Algo del espíritu de DESTINO FINAL (y secuelas) subyace en el ambiente y entramado de esta última muestra de Blumhouse, productora justamente prestigiosa y especializada en el género de terror.

Esta vez no llega a la altura de sus dos propuestas más señeras de 2017, la estupenda DÉJAME SALIR y la notable FELIZ DÍA DE TU MUERTE, pero aguanta el tipo dentro de un tono medio, correcto y teniendo en cuenta que cuyos principales destinatarios son un público adolescente ávido de consumir este tipo de cine.

Por cierto, esos rostros sonrientes (y desencajados) que aparecen a menudo se dirían procedentes de la primera de las películas citadas anteriormente.

Aquí el detonante de asesinatos y horrores varios surge del jueguecito de marras del título, verdad o reto, cuyo origen se encuentra en una antigua misión de Méjico de la que surge una entidad maligna.

Lástima que esta premisa prometedora a priori carezca de la originalidad distintiva, de la inventiva de otras producciones del estudio.

Incluso no acaba de apurar el contenido temático latente en todo momento. Me refiero a ese poner en solfa el egoísmo, la falta de sinceridad, hasta la mezquindad de la que van haciendo gala los diferentes componentes de la pandilla. Lástima, ya digo, pues podría haber constituido una interesantísima radiografía de estos tiempos o de la propia condición humana. Pero ya doy por supuesto que esa sería otra obra y no la decidida por su director, un gris marengo Jeff Wadlow.

Agradezco en cambio esa dirección que lleva a cabo sin excesos, contenida, demasiado tal vez, y que no necesita rodearse de momentos hemoglobínicos o gore.

Y aunque su guión es mecánico, rutinario, muestra poco esfuerzo en su desarrollo, resulta demasiado mimético de otros precedentes, al menos apuesta por el suspense a la manera tradicional. Sirva como ejemplo la secuencia de la chica que camina por el tejado.

Seguramente satisfará a los de por sí facilones seguidores –inclúyanme- de estas historias y seguramente generará cierta indiferencia en los no muy adeptos.

Y muy mona, muy “cool” Lucy Hale, Olivia en la ficción, la chica de la media melenita, toda dulzura y sensibilidad. No desentona el resto de compañeros de reparto.

Paso un rato distraído. Digna.