Director: Juan Vera
Intérpretes: Ricardo Darín, Mercedes Morán, Claudia Fontán, Andrea Pietra, Luis Rubio, Jean Pierre Noher, Claudia Lapacó, Chico Novarro, Andrés Gil, Norman Briski, Juan Minujín, Gabriel Corrado, Andrea Politti
Sinopsis: Marcos (Darín) y Ana (Morán) llevan casados más de 25 años, pero ambos entran en una crisis existencial que los lleva a separarse. Al principio la vida de solteros les parece fascinante y excitante, pero pronto se torna también monótona para ella y pesadillesca para él. (FILMAFFINITY)
Aparte de algunos matrimonios o relaciones perfectas, que no digo que no existan, ¿quién no se siente identificado con los vaivenes sentimentales aquí expuestos?
El título tiene su miga, a veces el amor mejor, el más fiable, sentido y duradero es el que tenemos al lado, aunque no seamos consciente de ello o perdamos por un instante la brújula. En eso profundiza de manera suave pero incisiva, amable, irónica, alegre, parcialmente divertida (la mayor parte de los segmentos que así pretenden serlo), agridulce esta comedia romántica argentina.
Tiene mano y oficio esta cinematografía para elaborar ingeniosos diálogos y sentimientos que resultan creíbles, cotidianos, extraídos de la más estricta realidad, pero con ese sello inequívoco de la manera de hablar y expresarse –suelen hacer un uso impecable del castellano- los ciudadanos del país de Borges.
Que sirven para mostrar lúcidamente las pequeñas grietas de un matrimonio feliz que desembocan en ruptura, su esplendor en la hierba y su resistencia minada por pequeños asuntos, que pueden ir desde una cuestión de empanadillas o la manera de afrontar que su hijo comience a volar del nido. También pone en el tapete el valor de la persona amada, de aquella con la que has compartido situaciones felices y fotos en común, en definitiva… recuerdos cómplices.
Para desarrollar todo esto, que acusa para bien una presentación, una puesta en escena de marcado acento teatral por momentos –en algunos instantes, las escenas en el salón me recordaron a las de dormitorio de la deliciosa EL PRÓXIMO AÑO, A LA MISMA HORA del gran Robert Mulligan-, se necesitaba del arte, la complicidad, el encanto de dos actores de relevancia especial. Y el director Juan Vera no ha tenido que acudir a lugares remotos para contar con ellos. Los tenía al lado. Ni más ni menos que Ricardo Darín y la maravillosa Mercedes Morán.
Con el primero hace ya tiempo que he agotado los calificativos, pero siempre proporciona estímulos renovados, nunca me canso de verle moverse y escucharle. Sabe aguantar plano y mirar al otro, a la otra en este caso, otorgándole la adecuada réplica. Y sus silencios nada tienen que envidiar a sus parloteos. Es como los grandes amores, la química se produce al instante.
Ella, cordobesa (pero de la de allende el Atlántico), igual es más desconocida para el aficionado español, pero no será porque no la hayan podido ver en varias producciones estrenadas ente nosotros, la última como madre del compañero de correrías –el hijo real de Darín, Chino Darín- de EL ÁNGEL. Pero también la han podido disfrutar en NERUDA, LUNA DE AVELLANEDA, DIARIOS DE MOTOCICLETA o más jovencita aún en LA CIÉNAGA (aunque la película me resulta pelmaza) y DE AMOR Y DE SOMBRA.
Quién diría que tiene 63 esplendorosos años, claro que los 63 de hoy en día no son los de hace 40. Ahora la tercera es la cuarta edad. Pero, y creo que no me traiciona la subjetividad, se muestra radiante, espléndida físicamente. E interpretativamente domina la escena como pocas. Magnífica partenair para el hijo de la novia.
Es una buena manera de ir finalizando el año, poniendo una sonrisa no exenta de reflexión sobre nosotros mismos y nuestros benditos desnortes del corazón.
José Luis Vázquez
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