Director: Simen Alsvik y Will Ashurst
Intérpretes: Animación.
Sinopsis: Se acerca una gran tormenta y Elías recibe una llamada de emergencia de la ciudad vecina Big Harbor, pidiéndole que rescate un barco en problemas en la cueva del Agujero Negro. Como resultado de su valiente rescate, le ofrecen promocionarlo para convertirse en el barco de rescate de Big Harbor. Así que Elías deberá dejar atrás a sus amigos para probar suerte en la gran ciudad. Pero ser un barco de rescate en Big Harbor resulta ser mucho más difícil de lo esperado. Una tarde, Elías tiene un encontronazo con un grupo local. Descubre que están excavando un metal precioso ilegal que emite ondas electromagnéticas, las cuales afectan al clima. ¿Se dará cuenta Elías de que la única manera de detener las excavaciones ilegales es con la ayuda de sus amigos?
No podía faltar la habitual ración animada de cada fin de semana cuando –nunca mejor dicho- desembarcan los estrenos. Y cada vez es más amplio y nutrido su copyright europeo. Noruego en esta ocasión. Se trata de BARCOS, ¡AL RESCATE! (ELIAS OG STOREGAPS HEMMELIGHET).
Las escenas de oleajes y algunas nocturnas de tránsito por los muelles de la ciudad, es lo más destacado de esta intrascendente, modesta, relativamente vivaz e infantilona propuesta, basada en uno de los libros de la popular en origen saga –destinada a los más pequeños de la casa-ELÍAS, EL PEQUEÑO BARCO DE RESCATE, publicada en 1999.
Por tanto, quienes pudieran pensar –por aquello de utilizar como protagonista a un medio de locomoción antropomórfico, también esta vez cobran vida grúas, faros, etc.- que es deudora del éxito de CARS (para mí esta saga es la menos destacada de Pixar, aunque esta mágica y genial factoría, filial actualmente de Disney, jamás ha fabricado hasta la fecha nada irrelevante) e incluso de AVIONES (perteneciente a la extinta Disney Toons), quedan informados que la cosa no es así, lo cual no quita que el hecho de la aparición de esos títulos fuera tenida en cuenta para su concepción.
Son tres las películas realizadas en torno a este esforzado e irresponsable barco auxiliador, la que aquí me ocupa es la segunda que llega a las pantallas españolas tras la ya casi lejana primera aparición de ELÍAS Y EL TESORO MARINO en 2010.
No difieren mucho ambas entregas: animación de trazo sencillo, grafismo correctito, argumento simplón, colores vivos y destinatarios exclusivamente de muy corta edad, aunque siempre pueda gustar a algún adulto que por un momento se sienta como tal. Pero en este caso no creo que cuente para su causa con tanto incondicional talludito como sí logra conseguir cualquier producto de Pixar.
De fondo, de manera muy mascada y educativa con vista a esos críos de 4 o 5 años, se suelta un siempre bienvenido mensaje ecologista, de protección medio ambiental, en esta ocasión a propósito de la explotación excesiva de los recursos minerales.
Y poco más y poco menos. Otra propuesta más del género que se olvida inmediatamente tras finalizar su proyección. No creo que vaya a ser de las que queden en el recuerdo de casi nadie, salvo que por medio se pudiera producir algún motivo extra cinematográfico o que algún crío la acabe asociando con el transcurrir del tiempo a alguno de esos primeros recuerdos asociados a acudir a una sala de cine.
José Luis Vázquez
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