Director: Xavier Dolan
Intérpretes: Anne Dorval, Antoine-Olivier Pilon, Suzanne Clément, Alexandre Goyette, Patrick Huard
Sinopsis: En una Canadá ficticia, se aprueba una ley que permite que los padres incapaces de controlar a sus hijos problemáticos les internen en un centro especial. Sin embargo, Diane "Die" Despres, una madre viuda con carácter, decide educar ella misma a su hijo adolescente Steve, que padece ADHD y que puede llegar a resultar violento. Kyla, la vecina de enfrente de su casa, le ofrece su ayuda a Die. La relación entre los tres se hará cada vez más estrecha, surgiendo preguntas sobre el misterio de su vida. (FILMAFFINITY)
Mi recuerdo de MOMMY se remonta a no hace mucho, a poco más de un año y medio en un canal de pago, pero se encuentra un tanto difuso. La vi a altas horas de la madrugada y debo reconocer que por momentos me venció el sueño durante unos cuantos pasajes de su contemplación. Y así, comprenderán, no es manera de ver cine, resulta injusta y arbitrariamente sesgada. Desde luego es una verdadera lata ponerse a ver este tipo de películas tan excesivas a esas horas impropias para la mayor parte de los terrenales. Los vampiros es lo que tenemos.
Pequeñas y no tan disparatadas bromas aparte, he de reconocerles que pese a tan elevada calificación –un 4 está francamente bien, es de notable incluso alto- me irrita y entusiasma casi a partes iguales, aunque la tendencia que se acabe imponiendo sea la segunda. Pero ya advierto que no creo que vaya destinada a amplias capas de públicos. No es de las que se pueda ver en cualquier momento. Requiere disposición, aunque las grandes películas no debieran, no tienen de hecho ese condicionante. EL APARTAMENTO, JENNIE o MATAR A UN RUISEÑOR las puedo contemplar en cualquier situación (hasta haciendo el pino), lugar o estado anímico y jamás me canso. Pero MOMMY, claro, no figura en esa categoría suprema por mucho que bastantes la defiendan con uñas y dientes.
Es un ejercicio brillante, he de admitirlo. Deslumbrante por momentos, arriesgado formalmente; sí, pero también en otros muchos fatigoso, extenuante, algo cargante en su aparatosidad un tanto exhibicionista. Y gritón, más bien histérico. No es menos cierto que también es cine potente, poderoso, impactante. Para bien o para mal no se olvida fácilmente.
Supondría el quinto largometraje del canadiense Xavier Dolan, uno de los “enfant terribles” y “niños prodigio” –tan sólo 28 añitos a fecha de esta reseña- surgidos en la última década. Desde entonces sólo ha añadido un trabajo más a su filmografía, SÓLO EL FIN DEL MUNDO y a punto de ver la luz el último todavía a punto de horneo y ya bajo pabellón estadounidense, THE DEATH AND LIFE OF JOHN F. DONOVAN. Les recuerdo alguno de los títulos anteriores al aquí “analizado”, LOS AMORES IMAGINARIOS o LAURENCE ANYWAYS, de temática “gay” la mayoría.
Dichos calificativos a él adjudicados resultan una constante sin menoscabo de que sus creaciones proyecten aparatosidad, ampulosidad, apariencia, cierto postureo, transgresión y narcisismo, aspectos algunos de ellos que no tienen por qué ser necesariamente negativos.
Temáticamente, las relaciones materno-filiales o las de amistad, aquí envueltas por un no tan lejano entorno distópico y por un tratamiento curioso sobre la hiperactividad, están intermitentemente presentes en su obra.
Sin duda, lo más destacable, lo más obvio también, es su original, su rompedor aspecto formal, en esta ocasión más patente que nunca. Tan solo por el juego de la pantalla que lleva a cabo según los estados de Steve, seguramente ya llamará la atención de muchos. Y juega con riesgo y con una inhabitual maestría con “colores, músicas y sonidos” (Javier Ocaña dixit). Y con fueras de campo o planos cerrados. No menos cierto es que me provocan cierta lata algún ralentí o alguna imagen difuminada que pone sobre el tapete.
Utiliza el inusual formato cuadrado 1:1, de recorte vertical, de manera atrevida y completamente desinhibida. Viene a simbolizar la angustia existencial en la que vive su protagonista, encarnado por un jovencísimo y desmelenado Antoine-Olivier Pilon. Le secundan una sensata amiga y una madre demasiado pagada de sí misma, encantada de conocerse (Suzanne Clément y Anne Dorval respectivamente).
Igual la primera hora –son casi 2 horas y media- se les hace dificililla, como me pasó a mí, pero un oportuno detonante relanza la historia hacia sendas francamente atractivas… sin entran en la pomada. Eso sí, el chaval me resulta desesperante, al menos mi paciencia la puso en su momento a prueba.
Van a toparse con algo diferente… con todo lo bueno y también molesto que ello pueda conllevar. Concédanle una oportunidad y juzguen por ustedes mismos. Por supuesto, sirve para debates de todo tipo, a los psiquiatras sin ir más lejos seguro que les da bastante juego el trastorno expuesto o la figura de la madre.
Quedan avisados.
José Luis Vázquez
©2025 Ciudad Real Digital | www.ciudadrealdigital.es