Estreno en Royal City

 

La niebla y la doncella (2017)

Director: Andrés M. Koppel

Intérpretes: Quim Gutiérrez, Verónica Echegui, Paola Bontempi, Aura Garrido, Sanny van Heteren, Isak Férriz, Cristóbal Pinto, Santi López, Quique Medina, Beneharo Hernandez, Jorge Kent, Elena Di Felice Benito, Fernando Navas, Adrian Galvan

Sinopsis: No siempre las cosas son como parecen y a menudo, lo obvio no resulta ser lo real. Al sargento Bevilaqua le encomiendan la tarea de investigar la muerte de un joven alocado en la Gomera. Todo apuntaba a Juan Luis Gómez Padilla, político de renombre en la isla, al que un tribunal popular absolvió a pesar de la aparente contundencia de las primeras pesquisas. El sargento y su inseparable cabo Chamorro intentarán esclarecer este embrollado caso, con presiones políticas y con la dificultad añadida de intentar no levantar suspicacias al reabrir un caso que sus compañeros daban por cerrado. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 3 estrellas

Me suelen gustar, algunas bastante, las películas que contienen razonables dosis de lluvia y niebla. Supongo que mis raíces galaicas algo deben tener que ver en ello. Sirvan como ejemplos vistos recientemente en cada uno de esos elementos, el también autóctono EL GUARDIÁN INVISIBLE y el clásico estadounidense UN GRITO EN LA NIEBLA. Ya ni les cuento si vienen acompañadas por hermosas doncellas (una obra maestra de 1970 lo aúna todo, aunque la lluvia en reducida medida: EL ÚLTIMO VALLE). Por tanto, un estreno de título tan sugerente como el aquí utilizado contaba ya de inicio con mi simpatía.

Evidentemente lo que acabo de exponer es relativo, porque pudiera darse el caso de coincidir estos ingredientes y encontrarme con un tocho o tostonazo de cuidado. No es el caso de esta producción no demasiado holgada de medios (algo que camufla con mucho decoro), que incide en un género, el “thriller” o policíaco, que está reportando muy gratos momentos a algunos que nos consideramos grandes amantes del género. La moderada alegría es tanto doble al haber sido parida en suelo patrio. Tal como es el ambiente elegido, el claustrofóbico y fascinante de la isla de la Gomera, un elemento casi indispensable en el discurrir de la trama, bien aprovechado fotográficamente, sin cargar las tintas en el apartado esteticista.

Pero iré al origen .Este se encuentra en una serie de novelas, ocho para ser exacto, del escritor madrileño Lorenzo Silva que tienen como protagonista a una pareja de la Guardia Civil, de la UCO (Servicio de la Policía Jurídica de la Benemérita) concretamente y de lo más sagaz. Es la formada por el sargento (Rubén) Bevilacqua y la cabo (Virginia) Chamorro.

Agradezco sobremanera, ya era hora además, que este cuerpo de Seguridad del Estado estuviera por fin contemplado en estas cuatro últimas décadas de bendita democracia de una manera más realista, humanizada y menos maniquea que lo que ha venido siendo habitual (al igual que como pueda suceder con cualquier otro colectivo o grupo). Al igual que la visión expuesta de los militares en la reciente y estimable ZONA HOSTIL. No es casualidad que el guionista de la misma sea el director de esta, Andrés M. Koppel, en el que constituye su apreciable debut tras las cámaras. Otro más de los aspectos en los que hemos ido avanzando en la cinematografía española.

La cuestión es que estos dos personajes, avezados profesionales, se vuelven a ver embarcados en un caso en el que los giros insospechados, los asesinatos, políticos o individuos poderosos por medio, escándalos sexuales o mucha turbiedad psicológica acaban constituyendo una común marca de fábrica. Todo ello envuelto en una escafandra de retrato social que saca a la luz las partes más oscuras y soterradas de nuestra sociedad.

Y aunque cae en clichés o estereotipos, su entramado más enredado según van desenvolviéndose los acontecimientos, posee clima, corrección formal y pulcritud narrativa.

Unos adecuados y atractivos Quim Gutiérrez y Aura Garrido (qué buena actriz y qué mujer más guapa) recogen con dignidad el testigo de quienes han sido hasta la fecha sus únicos antecesores en dichos cometidos para la gran pantalla, los Roberto Enríquez e Ingrid Rubio de la apreciable EL ALQUIMISTA IMPACIENTE, dirigida hábilmente por Patricia Ferreira en 2002. Verónica Echegui en el papel tal vez más complejo de todos y, especialmente, el duro Roberto Álamo, están muy bien, como siempre.

A los amantes del material literario, informarles que en esta versión se ha eliminado la voz en off habitual en la saga, algo que no tengo claro que haya sido precisamente un acierto. Apuntalaba bien la psicología del protagonista, pero puesto que por norma no suele establecer comparativas en este terreno, no constituirá esta una excepción.

Es un trabajo meritorio, respetable, entretenido, que sin excesivas alharacas ni tampoco una especial emotividad, consigue mantener la atención, la mía al menos, de principio a fin. Continúan llegando buenas noticias procedentes de nuestro cine en asuntos de este tipo… y yo que me alegro. 

José Luis Vázquez

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