El director de esta convencional y fallida muestra británica de cine de terror es el francés Xavier Gens, uno de los “renovadores” del género en su país a comienzos de este siglo. No hace ni dos semanas que aterrizó en las pantallas españolas su anterior obra, la mucho más interesante y singular LA PIEL FRÍA.

Aquí se limita a cumplir el expediente, transmitiendo la sensación de que lo ha hecho de manera desganada, rutinaria. Y pese a que ofrece una primera hora decentita, el tramo final acaba por fastidiarlo todo, pues impone la precipitación, la aceleración a una trama que podía tener algún foco ocasional de interés.

Por cierto, la historia está basada en hechos reales, los acontecidos en el Monasterio rumano de Tanacu en junio de 2005, lugar en el que un sacerdote ortodoxo crucificó a una monja ayudado por cinco religiosas.

Lástima que ello tan solo haya servido para cierta truculencia, alguno de esos sustillos recurrentes tan habituales en estos casos, golpes de efecto diluidos al instante y una falta de verosimilitud en las situaciones que incide en la negativa valoración final.

Puede estar distraidilla un rato, pero todo se disipa por ese decepcionante tramo final y lastimoso colofón.

Los paisajes transilvanos, el entorno rural del país del conde Drácula, vuelve a mostrarse siniestro y amenazador pero tan solo en lo epidérmico, no hay aprovechamiento dramático alguno de los mismos. Se vuelve a insistir, en dosis reducidas afortunadamente, a levitaciones, espumarajos, bichos  y toda la parafernalia que suelen rodear a las cuestiones exorcistas para intentar provocar el pasmo de los predispuestos espectadores.

No es ni mucho menos infame pero puedo destacar pocas cosas. Si acaso el protagonismo, la presencia de una guapetona y emergente (KINGSMAN: EL CÍRCULO DE ORO) como una periodista norteamericana atea y la planta de modelo de pasarela de Corneliu Ulici en el papel de un monje de aspecto modernete. Porque los dos actores españoles que aparecen, el permanente monstruo Javier Botet e Iván González, lo hacen de forma casi testimonial, en concreto con el primero conviene que estén muy contentos pues casi ni se le ve en su encarnadura horripilante.

Parece mentira que los guionistas de la magnífica EXPEDIENTE WARREN se encuentren detrás de esto.