Barricada Cultural

 

09/02/2014

Días de sur

por Pedro Argüello Fernández

Hace viento Sur en Santander, mucho viento Sur. La bahía santanderina está brava, está cabreada, está espumosa y sus olas quieren comerse la ciudad. Hace viento Sur en Santander, y cuando sopla este viento lo hace con ganas. Los barcos parecen que navegan sin rumbo, al capricho del movimiento ondulante del agua. Es peligroso navegar en estos días. Las gentes pasean al abrigo de los edificios, estos edificios que tienen dos portales: los elegantes que dan a la bahía y los traseros para utilizarlos en días de Sur. Dicen que la gente se trastorna con el Sur, que se les cambia el carácter, y es verdad, lo se por experiencia propia. En esta ciudad se entiende de vientos, que si sopla de nordeste, que si de norte, que si de gallego.

Estamos de temporal en el Cantábrico, y el mar se encarga de recordarnos que es poderoso, indomable, implacable y temible. Estos días ha dado pellizcos a la ciudad, ha derribado muros, ha inundado parques, ha roto árboles, cristales, ha destrozado coches. Ha llevado la destrucción a todo lo que estaba a su alcance. La isla de Mouro con su faro se ha envuelto en agua. Las olas han hecho que esta roca caliza que da entrada a la bahía se envolviera de blanco, haciéndola desparecer por unos instantes, una y otra vez. En la playa la arena ha desaparecido, ha sido invadida, o reconquistada.

El mar es peligroso, muy peligroso, pero también es bello, es plástico, es objeto de admiración, icono poético, literario, fotográfico o pictórico. El mar es sorprendente y misterioso, y cuando se junta con el sol, en el ocaso del día, crea aún más belleza.

Santander va unido a su mar y a sus vientos, con un nudo firme, marinero,  imposible de deshacer.  Hoy, a pesar de todo, estamos disfrutando.

 

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