Director: Benjamin Renner y Patrick Imbert
Intérpretes: Animación.
Sinopsis: Aquellos que piensan que la campiña es un lugar tranquilo y pacífico están equivocados, allí se encuentran animales particularmente agitados, un Zorro que piensa que es un pollo, un Conejo que hace la cigüeña y un Pato que quiere reemplazar a Santa Claus. Si deseas tomarte unas vacaciones, pasa de largo y sigue tu camino… (FILMAFFINITY)
Hace seis años –bueno, matizo, en realidad hace tres porque fue cuando realmente la descubrí gracias a un felicísimo pase televisivo en un canal de Movistar- disfruté de lo lindo de una producción animada proveniente del país vecino, ERNEST ET CÉLESTINE. Trataba, trata, sobre la amistad entre un oso que quiere ser músico en vez de juez tal como pretenden sus padres y de una ratoncita que no desea ser dentista tal como quieren disponer los suyos sino artista.
Exquisita, pura delicatessen firmada por el galo Benjamin Renner y los belgas Stéphane Aubier y Vincent Patar, inspirada en los libros infantiles de la autora e ilustradora –también belga- Gabrielle Vincent.
Pues bien, este que me ocupa constituye el siguiente trabajo del primero (según su propio comic), Renner, en tándem esta vez con su compatriota Patrick Imbert, director de animación de aquella.
Su título original es aún más preciso, EL MALVADO ZORRO FEROZ… Y OTROS CUENTOS. Efectivamente, son tres los propuestos, pequeñas historias envueltas bajo caparazón de fábula (La Fontaine podría ser su mayor referencia, pero igualmente Esopo), de gran ternura y fino humor, incluyendo la que da título al conjunto y que es la segunda en salir a escena, y nunca mejor utilizada esta expresión al ser expuestas mediante una representación teatral, que acaba erigiéndose en el nexo común. Gira en torno a uno de esos depredadores asalta gallinas que acabará revelando unos instintos insospechados. Y no sugeriré más.
La primera y la tercera, LA ENTREGA DEL BEBÉ y HAY QUE SALVAR LA NAVIDAD, la protagonizan idénticos personajes –un conejo, un cerdo y un pato- y sirven también para mostrar aspectos inéditos de la paternidad y del espíritu de la Navidad. Y tampoco aquí seré mucho más explícito.
Todas ellas transcurren en una muy peculiar granja de no menos peculiares moradores, todos ellos animalitos convenientemente humanizados y de roles cambiantes.
La diversión y el encanto están garantizados en todo momento y los destinatarios pueden ser de cualquier edad, desde los más menudos hasta los más longevos. Y es que cuando detrás late verdadera poesía, calidad, encanto, los años del receptor resultan lo de menos.
Las moralejas, varias y sagaces dentro de su aparente simplicidad, son evidentes y las puede firmar cualquiera con buena voluntad y tolerancia, como el hecho de buscar la felicidad por encima de los condicionantes que traten de imponer los demás, quienes no aceptan la propia y libre elección.
Un pleno disfrute artesanal de dibujos dinámicos, casi del cartoon más clásico, de sencillos trazos lineales, fondos acuarelados y miradas entrañablemente humanistas.
Primorosa en su sencillez.
José Luis Vázquez
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