Director: François Ozon
Intérpretes: Marine Vacth, Jérémie Renier, Jacqueline Bisset, Myriam Boyer, Dominique Reymond, Fanny Sage, Jean-Édouard Bodziak, Antoine de La Morinerie, Jean-Paul Muel, Keisley Gauthier, Tchaz Gauthier, Clemence Trocque, Guillaume Le Pape, Benoît Giros
Sinopsis: Chloé es una joven frágil que se enamora de su psicoterapeuta, Paul. Unos meses más tarde, cuando se van a vivir juntos, ella descubre que su amante le ha ocultado una parte de su identidad, con la que Chloé se obsesionará.
Creo que François Ozon es mi cineasta francés favorito en la actualidad. No creo, afirmo. Y ya es raro porque su cine suele estar recubierto de una capa de modernez y aparente pretenciosidad que en su caso no solo no me irrita, sino que habitualmente me gana para su causa.
Me encanta, además, que me sorprenda siempre con cada nuevo trabajo, aunque se puedan buscar constantes en su estilo y contenidos. Le cuadran perfectamente los calificativos de enfermizo, quirúrgico, desasosegante (hacía tiempo que no traía a colación la tan socorrida expresión), sofisticado y malsano. Todos ellos aplicables a la película que aquí me ocupa, su último trabajo tras el admirable ejercicio de clasicismo retro que supuso la maravillosa FRANTZ. Y recuérdese las también recientes y en el primer caso desconcertante, UNA NUEVA AMIGA y la magistral EN LA CASA.
Sin duda, esta vez me da la impresión que ha optado por un refrito, un digestivo y perturbador cóctel en el que durante su transcurso creo ver proyectadas innumerables sombras e influencias. Algunas muy evidentes, como INSEPARABLES de David Cronenberg y EN NOMBRE DE CAÍN; otras coetáneas, como la patológica ELLE de Verhoeven. Pero también aparece proyectado el espíritu del cine de Polanski, de un De Palma más rebajado de –por otra parte bendito- efectismo, deVerhoeven, de obviamente Alfred Hitchcock y de unas oportunas gotas de la literatura refulgente, siempre deslumbrante, de Patricia Highsmith.
Milagrosamente lo resultante denota estilo, un mundo propio y muy personal. El comienzo no puede ser al respecto más impactante y novedoso, ese plano de una vagina que se desplaza hacia un ojo. Y no cuento mucho más, porque la película está llena de significados y significantes, aunque si me permiten la recomendación deberían contemplarla con cierta manga ancha en lo que a la lógica inherente de las cosas se refiere, teniendo en cuenta su particular y soterrado sentido del humor.
Y sí hay una cosa a la que me es imposible sustraerme, entre otras cuestiones porque apenas abandona la pantalla, que me resulta hipnótica. Me refiero a la presencia de la fascinante y bellísima Marine Vacth, modelo reconvertida en actriz gracias precisamente o principalmente a Ozon, que la lanzaría a un cierto estrellato con su interpretación de la joven prostituta de alto standing en JOVEN Y BONITA. Qué clase, estilo, porte, finura de rasgos faciales, qué cuerpo, que manera de caminar o desenvolverse tiene esta actriz gala, a la que no es difícil aventurarle una pródiga trayectoria profesional.
Llena el plano con su magnetismo, con su saber estar. Y consigue hacerla aún más inquietante la réplica desdoblada del belga Jérémie Renier. Consideración muy especial para la presencia una veterana -72 años- tan ilustre como Jacqueline Bisset, todavía poseedora de una mirada deslumbrante y de un saber estar de lo más reconstituyente.
Añadan un par de actores más en cometidos secundarios y con todos ellos el director urde unos mimbres que resultan de lo más retorcidos y sinuosos para urdir una historia en la que el deseo y la realización sexual son los “leiv motiv” por los que mueven continua y sorprendente ficha el terceto –o cuarteto- acaparador.
Tal vez su último tramo o la manera de irrumpir el final deje desconcertados a muchos espectadores, pero tengan en cuenta que lo logrado hasta ese momento es de mucha calidad e intranquilidad. La manera tan elegante y gélida a la vez con la que está filmada, con que están situados en el plano a sus inquietantes criaturas, con que se acoplan preciosas canciones de Elvis o Sinatra o la capacidad de generar tensión hasta el final, la hacen acreedora de que en modo alguno pase inadvertida para cualquier aficionado o espectador propenso a asuntos turbios, subidos de tono y –vuelvo a repetirlo- enfermizos. Al igual que Cronenberg, parece apelar a esas zonas más oscuras de la psique y de nuestro comportamiento asociadas a derivas psicológica o físicamente infectadas, purulentas, dominadoras, en las que gobierna el deseo.
Un “thriller” erótico (nada pacato al respecto) de notabilísima calidad.
José Luis Vázquez
©2025 Ciudad Real Digital | www.ciudadrealdigital.es