Pese a la bonita historia de fondo que no de guión, en ningún momento acabo de engancharme con esta reivindicación del pueblo nativo estadounidense a través de la tradición oral, de la tradición a secas, sirviéndose de la figura de un personaje real, Mary Thompson Fisher, una actriz que alcanzaría cierta notoriedad en la década de los 30 del siglo XX.

Pertenecía a la tribu chickasaw, alcanzó Broadway y llegaría a actuar en la Casa Blanca ante el mismísimo Roosevelt (Franklin Delano), gracias a la intermediación –y reconocimiento- de la esposa de éste.

Se centra en los pasos más relevantes del primer cuarto de su longeva –llegó a cumplir 100 años- de su longeva existencia.

La encarna Q´orianka Kilcher, la famosa princesa Pocahontas de la estimable EL NUEVO MUNDO del siempre singular Terrence Malick. No lo hace mal.

Lástima que la roma dirección del para mí desconocido Nathan Frankowski no saque partido al material manejado, ni contribuya a realzar las peripecias de tan interesante personaje. Muestra un pulso propio más bien de telefilme barato, corrientito.

Monótona de ritmo, tampoco han sido aprovechados algunos de los asuntos importantes que laten tanto de fondo cómo en primer término, pues a los inconvenientes propios que a veces tenía ser mujer en aquélla época (y menos mal que la sociedad norteamericana era la más avanzada), hay que añadir las diferencias raciales y discriminación sufridas por la gente de su raza.

Todo ello está abordado de manera desabrida, sin verdadero pulso ni nervio. Las imágenes que pretenden ser en algún momento preciosista sin acabar de conseguirlo, se suceden de manera perezosa y rutinaria.

Su loable defensa de la diversidad cultural y de la mujer se queda sobre el papel en agua de borrajas. Le falta pegada.

Endeble, bienintencionada, flojita. Lo mejor es el nombre de su protagonista… Te Ata.