Estreno en Royal City

 

La higuera de los bastardos (2017)

Director: Ana Murugarren

Intérpretes: Carlos Areces, Karra Elejalde, Jordi Sánchez, Pepa Aniorte, Ylenia Baglietto, Andrés Herrera, Ramón Barea, Mikel Losada

Sinopsis: La historia de un falangista reconvertido a ermitaño que queda atrapado al cuidado de una higuera después de sentir la mirada de odio de un niño de diez años, hijo de una de sus víctimas, que despierta en él la certeza de que cuando crezca, lo matará. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 3 estrellas

Una producción española un tanto atípica sobre los estertores de la Guerra Civil y los años más duros de la posguerra circunscritos a un entorno reducido, apenas unos metros cuadrados, una –por denominarla de alguna manera- casa destartalada y una higuera. Basada en la obra homónima del bilbaíno de Ramón Pinilla de un más escueto título, simplemente LA HIGUERA.

Es inevitable que me cause extrañeza lo que contemplo en pantalla, aunque su comienzo, de cierta intensidad dramática, me haga saltar las alarmas, por suponer que me encuentro ante la típica/tópica historia de este corte y confección en la que unos son buenos o víctimas y los otros son pérfidas y terribles alimañas. Sin entrar a si esto se ajustó más o menos a la realidad (entiendo que los grises y las luces y sombras afectaron a ambos bandos en la contienda), la traslación de estas cosas tiene que tener otro encare que no caiga en los clichés de siempre.

En cualquier caso, superado ese primer tramo nada desdeñable pese a los reparos expuestos, la historia se zambulle en una rara mezcla de comedia negra con reminiscencias azconianas (ya saben, derivado de Rafael Azcona, puede que el mejor guionista de nuestro cine en toda su historia), drama surrealista, con un magnífico Karra Elejalde casi emulando a Simón el anacoreta que tan divertidamente retratara Luis Buñuel en esa obra maestra que es SIMÓN DEL DESIERTO, pasando por el drama sin contemplaciones o el realismo mágico, con algún aderezo berlanguiano. Todo un mejunje que a ratos funciona y en otras me resulta excesivo o, sencillamente, corto de miras, de profundidad.

También durante su contemplación, aunque no tengan nada que ver  en cuanto a registros (el único nexo podría ser el de considerar la porción que ambas contienen de drama), fue inevitable que acudiera a mi memoria esa estupenda obra olvidada, escondida, de Manuel Gutiérrez Aragón titulada VISIONARIOS. Supongo que por transcurrir en idéntico período en otro pequeño pueblo del País Vasco, en ambientes rurales, campestres, y por combinar religión con supersticiones y trasfondo político.

Este último es aquí tratado de manera peculiar. Y pese a que el retrato de los falangistas está resuelto a brochazos gordos, sí es cierto que sí se quiere se puede advertir una fábula sobre la culpa, la honra a los muertos y la memoria histórica. Agradezco que en este apartado no se adorne de subrayados innecesarios. Y no es que posea especial hondura pero sí suficientes mimbres para no  pasar inadvertida.

Elejalde se vuelve a salir aunque tenga que encarar esta vez un personaje nada fácil, complejo, incluso antipático. Le secundan muy bien una magnífica Pepa Aniorte y un peripatético Carlos Areces como el despreciable soplón Emi. El carácter esperpéntico de Elejalde y Areces, dota de tono a una película a la que no es fácil clasificar.

El segundo trabajo de la cineasta Ana Murugarren puede hacer concebir esperanzas de alguien que tiene cosas que contar y que no se amilana con la cámara.

Una tragicomedia al menos interesante, curiosa.

José Luis Vázquez

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