Director: John Cromwell
Intérpretes: Claudette Colbert, Jennifer Jones, Joseph Cotten, Shirley Temple, Monty Woolley, Lionel Barrymore, Robert Walker, Hattie McDaniel, Agnes Moorehead, Alla Nazimova, Albert Basserman, Gordon Oliver, Keenan Wynn, Guy Madison, Craig Stevens, Lloyd Corrigan, Ruth Roman
Sinopsis: Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Mientras su marido lucha en la guerra, Anne Hilton intenta superar los problemas económicos y el racionamiento alquilando una habitación al Coronel Smollet. Lo malo es que su hija Jane tiene un aventura con el nieto de Smollet. (FILMAFFINITY)
Hete aquí uno de los melodramas más justamente populares del cine norteamericano de los años 40. Para quien esto firma, en otro tono, en otro registro, en otro color, a la altura de la mismísima LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ. Ambas cuentan detrás con la todopoderosa sombra de David O´Selznick.
Filmada en la América de la Segunda Guerra Mundial, constituye una exaltación sentida de la(s) familia(s), de las mujeres en retaguardia, las que seguían sacando adelante sus hogares a pesar de las adversidades.
Como alguien ha comentado es la historia de una “fortaleza inexpugnable”. También del apoyo que arrimaba el hombro y constituía un soporte para el combatiente.
Está basada en una novela epistolar de Margaret Buell Wilder (CARTAS DE UN SOLDADO A UNA ESPOSA), consistente en una serie de cartas –acaba suponiendo un objeto, un protagonista fundamental de la trama- que ella escribió mientras su marido estaba en el frente. Por tanto, su apuesta es la de una obra preferentemente sentimental con una serie de latigazos o cuñas sombrías (ese augurador semi picado en penumbra en la despedida de la joven pareja), pero en la que prevalece en todo momento la esperanza, el coraje, el tesón, la abnegación y la tenaz lucha.
La película se hace eco de la soledad, de la angustia de esta mujer, y de su enorme fortaleza para sacar adelante a sus hijas adolescentes. En ningún momento se muestran escenas de batallas o de cualquier signo bélico. Su acción transcurre en una de esas prototípicas ciudades medias estadounidenses a las que tanto convulsionaría el conflicto mundial.
La exquisita y enorme Claudette Colbert encarna con plena convicción y delicadeza a esa cabeza de familia. Los dos retoños están interpretados por una exultante y algo talludita Jennifer Jones y por la que fuera “novia de América”, una ya juvenil Shirley Temple.
El resto de un reparto verdaderamente memorable está compuesto en sus principales papeles por la primera ganadora negra de un Oscar, Hattie MacDaniel (la Mammy de LO QUE EL VIENTO… repitiendo de nuevo su papel de sirvienta, Fidelia en esta ocasión) y la extraordinaria característica Agnes Moorehead, embutida en la piel de un personaje algo repelente, que pretende ser más patriota que nadie.
Inclúyase un elenco masculino a la misma altura que el femenino: el siempre elegante e infalible Joseph Cotten (cuyo sentido del humor contribuye a atenuar el drama de esta epopeya doméstica), el inefable Monty Woolley (prácticamente repitiendo su papel en la estupenda EL HOMBRE QUE VINO A CENAR como ese viejo y adusto coronel e inquilino), el joven Robert Walker (EXTRAÑOS EN UN TREN, a la sazón pareja en la vida real de su novia ficticia, Jones, de la que se separaría finalizado el rodaje, pues ella parece ser que mantenía un idilio con O´Selznick) y Lionel Barrymore en una breve, pero sustanciosa aparición.
SINCE YOU WENT AWAY, ajustado título original de DESDE QUE TE FUISTE tiene otras muchísimas cualidades aparte de las citadas y obvias interpretativas, comenzando por un director verdaderamente talentoso como John Cromwell (EL PEQUEÑO LORD, ANA Y EL REY DE SIAM, SIN REMISIÓN, EL SOBORNO), que aquí debió sufrir los vaivenes de un rodaje relativamente azaroso por el que llegarían a pasar –contándole a él- cuatro colegas: Tay Garnett que rodaría una parte sin acreditar, el especialista en escenas de comedia Edward F. Cline y el propio O´Selznick (presente en todo el proceso de producción).
Ni enumerar ya los enormes profesionales que se encuentran a cargo de la fotografía (hasta cuatro grandes maestros se encargaron de utilizar admirablemente el blanco y negro, muy expresionista por momentos dentro del tono costumbrista inferido) y la música (la banda sonora del prolífico y genial Max Steiner obtendría el único Oscar de los nueve a los que fue nominada, contrapuntea admirablemente todo tipo de estados anímicos y situaciones).
Por supuesto, como pueden suponer si han llegado hasta este párrafo, constituye todo un entusiasta y sentido enardecimiento de los mejores valores norteamericanos y de que cualquiera puede contribuir, echar una mano en los momentos más difíciles.
Ah… Su interés no solo no decae ni un solo instante, sino que de propina ofrece una abundante serie de escenas o secuencias antológicas. Adelanto algunas sin destripar demasiado: las dos despedidas en la estación de trenes (la de la joven pareja sería hábil y divertidamente parodiada en ATERRIZA COMO PUEDAS), la de esas sombras bailarinas en el hangar a propósito de un vals, la del hospital o la de la fiesta de los soldados.
Contemplada setenta y cinco años después el contexto claro que continúa siendo importante, determinante, pero lo que predomina es su enorme calidad, melancolía, tristeza también, alegría de vivir, emotividad e irreprochable acabado.
José Luis Vázquez
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