estadounidense el uno, un tiparraco de 1,90 y 180 kilos- y Stan Laurel –inglés el otro, más menudo-, o lo que es lo mismo, los popularísimos el Gordo y el Flaco.

Seguramente a las nuevas generaciones, su humor les resulte desconocido pese a las inmensas oportunidades que tienen hoy en día de acudir a él, ignoto o a los pocos que realmente lo haya revisado y salvo puntuales excepciones, es muy probable que les parezca completamente superado por un tanto blanco, ingenuo o inocentón. Pero fue fundamental en la evolución y el desarrollo de la comedia y divirtió y entusiasmó a varias generaciones.

Surgida la pareja como tal a finales de los años 20, hasta su declive a finales de los 50, generarían más de 150 películas y cortometrajes, algunos realmente memorables, más abundantes este calificativo en los segundos que en los primeros. A modo de ejemplo, recordaré el que trae a colación un lord inglés en esta película, HACIENDO DE LAS SUYAS (THE MUSIC BOX), el del piano de cola que tienen que subir por un edificio de numerosas escaleras. Y no cuento más por no chafarles la gracia a aquellos que lo puedan llegar a ver en el futuro y –espero- disfrutar. Resulta inenarrable e hilarante.

Inspirado en el libro publicado en 1993 de A. J. Marriot, LAUREL AND HARDY: THE BRITISH TOUR´S, esta producción británico-estadounidense dirigida precisamente por un escocés, Jon S. Baird en el que constituye su tercer trabajo como tal (el segundo, FILTH, alcanzaría cierta reputación, protagonizado por el paisano y “múltiplicity” James McAvoy), STAN & OLLIE (en el original) recoge desde un prisma o una mirada no por melancólica trufada de cierta amargura o tono agridulce, los últimos años de estas célebres estrellas en los escenarios, fuera ya de los platós, en la que sería su gira de despedida, llevada a cabo por teatros más bien escasos de público del Reino Unido.

Supone una recreación de aspectos de su vida privada, de sus últimas y solidificadas relaciones sentimentales en unas vidas que fueron bastante turbulentas al respecto, de algún que otro desencuentro, de su necesidad profesional y artística, de la precaria salud de Olli en el último tramo y, fundamentalmente, de su amistad.

Están encarnados con un mimetismo que asombra por dos extraordinarios actores, ambos también estadounidense e inglés, John C. Reilly (del que solo cabe repeler de su brillantísima filmografía la reciente y execrable HOLMES & WATSON) y Steve Coogan (habitual en el cine del un tanto coñacete Michael Winterbottom). Es prodigiosa la composición de ambos, su ternura, sus réplicas, su reproducción de los mismos gestos y movimientos que los homenajeados. Parecen los auténticos, los originales. Excepcional trabajo.

La historia desprende un considerable encanto, resulta entrañable verlos deambular en su ocaso. No se recrea en exceso en aquello del cómico que llora por dentro y aguanta el tipo en la función, pero algo de eso flota en el ambiente.

Sin duda, la reconstrucción en escenarios de algunos de sus gags más famosos o la fugaz recreación de uno de los títulos que Hardy protagonizaría en solitario, como la de la elefantita ZENOBIA de Gordon Douglas (también compartiría cartel con el mismísimo John Wayne en EL LUCHADOR DE KENTUCKY en un cometido ligeramente menos relevante) es uno de sus puntos más destacables, pero son varios más los que se pueden valorar: la ambientación, las actrices/parejas inicialmente recelosas que les dan réplica (Nina Arianda y Shirley Henderson), etc.

Estimulante, entrañable, gratamente añorante para los que ya peinamos incipientes canas, o así debiera ser al menos, lo de las canas me refiero. De tiempos felices en los que estos verdaderos héroes de la pantalla hicieron las delicias de muchos niños que los descubrimos a través de la pantalla del televisor.

José Luis Vázquez

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