Estreno en Royal City

 

15:17 Tren a París (2018)

Director: Clint Eastwood

Intérpretes: Spencer Stone, Anthony Sadler, Alek Skarlatos, Judy Greer, Jenna Fischer, Ray Corasani, Tony Hale, Thomas Lennon, Sinqua Walls, Paul-Mikel Williams, Max Ivutin, Bryce Gheisa, Cole Eichenberger, William Jennings, Jaleel White, P.J. Byrne, Robert Pralgo, Steve Coulter, Gary Weeks, Timothy Carr, Cecil M. Henry

Sinopsis: En la tarde del 21 de agosto de 2015, tres jóvenes americanos que viajaban por Europa se enfrentaron a un terrorista en un tren con destino a París, con 500 pasajeros a bordo. La película narra el curso de las vidas de estos amigos, desde los avatares de su niñez para encontrar su destino, hasta la serie de eventos que precedieron al ataque. A lo largo de esta desgarradora experiencia, su amistad nunca flaqueó, convirtiéndola en su mejor arma. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Pequeña, sencilla, escueta, intimista, incluso “corrientucha” pero en modo alguno desdeñable historia de héroes cotidianos norteamericanos, en la que constituye últimamente la especialización del grandioso cineasta Clint Eastwood. Recuérdese a sus predecesores, al marine SEAL Chris Kyle o al piloto Sully, que han precedido a los aquí retratados. Y en otro estadio, pero también iconos de esa sociedad, se encuentran J. Edgar Hoover y los Jersey Boys.

Una vez más vuelve a desconcertar –y en esta ocasión parece ser que a defraudar unánimemente- a la mayor parte de la crítica. A mí no. Llámenlo obcecación, devoción, aunque yo entiendo que es más bien convicción en lo que así siento, pero supongo que el que lo diga alguien que babea por su cine, no les convencerá mucho. Bueno, basta con que yo sí lo esté, expuesto ello desde el mayor respeto hacia quienes opinan lo contrario.

No sé por qué me da en la nariz que sus adeptos han ido perdiendo fuelle, o que cada vez establezco más similitud con una parecida respuesta que el más grande, John Ford, recibiría en los últimos años de su carrera (con la excepción tal vez de la aclamada EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE, aunque los mayores elogios los cosecharía tiempo después de su estreno), éste más bien por lo contrario a Eastwood, por mostrarse escasamente ensalzador, más bien excesivamente crítico con algunos comportamientos de sus compatriotas.

Prosigo con el rollo y mi teórica, algo que me parece necesario para ponerles en situación… y luego ya juzguen ustedes. El caso es que corren malos tiempos, desde hace ya años, para mostrar en pantalla la heroicidad sin mácula, o a ras de suelo, teniendo en cuenta algunas pequeñas imperfecciones de quienes la representan. Hace ya tiempo que gustan más los individuos turbios, los oscuros, los retorcidos. Puedo entender que resulten más gratificantes, o también que me he quedado jurásico.

Pero a mí me gustaría tener amigos como los nobles y generosos Spencer Stone, Anthony Sadler y Alek Skarlatos, los tres chicos protagonistas, con la particularidad de que son los auténticos personajes –actores por tanto no profesionales, los cuales salen bastante airosos- que protagonizaron en la vida real la gesta que se nos narra. Uno de ellos Guardia Nacional de Oregón, otro aviador de primera clase de las Fuerzas Aéreas Estadounidenses.

Esta no es otra sino la de haber frustrado un atentado yihadista en un tren de alta velocidad que hacía el trayecto de Amsterdam a París, con 500 pasajeros a bordo. Los hechos ocurrieron el 21 de agosto de 2015.

A Eastwood sobre todo le interesa, y así me llega perfectamente a mí, como individuos con vidas corrientes, anodinas, acaban llevando a cabo actos extraordinarios. Y para ello no se pierde en excesivas reflexiones psicológicas o filosóficas. Nos habla del origen de los tres desde niños, sin entrar con su cámara a diseccionar nada. Chicos procedentes de familias desestructuradas, flojos estudiantes, a los que acaba uniendo un elogiable sentido de la amistad, de la lealtad, de la ayuda a los demás. Incluso religiosos, algo que proclamarlo hoy en día también recibe rechazo. Pues miren, mi agnosticismo no me impide valorarlo cuando se expone con tino. Ahí está también la excepcional HASTA EL ÚLTIMO HOMBRE. Y soy consciente del etiquetaje que sufrimos quienes respetamos este tipo de posturas. También me preocupa un higo lo que especulen gratuitamente al respecto.

Así que por tanto 15:17 TREN A PARÍS no es una película reflexiva sino descriptiva. Va al grano, no se para en remilgos. Tal vez se detiene algo más de la cuenta en ese central tour turístico europeo de los tres buenos colegas previo al suceso, pero tampoco me molesta mucho.

Por supuesto, cuando se llega a la secuencia culminante, a ese acto heroico que resulta breve en lo que a su duración se refiere, pero impecable en su resolución, vuelve a mostrar el mismo aplomo y contundencia al que nos tiene acostumbrados. A eso le llamo puro clasicismo narrativo, el heredado de los grandes maestros de la época dorada de Hollywood.

El epílogo, entendiblemente patriótico, es oportuno para alguien que contempla las actitudes de los suyos sin esos complejos propios de estas latitudes. Al igual que también lo  era el emotivo final de EL FRANCOTIRADOR con insertos reales, documentales.

Como hace el presidente francés –otro país digno de crédito ante actitudes de este tipo- Hollande, yo también agradezco a estos actualizados pretorianos –su visita al Coliseo lo ratifica, no porque estuviera en el ánimo del director sino por el propio devenir de la historia- que sean capaces de ofrecer lo más preciado que poseemos, el dar la vida si es necesario en defensa y protección de los demás. No se olvide que chicos como esto han sido el freno en el último siglo y medio, con todas sus luces y sombras, para actuar como freno, parar los movimientos más brutales y nocivos que haya vivido el ser humano, fascismos, comunismos y ahora yihadismos. Es cierto que en este caso también les acompañó un golpe de suerte que, lógicamente, no voy a desvelar.

Ahora Eastwood prepara un proyecto que se titula LA MULA (THE MULE), parece que la cosa va sobre un veterano de la Segunda Guerra Mundial, de 90 años y traficante de droga. Nunca deja de sorprender el californiano. Ave, Mr. Eastwood. Y, sobre todo, que ha llegado a un estatus en el que hace lo que le da la gana sin rendir excesivas cuentas. Qué envidia.

Esta no es una de sus obras supremas, pero es muy sólida y coherente con su filmografía. Nada hay de desechable en la misma, como el verdaderamente grande que es.

PD: Veo en Filmaffinity que obtiene un paupérrimo 4,8, hasta sus distribuidores no parecen haber tenido demasiada fe en esta película al decidir estrenarla casi de tapadillo.  Les informo de ello para que lo tengan en cuenta, pues insisto, tal vez mi excesiva filiación pueda cegarme. Y yo tan feliz.

Frases:

"En el instante que empiezas a descubrir quién eres, te das cuenta que has asumido el control de tu vida".

"No trates de buscar atajos, haz lo que sabes que debes hacer".

José Luis Vázquez

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