02/03/2020
Hace un par de semanas o tres tuve la ocasión de encontrarme un sábado noche en la primera cadena de TVE con esa joya que es Uno de los nuestros, la traducción en nuestro país de la mítica película de Scorsese, Goodfellas. Basada en el libro de Nicholas Plileggi, Wiseguy, En esta película cristalizan todas las obsesiones y los logros estilísticos y narrativos de un Scorsesse que venía apuntando maneras en otros notables filmes a lo largo de los años 80. Para muchos una obra maestra y la cumbre del cine scorsesiano. Yo me encuentro entre su pléyade de seguidores y me relamo cada vez que tengo la posibilidad de verla. Esta es la prueba del algodón del cine con mayúsculas, de los filmes míticos, de la calidad incontestable: la resistencia al paso del tiempo y la gozosa sensación de estar asistiendo a un espectáculo maravilloso al que le encuentras siempre alguna cosa nueva cada vez que te sientas y comienza el espectáculo. Cine de gángsters elevado a la enésima potencia, ya que nadie ha indagado con más lucidez que Scorsese en ese mundo de perversidades éticas, frágiles alianzas y escasos escrúpulos. Posiblemente sea la película de gángsters más importante tras El Padrino (The godfather,1972) de Francis Ford Coppola y cuya estela se deja sentir en esa maravillosa serie que fue Los sopranos. La diferencia más evidente con la película de Coppola es que El padrino se centra en la dimensión trágica de la gran Mafia y de los grandes capos mafiosos y en la lucha entre las familias italianas de Nueva York; su tono era más de tragedia clásica, mientras que el tono de la película de Scorsesse es más cínico, más gamberro y humorístico. Su gran hallazgo consiste en centrarse en la clase media del entramado mafioso. Se trata en definitiva de la narración del auge y caída de un don nadie, Henry Hill, encarnado por un soberbio Ray Liotta en estado de gracia y de sus dos amigos: Tommy de Vito, un alucinante Joe Pesci y Jimmy Conway, el gran Robert de Niro. Porque Goodfellas es una gran película coral, con una admirable dirección de actores y con unas interpretaciones magistrales de todos sus principales intérpretes. Pleno de secuencias antológicas en un film libre y vibrante. Mi escena favorita es la de la cena de los distintos mafiosos en la cárcel, en la cual disfrutan de evidentes privilegios. La preparación de la pasta con albóndigas y las disquisiciones acerca de la importancia del sofrito o de los tres tipos de carne de esas meatballs; la charla animada mientras el mafioso Paul Cicero, interpretado por Paul Sorvino pela un ajo en finas láminas con una cuchilla de afeitar, alcanzan una perfección conceptual en el goce gastronómico y en la exaltación de la amistad que queda fuera de la compresión de los de la cárcel de Lledoners.
Hablando de mafiosos, leo un curioso artículo de Julio Valdeón (¡qué gran escribidor!) acerca de los hipopótamos de Medellín. Los trajo a la hacienda Nápoles el narco Pablo Escobar. El único rastro de aquellos años sangrientos son esos mamíferos artiodáctilos que lograron reproducirse e hicieron de la finca una sabana con agua y comida. Ya son más de ochenta y campan gordos, felices y peligrosos en las tibias aguas del río Magdalena. Su peso oscila entre 1,5 y 3 toneladas, corren fuera del agua a 30 kilómetros por hora y tiene unos colmillos en la mandíbula inferior de hasta medio metro de largo. En África, en donde viven unos 125.000 individuos, causan la muerte de alrededor de 500 personas al año. Ese es el miedo evidente en Colombia: niños de colegios cercanos triturados por una bestia territorial y capaz de atacar y matar a un cocodrilo. Realismo mágico en estado puro.
El vino recomendado esta semana es un clásico absoluto: un rioja blanco Monopole Clásico 2016 de la bodega Compañía de Vino del Norte de España, en Haro. Un vino que desde principio del siglo XX hasta los años 70 no faltaba en las casas y en la hostelería española. Luego fue víctima de las modas y en los años 80 dejó de elaborarse. Cuentan las crónicas que en el cementerio de la bodega de Haro se encontró una solitaria botella del año 1979. El vino estaba sabroso, equilibrado, y fresco. Delicioso, en suma. Decidieron volver a producirlo. A mano y en pequeñas cantidades. Un remake perfecto. Complejidad e intensidad aromática. Fino y elegante, con notas salinas y un final fresco y largo. Un gran vino clásico de La Rioja.
Sigan con salud.
Foto: Joe Pesci, Ray Liotta y Robert De Niro en Uno de los nuestros/Goodfellas
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