Director: Mateo Gil
Intérpretes: Vito Sanz, Berta Vázquez, Chino Darín, Vicky Luengo, Miki Esparbé, Irene Escolar, Josep Maria Pou, Andrea Ros, Juan Betancourt
Sinopsis: Manel, físico prometedor y algo neurótico, se propone demostrarse cómo su relación con Elena, cotizada modelo y actriz en ciernes, no ha sido un completo desastre por su culpa, sino porque estaba determinada desde un principio por las mismísimas leyes de la física, aquellas que descubrieron genios como Newton, Einstein o los padres de la mecánica cuántica. Y especialmente por las tres leyes de la termodinámica.
Singular, con personalidad, no cuajada del todo, la no conseguida pero tampoco rechazable LAS LEYES DE LA TERMODINÁMICA acaba erigiéndose en un raro ejemplar de comedia romántica a la española.
Algo que en mi caso no me sorprende dado que ya estaba sobre aviso respecto a la heterodoxia clásica de su director, el canario Mateo Gil, guionista habitual durante un tiempo de Alejandro Amenábar que decidiera dar el salto tras las cámaras con la ingeniosa y entretenida NADIE CONOCE A NADIE. A partir de ahí, otros tres largometrajes han nutrido su filmografía: el sorprendente y excelente western BLACKTHORN, el curioso drama de ciencia-ficción PROYECTO LÁZARO y esta aportación al género del corazón.
No se olvide que acumula 4 Goyas, tres de ellos en el apartado de guionista, a lo largo de su carrera. Los obtenidos por El método, Mar adentro, Ágora (estos dos para el citado Amenábar) y otro más por el brillante cortometraje ALLANAMIENTO DE MORADA. Otro más no lo obtuvo, DIME QUE YO, también alrededor de un juego de dobles parejas, pero ha servido de fuente de inspiración para el trabajo aquí comentado.
Lo que no sé muy bien es si calificarlo como un exponente típico o como un contratipo de este tipo de historias. Sin duda, constituye un experimento medianamante arriesgado, traviesillo, cuya formulación viene determinada por la mezcla de pura ficción con el tono y las maneras de un documental científico sobre la tal termodinámica o sobre física cuántica, según como quieran verlo.
El inconveniente de esto son dos, que me resulta a veces molestamente cerebral y que, pasada la sorpresa inicial, la propuesta se acaba revelando reiterativa. La física no acaba traduciéndose del todo en química cinematográfica. Aunque lo que acaba de quedar claro en el apartado argumental, es que “las leyes de la física no se pueden aplicar al amor”, tal como exclama el personaje de la modelo, Elena.
Por supuesto, los cuatro jóvenes actores protagonistas (cinco, si incluimos a una fugaz pero siempre excelente Irene Escolar) desprenden frescura, simpatía, ganas de agradar, en especial la muy guapetona Berta Vázquez, pues a Vito Sanz le toca pechar con un papel que se acaba erigiendo en un poco brasas, al tener que ejercer de voz en off y contrapuntear los comentarios de los sabios.
Al respecto, me hubiera gustado que las parrafadas, previas peroratas de guión, hubiera sido de desera que se mostraran mucho más diáfanas en clarificar las similitudes entre las reacciones amorosas expuestas y lo pontificado por los expertos en la materia.
Lo que sí es cierto, tal como ha afirmado Gil, es que no hay intención de provocar carcajadas sino sonrisas. Y eso se consigue en varios momentos.
Acaba siendo ligera pese a le densidad con la que ha sido recubierta, juega con cierta habilidad con clichés y arquetipos ya conocidos y procura distracción en buena parte de su metraje.
Tiene un pase.
Frases:
“Todo está predeterminado a partir de unas pocas leyes muy básicas” (Vito Sanz)
“Las leyes de la física no se pueden aplicar al amor” (Berta Vázquez)
“Lo vas a pasar mal hasta cuando lo estés pasando bien” (Irene Escolar)
José Luis Vázquez
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