LA PURGA: LA NOCHE DE LAS BESTIAS, fechada en 2013, fue uno de los primeros y más destacados éxitos de Blumhouse (cuya primera criatura procede de 2006, paradójicamente un drama romántico, LA FUERZA DE VIVIR/GRIFFIN AND PHOENIX), la productora especializada en cine de terror que ha impulsado y propulsado el género en la última década, contribuyendo decisivamente a esa magnífica salud de la que goza en la actualidad en los Estados Unidos… por extensión e influencia, también en el mundo

De presupuesto más bien limitado, su inesperado éxito propició dos secuelas (ANARCHY 2014, ELECTION 2016), tres contando esta que me toca reseñar.

Habitualmente todas ellas comparten actores no muy conocidos para protagonizar estas historias, salvo el Ethan Hawke de la primera, e idéntico guionista y director -en esta faceta aquí cede esta vez los trastos aparentemente a Gerard McMurray- en las cuatro, James DeMonaco, que salvo su debut –STATEN ISLAND- todo lo filmado hasta la fecha ha girado por tanto en torno al mismo universo distópico, casi alucinatorio y al paso que va la Humanidad, nada imposible (espero que el día de mañana no se acabe contemplando su visionado como profético). También resulta oportuno destacar la influencia que muestran del cine de pandilleros, aunque aquí en do menor. estoy pensando en dos referentes excelentes y míticos de finales de los 70, THE WARRIORS (LOS AMOS DE LA NOCHE) y THE WANDERERS (LAS PANDILLAS DEL BRONX). La noche es, por tanto, otro elemento común.

Los conocedores ya saben de sobra –y quienes no estén al tanto, con lo que voy a comentar a continuación se pueden informar- que la cosa va de una noche al año -12 horas- en la que se puede dar rienda suelta a cualquier tipo de violencia, al crimen incluso, sin ser penalizado por ello. Es una medida de un partido populista que rige los destinos de la nación de inquietante título, los Padres Fundadores.

Bien, pues esta nueva propuesta constituye una precuela de lo anteriormente expuesto, el origen de todo. Por tanto, se cargan las tintas en su carácter crítico más que en la pura violencia –que también la vuelve a haber abundante- rayana en lo sádico que imbuía a aquellos tres primeros títulos. En esencia, viene a denunciar el supremacismo blanco y el autoritarismo ejercido por los poderosos sobre el que se acabará cimentando esta tradición.

Curiosa y atípicamente es una de esas sagas que está yendo de menos a más, dentro siempre desde unos parámetros eficientes sin demasiada relevancia. Y vuelve a contener alguna imagen poderosa que no desvelaré para no fastidiarles el posible disfrute a los amantes de alguna emocioncilla fuerte. Tan solo daré una pista, alguien vestido con el uniforme del Ku Klux Klan.

En cualquier caso, no creo que se vayan a llevar grandes sorpresas los adeptos a la serie, y los que no lo sean, podrán contemplar un espectáculo de limitado alcance, pero aseado y con cierto atractivo.