Director: David Mackenzie
Intérpretes: Jeff Bridges, Chris Pine, Ben Foster, Katy Mixon, Dale Dickey, Kevin Rankin, Melanie Papalia, Lora Martinez-Cunningham, Amber Midthunder, Dylan Kenin, Alma Sisneros, Martin Palmer, Danny Winn, Crystal Gonzales, Terry Dale Parks, Debrianna Mansini
Sinopsis: Un padre divorciado y su hermano ex-convicto recurren a un desesperado ardid para poder salvar la granja familiar en el Oeste de Texas.
Quiero (casi) despedir el año cinematográfico sorprendiéndoles, o eso espero al menos. Se trata de que esta vez, en contra de lo que supone norma en mí, me descolgaré con una crítica cuasi minimalista, para lo que suelo ser claro, en torno al penúltimo y magnífico estreno visto en 2016. Me refiero a una de las producciones independientes más impactantes e inesperadamente taquilleras del año, COMANCHERÍA (HELL OR HIGH WATER). Una balada western & country (no es redundancia), triste por tanto, clásica y moderna a la vez, fronteriza, social, muy desesperanzada por momentos, parcialmente redentora… según como se quiera ver.
Una parte de su tramo final, no más de cinco minutos, remite a una de las obras maestras del cine negro, a EL ÚLTIMO REFUGIO de Raoul Walsh, o ALTA SIERRA en el original, convirtiéndose Tanner Howard (Ben Foster) en un trasunto de aquél ya mítico Roy Earle (Humphrey Bogart)
El actor vivo más imponente, o lo dejaré si prefieren en mi favorito actualmente, es decir Jeff Bridges (el típico policía al borde de la jubilación), comanda a esa patrulla tejana, en realidad reducida a un compañero indio de lo más socarrón (Gil Birmingham), a la busca y captura a esos dos hermanos delincuentes, en realidad no tan indecentes como diversos individuos supuestamente respetables de su entorno, que van atracando, o ajustando cuentas con bancos y banqueros, dejando algún que otro reguero de sangre a su paso.
La América profunda, la devastada por la crisis y por la cara más salvaje y especulativa del capitalismo, esa que en una buena porción habrá votado a Donald Trump, es el paisaje geográfico y emocional por el que discurre esta historia primorosamente escrita por Taylor Sheridan, el brillante guionista de SICARIO. Dispara diálogos concisos, rápidos, secos, negruzcos. Alguna muestra la pueden leer al final de esta reseña.
Destila cinefilia por los cuatro costados e inevitables efluvios procedentes de los Coen, cuya sombra resulta cada vez más alargada en numerosos jóvenes cineastas, como el aquí firmante, un cada vez más consagrado David Mackenzie. También Tarantino sobrevuela en alguna situación hemoglobínica. Se muestra muy talentosa anclando su estructura en el género del Oeste pero revisándolo adecuadamente.
No dudaría en seleccionarla entre las ocho o nueve candidatas a la mejor película para la próxima edición de los Oscar. Veremos qué pasa.
Para quien sea amante del cine de los cowboys, convenientemente actualizado eso sí, entiendo que resulta obligado su visionado.
Creo que harían mal en perdérsela.
Frases:
“Siempre he sido pobre. Es como una enfermedad que pasa de generación en generación e infecta a toda la familia. Pero a mis hijos no” (Chris Pine)
“Jamás he conocido a nadie que se libre de nada, nunca” (Ben Foster)
“Ese tiene pinta (refiriéndose a un banquero) de los que embargan casas” (Jeff Bridges)
“39 años de vida, 10 en la cárcel, si hace lo contrario que yo, le irá bien” (Ben Foster)
“Creo que ya tengo calados a esos chicos” (Jeff Bridges)
“El banco le prestó a vuestra madre lo justo para que siguiera siendo pobre y poder quitarle sus tierras”
José Luis Vázquez
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