Director: François Ozon
Intérpretes: Pierre Niney, Paula Beer, Cyrielle Clair, Johann von Bülow, Marie Gruber, Ernst Stötzner, Anton von Lucke
Sinopsis: Una pequeña ciudad alemana, poco tiempo después de la I Guerra Mundial. Anna va todos los días a visitar la tumba de su prometido Frantz, asesinado en Francia. Un día, Adrien, un misterioso joven francés, también deja flores en la tumba. Su presencia suscitará reacciones imprevisibles en un entorno marcado por la derrota de Alemania…
Culmino un domingo que se había puesto de mala postura, con una delicatessen, puro oro fino, una película como las de antes pero también como las de ahora, la última maravilla surgida de los pliegues del corazón y la creatividad renovada de uno de los mejores cineastas del país vecino y europeos, François Ozon. Su último trabajo, FRANTZ (FRANTZ, 2016) me conmueve, me llega, me resulta de lo más delicado.
Captura admirablemente la pintura, la luz (maravilloso su blanco y negro rociado con color acerca de lo que debería haber sido y nunca fue), el estado emocional de toda una época, en este caso la Alemania y Francia surgidas de la I Guerra Mundial… y que parece ser, al menos la primera, que no escarmentaría.
Si hubiera un suspense de los sentimientos, el aquí propuesto constituiría un magnífico ejemplo. Algo a lo que contribuye no solo esa exquisita cámara de Ozon, sino una clásicamente inquietante banda sonora de Philippe Rombi y unas magníficas interpretaciones de todos, en especial de la pareja protagonista, Pierre Ninny y una bella Paula Beer.
Qué gusto cuándo uno asiste embelesado a una historia que puede que no descubra nada nuevo, pero en la que late en sus imágenes la esencia del mejor celuloide entendido a la mejor manera antigua… que no vieja. El director galo me vuelve a sorprender, no es un autor al uso, suele hacer también variaciones sobre reiteradas inquietudes, pero en todo caso, sus variaciones se conforman sobre lo indicado al comienzo de esta reseña, sobre los flecos de esa víscera que nos taladra y nos sacude cuando disfrutamos de ella en plenitud.
Pero FRANTZ es más cosas. Es un alegato antibelicista que, aunque enmarcado en una época concreta, no pasa jamás de moda, es más, si me apuran tiene más sentido que nunca dado lo agitado y revuelto que vuelve a estar el mundo. Hay una secuencia en concreto, aquélla en la que el padre del soldado asesinado se dirige a sus amigos, que se entiende perfectamente en España, en la que exorta de la inutilidad del enfrentamiento y la guerra, que resulta de lo más emblemática. Está rodada con la misma sobriedad y contención, con la que en general lo está el metraje íntegro de esta preciosa, triste, melancólica pieza de orfebre inspirado.
La veo el mismo día que las –por ser suave- burdas UNDERWORLD: GUERRAS DE SANGRE y ¿TENÍA QUE SER ÉL?, lo que supone no solo una liberación, sino pura redención. Cine de primera… espero que para gente de primera, aunque todos seamos frágiles, poseamos fisuras e imperfecciones, aunque como esto del Séptimo Arte, unos más que otros.
José Luis Vázquez
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