30/06/2014
Lola Romero Esta semana he tenido mi primera experiencia “España está en México”. Me refiero al tópico que hemos oído muchas veces en nuestro país, esto es, que los estadounidenses no saben situarnos muy bien en un mapa. Hasta ahora, cuando me preguntaban los españoles por ese tema, yo contaba que la gente (los vecinos) de esta zona donde vivimos sí saben que somos europeos, pero supongo que, como en todo, depende del nivel cultural, el interés, o las oportunidades de educación.
No se si he contado ya que en Houston hay muchísimos mexicanos, así que es relativamente fácil encontrar en cualquier lugar alguien que hable español. También hay muchos americanos que aprenden nuestro idioma porque les gusta o lo necesitan para trabajar, e incluso en escuelas y guarderías es ya el segundo idioma. Los datos lo avalan: hay 53 millones de hispanos, lo que supone el 17 por ciento de la población total de Estados Unidos, o sea, la minoría étnica o racial más importante del país.
Yo creo que eso puede explicar por qué para los norteamericanos todo lo que suena a “español” se identifica con Centro y Sudamérica. Con eso no quiero decir que el desconocimiento geográfico esté extendido o sea absoluto, sino que cuando oyen hablar en español, de entrada pensarán que eres mexicano o cubano o colombiano. Así lo pudimos comprobar una de las veces que fuimos a consulta con mi hijo al Medical Center de Houston. En la sala de espera de un especialista había una familia con un bebé como el nuestro. Tras los típicos saludos y preguntas de cortesía (“¿cuántos meses tiene?”), nos oyeron hablar en español y nos preguntaron que si éramos franceses (¿?). Al decirles que no, que éramos españoles, la mujer le dijo en voz baja al marido: “esto es Texas, querido”. El tono lo hacía sonar como “estamos invadidos”. Es decir, dijimos “spanish” y pensaron que éramos mexicanos. Sólo unas semanas después nos enteramos que a los españoles, al menos aquí en Texas, nos llaman “spaniards”, por lo que “spanish” les suena a “hispano”.
Me molestó mucho esa actitud. Primero porque me pareció un desprecio hacia un extranjero, o sea, racismo, y segundo, porque me identificaron con una nacionalidad que no es la mía. Así que, desde entonces, cuando alguien me pregunta de dónde soy, digo “from Spain” (de España), así por lo menos elimino del prejuicio de que al hablar español soy de México. Otra cosa es que, cuando digo eso, la gente sepa dónde está España. A eso me refería al principio. No me había pasado hasta que el otro día, cuando iba a pagar en el hipermercado, la cajera me oyó decirle algo a mi hijo y se puso a hablar conmigo en español. Era estadounidense, pero hablaba bastante bien nuestro idioma. Me preguntó que de donde era y al contestarle que de España, me dijo que ella había pasado un año en Guatemala haciendo labores humanitarias, pero que le encantaba España y que le gustaría ir. Así, todo revuelto, la sensación que me dio es que pensaba que nuestro país estaba “cerca” de Guatemala. Me dejó descolocada. Yo ya pensaba que el “España está en México” era un prejuicio sin mucha base, y mira por dónde…
Se lo he preguntado a Farrah, y ella dice que aquí en geografía se estudia Estados Unidos y poco más. Pero que lo normal es que la gente sepa que venimos de Europa, por lo menos entre sus conocidos y familia (claro, que su marido es italiano…). Lo que si me ha recordado es otra cosa que también he comprobado, de primera mano y segunda y sucesivas a través de los muchos españoles que vivimos en Houston y que compartimos grupo en Facebook. Cuando nos oyen hablar español, les sorprende un poco porque somos “blancos”. O lo que es lo mismo, aquí en Texas están acostumbrados a ver mexicanos bajitos y morenos, muy morenos, de piel. Así que no “cuadramos” en su prejuicio. Pero ni nosotros ni algunos mexicanos que conozco, que ni son bajitos ni morenos. Además, yo ya estoy un poco harta de tachar en los formularios médicos y demás papeleo oficial la opción “raza blanca”, en lugar de la que me pre-establecen siempre, no se si por mi nombre y apellidos en español, de “raza hispana”.
No se trata de racismo, porque yo estoy encantada de compartir idioma y algunos giros culturales con los mexicanos, así como su querencia por nuestra tierra. Se trata más bien de una cuestión de generalización y prejuicios. Y de cultura.
Supongo que a los estadounidenses les molestaría que los confundieran con un escocés o con un australiano. Pues a mí lo mismo.
Pie de foto: Mapa de los prejuicios desde el punto de vista de Estados Unidos, del ilustrador y diseñador gráfico Yanko Tsvetkov. Me gusta porque refleja, sin eufemismos, lo que piensan muchos (yo no me atrevo a decir “la mayoría”) de los norteamericanos. http://www.atlasofprejudice.com/
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