Director: Xavier Legrand
Intérpretes: Léa Drucker, Denis Menochet, Thomas Gioria, Mathilde Auneveux, Coralie Russier
Sinopsis: Myriam y Antoine Besson se han divorciado, y Myriam solicita la custodia exclusiva de su hijo Julien para protegerlo de un padre que ella dice que es violento. Antoine defiende su caso como un padre despreciado, y el juez del caso sentencia a favor de la custodia compartida. Guardado como rehén del creciente conflicto entre sus padres, el joven Julien se ve empujado al límite. (FILMAFFINITY)
A veces los buenos publicistas de frases para vender sus productos aciertan de lleno. Es el caso de la empleada para presentar esta extraordinaria obra francesa que reza “entre Hitchcock y Chabrol, un thriller que te atrapa”.
Las dos referencias son del todo oportunas, aunque curiosamente, su director, el primerizo y brillantísimo –no sería injusto definir su trabajo como sensacional- Xavier Legrand, confiesa haber tenido en cuenta 3 clásicos concretos para su inspiración (esta y otras afirmaciones las extraigo de la magnífica reseña de DÍAS DE CINE): KRAMER CONTRA KRAMER, LA NOCHE DEL CAZADOR y EL RESPLANDOR. Son oportunas esas referencias y se pueden detectar claramente en algunos instantes.
Pero lo que es, fundamentalmente, y vuelvo a remitirme a otro titular, en este caso del colega Alberto Bermejo (“monstruosamente real”), es todo un tratado sobre el maltrato de género, familiar. Sobrecogedor en su admirable, ejemplar austeridad, en su sobriedad narrativa despojada de fáciles o gratuito efectismos, tremendismos o exhibicionismos de cualquier tipo, en su alejamiento de atisbo alguno de sentimentalismo.
Alejado, por tanto, de –igual de legítimos, por otra parte- los postulados de cierto “thriller” americano que hace del subrayado su razón de ser. Aquí por evitar parecidos no cuenta prácticamente con banda sonora. Pero sí concede importancia a sonidos, por pequeños que sean. Sonidos perturbadores o casi imperceptibles.
Este y unos actores que exudan autenticidad por todos sus poros, o una dirección del ya citado Legrand que imprime una angustia in crescendo, contribuyen definitivamente a perfilar magistralmente esta disección despegada de accesorios fútiles sobre un caso terriblemente común de violencia en el ámbito doméstico.
Y casi me transmite más pavor el sufrimiento callado del chaval, su parálisis anímica, su desvalimiento, que esa última parte que acaba crispando al más pintado. Y no debo añadir nada más al respecto para no destripar nada, que por otra parte según va avanzando su trama puede resultar “previsible”.
Cierto que esa interesantísima vista inicial con la jueza (resulta un tanto desolador ese lógico, entendible, “no sé cuál de los dos mienten más”), las dos abogadas y los litigantes en lo referido a esa custodia compartida del título, ya nos determina en buena medida los roles que adoptarán los personajes que componen ese fracturado matrimonio.
Su aspereza emocional recorre la película de principio a fin y me parece otro de sus grandes aciertos, aparte de esa angustia y tensión que me sacuden en muchos momentos, aunque tal vez debería manifestar, que toda la película es un cúmulo de tensión continua.
Formidables Léa Druckery Denis Ménochet como esa pareja desguazada. Ambos ya habían abordado parecidos roles en un cortometraje previo de su director, ANTES QUE PERDERLO TODO, filmado cinco años antes que esta otra propuesta y reconocido con un César.
Sencillamente espléndida. De lo mejorcito de 2018… y llevamos, o llevo para no implicar a nadie más, un año –otro más, dígan que digan agónicos y agoreros- estupendo.
Destacar que obtuvo los premios de mejor director y opera prima en el Festival de Venecia de 2017. Y también el del público y Televisión Española en la edición de 2017 del Festival de San Sebastián.
José Luis Vázquez
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