Director: Edgar Wright
Intérpretes: Ansel Elgort, Lily James, Jamie Foxx, Jon Hamm, Kevin Spacey, Eiza González, Jon Bernthal, Ben VanderMey, Thurman Sewell, Allison King, Lance Palmer, Keith Hudson, Patrick R. Walker, Hudson Meek, Troy Faruk
Sinopsis: Baby (Ansel Elgort), un joven y talentoso conductor especializado en fugas, depende del ritmo de su banda sonora personal para ser el mejor en lo suyo. Cuando conoce a la chica de sus sueños (Lily James), Baby ve una oportunidad de abandonar su vida criminal y realizar una huida limpia. Pero después de ser forzado a trabajar para un jefe de una banda criminal (Kevin Spacey), deberá dar la cara cuando un golpe malogrado amenaza su vida, su amor y su libertad. (FILMAFFINITY)
"Tenemos endiosados a los criminales" (Edgar Wright)
El año pasado -2016 para quien pudiera leer esto dentro de un tiempo- casi por estas fechas, tres semanas antes para ser más concreto (el 10 de junio) disfrutaba a lo grande de una comedia de acción, DOS BUENOS TIPOS, que imitaba modelos ochenteros, con ARMA LETAL a la cabeza. El estupendo trabajo de de Shane Black tiene su réplica aún más –si cabe- a lo grande con esta deslumbrante y actualizada muestra del género, subgénero más bien (lo cual no es peyorativo en modo alguno), de atracos, ladrones, asesinos y persecuciones.
BABY DRIVER, que tal es su título en español y en el original inglés, es cine de acción adrenalítico que deja literalmente sin resuello, de espectacular y genuino entretenimiento, que hace gala de una factura visual inapelable, diálogos brillantes, veloces y vacilones y de abundantes escenas en movimiento endiabladamente rodadas.
También despliega apabullantes secuencias coreografiadas como si de un musical se tratara. De hecho la propia estructura de la película transcurre al ritmo de una ecléctica y precisa banda sonora planteada antes del propio guión y compuesta por 30 canciones de todo tipo, desde el tema de Simon & Garfunkel que identifica a este “thriller”, hasta el TEQUILA de The Champs, pasando por el BRIGHTON ROCK de Queen o el HARLEM SUFFLE de Bob & Earl. U otros de Hocus Pocus, Beck y un listado de lo más amplio y resultón.
Precisamente el rock, la música en general, es una de las constantes de su director, el brillantísimo Edgard Wright (por cierto, no tengo claro el por qué, pero ha acudido también a mi memoria mientras la contemplaba otra de esas joyitas de los 80, CALLES DE FUEGO), a la que deben añadir esa acción anteriormente mencionada y un sentido del humor, aquí no por más atenuado menos importante. No sé, me da en la nariz, que el mismísimo Quentin Tarantino la podría reconocer si no como de su estirpe sí como un placer de lo más disfrutable. Es ligeramente superior a algún trabajo prestigioso suyo por algo tan fundamental como que sabe mantener el tipo y no caer en la parodia excesiva, ni en el astracán, lo cual le restaría ese definitivo remache final aquí mostrado.
No se olvide que Wright venía avalado por ser el firmante de cuatro peliculones, que aparte de ser originales –por su reinvención y atinada reescritura– constituyen sendos artefactos lúdico festivos de diversos géneros, desde el de zombis, policíaco y ciencia-ficción hasta el de adolescentes. Me refiero a esa “Trilogía Cornetto” compuesta por ZOMBIS PARTY, ARMA FATAL y BIENVENIDOS AL FIN DEL MUNDO (todas ellas con Simon Pegg como fundamental co guionista y protagonista) y SCOTT PILGRIM CONTRA EL MUNDO.
Protagonismo es el que aquí muestra Ansel Elgort, al que si finalmente se hubiera dedicado en la ficción a asuntos gangsteriles bien podría recuperar el apodo de Cara de Niño. El que fuera revelación en la preciosa BAJO LA MISMA ESTRELLA (junto a la igualmente emergente Shailene Woodley) y en LA SERIE DIVERGENTE es el alma central de la historia. Pocas veces a lo largo de la historia un personaje responde fielmente a la permanente focalización y constante presencia que indica el enunciado. Creo recordar que no falta en casi ningún momento, si no en primera instancia sí al lado. Tanto que los atracos nunca se ven, están expuestos fuera de plano, o de campo.
Al chaval, todo destreza tanto al volante como haciendo montajes sonoros, le secundan uno de esos repartos que suelen denominarse de campanillas, comenzando por un Kevin Spacey (2 Oscar en sus faltriqueras, como secundario por SOSPECHOSOS HABITUALES y como principal por AMERICAN BEAUTY) como jefe de la banda, Doc, un individuo parece que extraído de cualquier relato mafioso de Martin Scorsese.
Jamie Foxx, también con estatuilla dorada en su bagaje (por RAY) es un brutal asesino. Y no le van a la zaga la remozada pareja a lo Bonnie &Clyde compuesta por unos contundentes, expeditivos, Jon Hamm y Eiza González.
Todos al servicio de la gloriosa causa de hacernos pasar, conmigo lo consiguen, dos electrizantes horas pegados al volante, perdón, casi adosados al pantallón.
Retomando la cuestión de la magistral y briosa autoría de Wright, antes de finalizar esta reseña destacar que el espíritu de su criatura se encuentra más cercano –por citar referencias anteriores en torno a asuntos similares- del admirable DRIVER de Walter Hill (con un también Ryan O´Neal) que de la fastuosa DRIVE de Nicolas Wending Refn (lástima que esta muesca centelleante haya derivado en parafernalia y vacua ostentación en sus siguientes trabajos). También flota en el aire la influencia de BULLITT, LA HUIDA o FRENCH CONNECTION
Imponente divertimento, justo el primer mandamiento que solicito al divino invento de los benditos hermanos Lumiére. Pura felicidad a mil revoluciones por minuto. Pero los ocasionales remansos, el tránsito entre tanta adrenalina, la historia de amor juvenil, tiene también su indudable encanto, porque Lily James (CENICIENTA) da adecuada y cautivadora réplica al chico de buen corazón.
Irresistible.
José Luis Vázquez
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