Director: John Cromwell
Intérpretes: Eleanor Parker, Agnes Moorehead, Ellen Corby, Hope Emerson, Betty Garde, Jan Sterling, Lee Patrick, Olive Deering
Sinopsis: Después de cometer un atraco en el que su marido resulta muerto, Marie Ellen (Eleanor Parker), una joven de clase media, ingresa en la prisión del Estado. Tras ser sometida a un reconocimiento médico, se entera de que está embarazada. Tras dos semanas de depresión en la sala médica de aislamiento, Marie tiene una entrevista con Ruth Benton (Agnes Moorehead), una superintendente amable y humana que lucha contra los viejos métodos penales. (FILMAFFINITY)
Un titular llamativo pero justo que resumiera en esencia este clásico de hace sesenta y siete años bien podría ser el de considerarlo el mejor drama carcelario de mujeres. Igualmente valdría definirlo como claustrofóbico melodrama negro. Nada que ver con tantos exponentes exhibicionistas, morbosos e inaguantables paridos, principalmente, durante las décadas de los 60 y 70, varios de ellos en el Viejo Continente como acompañamiento de deshecho en programas dobles (recuerdo ahora mismo una brillante excepción italiana, INFIERNO EN LA CIUDAD de Renato Castellani, con una extraordinaria Anna Magnani).
Pero esa es otra cuestión. Estoy hablándoles de una grandísima película de un, a su vez, grande de Hollywood, hoy en día desconocido hasta para contumaces cinéfilos. Me estoy refiriendo al estadounidense John Cromwell, responsable de maravillas, varias de ellas perteneciente al más genuino “noir” como la que aquí me ocupa, del calibre de CALLEJÓN SIN SALIDA (Humphrey Bogart y Lizabeth Scott, dos de sus representantes artísticos máximos, sobre todo el primero), SOBORNO, PRISIONERA DE SU PASADO (de nuevo con Scott y al rebufo de SIN REMISIÓN, rodada precisamente un año después), EL LAZO SAGRADO, DESDE QUE TE FUISTE, EL PEQUEÑO LORD, ANA Y EL REY DE SIAM y un extenso etcétera.
Aquí recuperaba el espíritu de muchas obras que habían sido santo y seña de Warner en la década de los 30. A SOY UN FUGITIVO o VEINTE MIL AÑOS EN SING SING entre otras.
Cromwell apela a un tono realista de lo más expresivo, ejecutando una “prison movie” en toda regla, y amparándose en un magnífico guión de Bernard Schoenfeld y Virginia Kellogg (sobre la propia novela de ésta, MUJERES SIN HOMBRES, título elocuente y clarificador) que pone al descubierto las fisuras del sistema penitenciario americano, tanto en lo referido a la redención de penas, la revisión de condenas y las condiciones de las internas. Y eso que es de agradecer que la alcaidesa, perfectamente interpretada por esa descomunal secundaria que siempre fue Agnes Moorehead, no caiga en arquetipos y sea mostrada como una funcionaria comprensiva, amable y humanizada.
El caso es que solo necesita 90 minutos para contar muchas, variadas y apasionantes cosas. La más destacada de ellas, la paulatina transformación de la propia protagonista, una joven viuda de 19 años encarcelada injustamente por un malentendido. El cambiante registro llevado a cabo por quien la interpreta, una excelente y siempre bellísima aún intentando afearla como en esta ocasión Eleanor Parker, borda ese cambio de carácter que va experimentando Marie Ellen provocado por el paso del tiempo y las malas experiencias. Sus primeros planos no tienen desperdicio alguno, son espléndidos. Se conjugan con secuencias de lo más emotivas y angustiosas. En la versión inicialmente titulada THE BIG CAGE/LA GRAN JAULA no fue ella la inicialmente elegida sino que se había pensado en Joan Crawford o la Davis.
Le supuso su primera nominación al Oscar como mejor actriz (en una edición que ganaría Judy Holliday por NACIDA AYER, quedándose en el camino nada más y nada menos que la Gloria Swanson de EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES o la Bette Davis de EVA AL DESNUDO… ¡total nada!). Al año siguiente vendría la segunda por la eléctrica BRIGADA 21 con Kirk Douglas. La tercera sería a mediados de los 50 por una producción ya en color, MELODÍA INTERRUMPIDA, la biografía de la cantante de ópera australiana Marjorie Lawrence, alejada de los escenarios a causa de la poliomelitis. Me resulta imposible olvidar su distinguida, su elegante presencia y su rostro, en SONRISAS Y LÁGRIMAS (como la baronesa rival de María/Julie Andrews), SCARAMOUCHE, EL HOMBRE DEL BRAZO DE ORO, CUANDO RUGE LA MARABUNTA o FORT BRAVO
Por otra parte, el resto de presas que la acompañan, encarnadas por actrices de tronío (como Ellen Corby en el rol de la matrona de la galería o la implacable Hope Emerson como la celadora Harper, también nominada… la tercera fue por argumento y guión) contribuyen, pese a caer en algún que otro arquetipo, a realzar la gravedad de lo expuesto.
Lo que sí conviene destacar es que este no resulta precisamente un ejemplo, lo cual me parece bien por muy cierto, de aquello de que la vida no siempre te ofrece una segunda oportunidad. Su final es –sin desvelar nada- relativamente esclarecedor al respecto y, desde luego, estupendo.
Conoció una adaptación radiofónica al poco de estrenarse también protagonizada, más bien locutada, por Parker.
La cartelería de la época llegó a rezar certeramente que se iba a ver “la historia de una prisión femenina de hoy”… el hoy de 1950 que en muchos aspectos, sobre todo en lo relativo a sentimientos, continúa perfectamente vigente.
Aún hoy en día continúa resultando sobrecogedora sin necesidad de recurrir a excesos molestos.
José Luis Vázquez
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