Director: Brian Fee
Intérpretes: Animación.
Sinopsis: Sorprendido por una nueva generación de corredores ultrarrápidos, el legendario Rayo McQueen queda relegado repentinamente del deporte que tanto ama. Para retomar su carrera, va a necesitar la ayuda de una joven mecánica de carreras, Cruz Ramírez, que tiene su propio plan para ganar, además de la inspiración del fallecido Fabuloso Hudson Hornet y un par de giros inesperados. ¡Y para probar que el nº95 no está ni mucho menos acabado, el campeón tendrá que poner a prueba su valía en el gran circuito de la Copa Piston! (FILMAFFINITY)
Debo confesar a los amables lectores una cosa, que para quienes me siguieran en etapas radiofónicas de hace unos años (en Onda Cero por ejemplo), tal vez no constituya ninguna sorpresa. Y es que de todas las extraordinarias propuestas de la admirable y genial Pixar, la única que nunca logró acabar de calarme fue CARS. Supongo que en ello también tuvo que ver un poco mi escasa afición hacia las máquinas de cuatro ruedas, lo cual por otra parte no me ha impedido disfrutar en cambio a lo grande con BABY DRIVER, mi segundo título favorito del año tras la venerada LA LA LAND.
De hecho, es la única de las candidatas o ganadoras de la casa a la mejor película animada que nunca suscribí (fue muy justo de nuevo, este suele ser un apartado que nunca falla, que lo acabara obteniendo HAPPYFEET, o en su defecto hubiera valido también que se lo llevara MONSTER HOUSE, ambas excelentes). Y con ello no quiero decir que fuera o sea una producción desechable, tan sólo que bajaba a unos niveles de simple corrección e imaginación y discreto entretenimiento, algo a lo que no me tenía acostumbrados una factoría de tan excelso nivel. Qué malo es siempre dar el do de pecho, si una vez se baja el tono ligeramente, ya estamos poniendo el grito en el cielo. En cambio quien va a empellones, destaca una vez y ya es maravilloso. Como la vida misma.
Como comprenderán, ello jamás ha mermado mi devoción por la factoría hace ya un tiempo ha sido absorbida por Disney, por cierto, bajando también ligerísimamente a excepción de la esplendorosa DEL REVÉS.
Todo este prólogo y rollazo para situarles respecto a mi desconfianza inicial hacia esta tercera entrega, que acaba haciéndose realidad. Ya la segunda parte no me pareció gran cosa y esta baja del todo el pistón. A ver, la técnica de animación continúa siendo asombrosa, pero ese otro puntal fundamental como casi siempre ha sido el de unos textos rebosantes en originalidad, sorpresa, creatividad, chispa y fantasía se han diluido en aras a un mercantilismo que queda expuesto hasta en la propia trama.
Es muy infantilona y simplona, de una previsibilidad perezosa, cuestiones que nunca han constituido su sello de fábrica. La trama es prácticamente inexistente. Y sus secuencias hacen gala de una rutina que provoca que prácticamente me desenganche a los pocos minutos de su inicio y esté deseando que se aproxime su final cuanto antes, cuestión que tarda en llegar (que se amplifica cuando algo se atraganta), pues estamos hablando de un metraje de 105 minutos. Incluso a los más afectos a este mundillo de Rayo McQueen, notarán, como bien ha sugerido un colega (creo que Jordi Costa), que va con el piloto automático puesto.
Con su permiso, voy a ahorrarme y ahorrarles extenderme en más epítetos, calificativos o frases, pues reservo munición para mejores ocasiones, pues esto de llevar escribiendo sin parar críticas desde hace más de treinta años agota las canteras hasta del más preparado, y les puedo garantizar –no es una cuestión de falsa modestia, créanme, y aunque pueda parecer lo contrario dada mi torrentera literaria y verbal- que mi limitación a la hora de ponerme ante el folio en blanco es cada vez más evidente. Ya saben, como suele ocurrir, lo que se hace profusamente acaba pasando factura. En mi caso lo que me redime es que esto del cine, aún cuando veo películas más flojillas como esta, es una adicción sin medida posible.
En fin, pese a lo dicho, ya doy por supuesto que contará con muchos adeptos y fans, que serán bastantes los que acudan en masa a las salas. Como la práctica mayoría sabrán lo que van a ver, no creo que salgan defraudados. En mi caso, agradezco haber pasado página y haber cubierto ya el expediente. Acudo presto al siguiente estreno, no desfallezco.
José Luis Vázquez
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